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PIÉNSALE, PIÉNSALE

ARTURO MACÍAS PEDROZA

El miércoles pasado en el estadio Azteca sonaron protestas airadas contra la selección mexicana por su pobre desempeño ante la escuadra de Jamaica. El locutor no estaba muy de acuerdo con la rechifla, pues decía que a México hay que animarlo juegue como juegue. Yo entiendo su posición, pues si la gente pierde la afición por el futol, le afectará directamente a sus bolsillos.

Todos queríamos festejar goles del Chicharito o del paisano Oribe Peralta, pero no hubo ningún resultado. Exigir a la selección de futbol me pareció maravilloso. Si llevan el nombre de México es bueno que se les exija. La diferencia entre un aficionado y un fanático es que el primero le va a su equipo porque cree que es bueno y el segundo lo sigue aunque sea "malote", el aficionado gasta lo que tiene para diversión en su equipo, el fanático gasta hasta lo que no tiene, se endroga, el aficionado no cambia de humor, el fanático golpea a la esposa si pierde su equipo… El fanático es irracional, manipulado, el aficionado sabe exigir a su equipo.

En la construcción de paz, esto que parece superficial se ha convertido en esencial. Exigir. Hay muchas cosas que merecen algo más que un "buuu" y que necesitamos interesarnos por ellas. A veces una simple llamada de atención puede ser suficiente para cambiar cosas que no nos agradan. Ante la ola de violencia que estamos viviendo esperamos que otros hagan algo, pero tal vez no hemos sabido decirles qué es lo que queremos que hagan. Construir la paz se entiende el conjunto de iniciativas, esfuerzos y procesos que a largo plazo buscan la construcción de sociedades y comunidades pacíficas y estables, abordando las causas estructurales de los conflictos violentos, buscando generar bases sólidas para la paz y prevenir el retorno a la violencia, estas iniciativas deben brotar de las bases, de donde están las necesidades, con el propósito de desactivar los factores políticos, socioeconómicos y culturales relacionados con la violencia y preparar bases sólidas para una paz sostenible.

Dos elementos son necesarios en esta construcción: las relaciones y la participación. Las primeras son la base para generar cambios sociales duraderos, acciones humanitarias, desarrollo, prevención de conflictos, por lo que se requiere como punto de partida un monitoreo constante entre los participantes y beneficiarios de programas por la paz. La participación fluye de manera natural cuando se trata de un proceso centrado en las relaciones. Se fracasa la acción por la paz, cuando desde un escritorio alejado de nuestra comunidad se definen acciones que nosotros no pedimos, no conocemos y no necesitamos, con personas que no sabemos quiénes son y que tampoco nos conocen. La comunicación implica procesos participativos que implican la intervención de múltiples actores y que se basan en una acción permanente.

Este acento en las relaciones y la participación implica que múltiples actores -gobiernos, autoridades locales, iniciativas ciudadanas, comunidad internacional- pueden buscar influir en los diferentes niveles de toma de decisiones políticas. Ciertamente la incidencia política no se logra a través de una sola organización de construcción de paz, o de organizaciones aisladas, sino con un organismo que implique una red amplia de organizaciones que se especializan en distintos tipos de actividades al nivel interpersonal, comunitario o nacional con coordinación y cooperación.

¿Cree usted que los intereses económicos monopólicos o de partidos políticos que controlan el país están buscando como ayudarnos? ¿Espera que renuncien a sus posiciones de poder? Tal vez hay quien pudiera tener alguna buena y escondida intención, pero si no le exigimos no lo va a hacer; si no sabe nuestras necesidades no sabrá cómo solucionarlas. Es importante que las iniciativas de construcción de paz emprendidas por actores locales o de la región Lagunera no queden en acciones aisladas con un impacto limitado en el tiempo y el espacio, sino que contribuyan para tener impacto significativo sobre la situación general de la violencia en la región. De allí la importancia de encontrar sinergias, mecanismos de coordinación y espacios de comunicación entre las diversas iniciativas y procesos a nivel local, regional y nacional. Sólo así habrá efectos concretos y repercusiones a nivel nacional. Así se podrá vincular autoridades e instituciones en procesos de paz influyendo incluso en las políticas públicas e iniciativas de los gobiernos estatales y nacionales.

¿Podemos influir en la toma de decisiones? ¿Podemos influir en las políticas públicas? La política pública es un proceso político en el cual se definen las situaciones problemáticas, los medios y acciones para enfrentarlas y se producen resultados a través de esas decisiones y acciones. En vez de preguntarles qué van a hacer, nosotros debemos decir lo que necesitamos. De abajo hacia arriba. En donde democráticamente los individuos o grupos pueden identificar el problema y llevarlo dentro del proceso político para su discusión, debate y resolución. Los ciudadanos podemos definir nuestros propios intereses, organizarnos, persuadir a otros para apoyar nuestra causa, gana acceso en la estructura del gobierno. Una serie de instituciones democráticas facilitan este flujo ascendente de influencia ciudadana.

Grupos de interés funcionarían como intermediarios entre los individuos y el gobierno, proveyendo a los individuos con los medios para influenciar directamente la política pública del gobierno. El poder del pueblo no quedaría reducido sólo a votaciones cada tres o seis años. Para transformar las demandas ciudadanas en políticas púbicas a través de las elecciones que ya están en puerta en toda nuestra región, deben existir varias condiciones: Los candidatos deben ofrecer alternativas políticas claras, los votantes debemos votar con base en su preferencia política, los resultados de las elecciones deben ofrecer un proyecto y el candidato ganador debe poner en práctica lo que había prometido. Lastimosamente, en la práctica rara vez estas condiciones se cumplen a cabalidad.

No es posible hablar de una política pública en construcción de paz, sino de una "agenda" de políticas públicas, ya que son potestad estatal, pero pueden ser influidas por actores de la sociedad civil competentes que incluso pueden implementarlo. Uno de esos actores debe ser la Iglesia católica, pero evitando sustituir al Estado o generar dependencia. La construcción de paz debe responder a múltiples manifestaciones de la violencia (delincuencia común, el narcotráfico, la violencia por abuso del poder oficial, la corrupción del sistema y la violencia intrafamiliar y social), sus constantes manifestaciones y la complejidad de su tratamiento, exige actuar en varios campos, sectores y territorios, a través de una multiplicidad de políticas públicas y a través del involucramiento y articulación de muchos actores.

El principal actor, impulsor y ejecutor de estas acciones debe ser el Estado (No podemos meternos a la cancha y tratar de meter nosotros los goles), sin embargo, esto no implica que no podamos desempeñar también un rol relevante en la agenda de formulación, implementación, ejecución y evaluación (y no sólo gritar "buuuu"), porque somos nosotros los que conocemos de cerca las realidades. Diversas instancias no gubernamentales (organizaciones sociales, iniciativas ciudadanas, instituciones educativas y las instancias religiosas) pueden involucrarse como promotores, e incluso ejecutores de estas políticas públicas.

La Iglesia es una institución con vocación de liderazgo que está en capacidad de incidir positivamente en la construcción de paz en la Laguna, pues cuenta con la infraestructura, el peso histórico, el valor simbólico, la experiencia y los conocimientos necesarios para ayudar en esta tarea. El proceso está comenzando. Asumir el trabajo en la construcción de paz, más que una acción estratégica, es una necesidad.

piensalepiensale@hotmail.com

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