Gómez Palacio y Lerdo Violencia Gómez Palacio Buen Fin Gómez Palacio

PIÉNSALE, PIÉNSALE

ARTURO MACÍAS PEDROZA

Cardenales y Ciudadanos

Los cardenales de la Iglesia tienen una gran responsabilidad en la elección del nuevo Papa. Para ello hay toda una estructura resultado de años de historia. El Papa es el obispo de Roma, el sucesor de san Pedro, y como tal...

... se elegía por el clero y los fieles de Roma. Demasiado frecuentemente fue elegido por el emperador. En la época posterior, el obispo de Roma fue incluso designado por las poderosas familias romanas que de esa manera se disputaban los favores del nuevo Papa. Ciertos papas fueron asesinados en la época oscura de la Edad Media. Posteriormente el obispado de Roma se convirtió en algo muy apreciado al ser parte de los Estados Pontificios. Hubo durante un tiempo, y no sin graves consecuencias, la investidura laica: el poder del emperador o rey, confería al Papa los emblemas de su autoridad. Evidentemente, jamás se cuestionó que el poder mundano confiriera el poder espiritual: todo obispo, incluyendo el Papa, recibía su poder espiritual por la imposición de manos de otros obispos, sucesores de los apóstoles. En 1509, el Papa Nicolás II decretó que, en adelante, sólo los cardenales podían elegir al Papa. Así ganó la libertad religiosa dentro de la elección del Papa. La elección se hizo mejor y sin peligro de influencia de otros intereses.

Hoy, poco tiempo después de la dimisión del Papa, todos los cardenales menores de 80 años son convocados al Vaticano y ahí, en una sala bajo llave (de ahí el nombre de cónclave), eligen en secreto y sin influencia indebida aquel que será obispo de Roma, jefe supremo de la Iglesia católica, el Papa, sucesor de Pedro.

Toda la grey católica desea que esta elección sea hecha con toda libertad, en secreto y sin influencias ajenas a lo que es propio de la Iglesia. Se prohíbe tener comunicación con el exterior, se hace dentro de un ambiente de oración, con protocolos bien establecidos. Toda la Iglesia está atenta a este proceso, todos piden que sea libre de intereses mezquinos, que los cardenales sean iluminados por el Espíritu Santo para que elijan al Papa que necesita la Iglesia. Sería muy grave que un cardenal se dejara llevar por intereses particulares, compadrazgos, regalos o influenciado por campañas, como las que nos gastamos en México; mucho menos serían aceptables los vicios y triquiñuelas que caracterizan nuestro sistema electoral. Obvio.

También entre La Laguna se han iniciado las campañas electorales y los ciudadanos debemos tener la misma responsabilidad que se les exige a los cardenales. También nosotros debemos estar exentos de corrupción y manipulación. La importancia de elegir la autoridad, sea en Roma, sea en La Laguna, requiere de todos los ciudadanos la preparación adecuada, el conocimiento de los candidatos, la seriedad y madurez para discernir, la libertad de influencias externas, manipulaciones o intereses mezquinos, la profunda reflexión ante Dios y ante nuestra consciencia para poder elegir el mejor, el que Dios quiere, el que el pueblo necesita.

También la historia de nuestro México nos enseña que ha costado mucho, no sólo en a dinero, sino en derramamiento de sangre, la democracia que nos da la posibilidad de gobernarnos por nosotros mismos. Fruto de ello es el sistema electoral que ahora tenemos (que aún le falta consolidarse y que tiene el riesgo de degenerar y de perder lo que se ha ganado). La elección de presidentes municipales y legisladores que se está preparando, requiere de cada uno de nosotros como ciudadanos, a hacer una decisión responsable y bien reflexionada. Están en juego muchas cosas valiosas en estas elecciones y no podemos dejar en manos de otros lo que nos toca a cada uno de nosotros como ciudadanos.

En teoría, los partidos políticos son esenciales para organizar las mayorías populares para ejercer control sobre el gobierno. La plataforma que adoptan, estableciendo principios y posiciones políticas, ganan candidatos que estén de acuerdo con ellas; informan y educan a los votantes sobre los asuntos públicos; organizan y dirigen campañas basadas en principios y asuntos; y después de ganar el control del gobierno, organizan la legislatura para asegurar que sus políticas serán promulgadas. En la práctica, los partidos raramente actúan de esta manera.

Para transformar las demandas ciudadanas en políticas públicas a través de las elecciones, deben existir varias condiciones: los candidatos deben ofrecer a los votantes alternativas políticas claras, que incluyan propuestas de construcción de paz, y acciones a nivel de zona metropolitana (urge un metrobús para toda la Laguna, por ejemplo). Los votantes deben votar con base en sus preferencias políticas, los resultados de las elecciones deben ofrecer una "agenda de políticas públicas" y el candidato ganador debe promulgar las políticas sobre las que hizo campaña. Lastimosamente, en la práctica rara vez estas condiciones se cumplen a cabalidad.

Como actores de la sociedad civil competentes, podemos influir en la implementación de las políticas públicas. Es necesario reorientar a nuestras instituciones de seguridad y justicia con un compromiso de todos los actores sociales, sin que nadie quede excluido, para hacer frente a la crisis de violencia que enfrenta la región.

La responsabilidad de garantizar la seguridad es jurídica y políticamente el deber del Estado mexicano en su conjunto, en cada ámbito de gobierno. Los presidentes municipales que vamos a elegir para gobernar esta área tan violenta del país tendrán una responsabilidad histórica en este proceso y al asumirla deberán ser apoyados de manera decidida por los gobiernos estatales y federal. La politización de la seguridad y de la justicia es el riesgo mayor que enfrentamos en esta crisis. Cada líder del poder púbico tiene una responsabilidad especial incluyendo los legisladores nacionales y estatales. Todos los actores sociales compartimos la responsabilidad de aplicar nuestro trabajo y liderazgo para sostener un esfuerzo de largo plazo.

Las elecciones son la oportunidad (no la única) de que la sociedad haga escuchar sus opiniones, destacar los problemas existentes y exigir la solución, inclusive de problemas de extrema gravedad. Se corre el riesgo de observar éstos con resignación o indiferencia, en perjuicio de la oportuna y adecuada solución a cargo de las autoridades. Debemos avanzar hacia la plena capacidad de convertirnos en agentes de cambio.

No sólo los cardenales; también nosotros tenemos responsabilidad similar de elegir, de contribuir por medio del voto a la elección de los legisladores y gobernantes y, a través de varios modos, a la formación de las orientaciones políticas y las opciones legislativas que favorezcan mayormente el bien común. La vida en un sistema político democrático no podría desarrollarse provechosamente sin la activa, responsable y generosa participación de todos.

Piensalepiensale@hotmail.com

Leer más de Gómez Palacio y Lerdo

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Gómez Palacio y Lerdo

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 843459

elsiglo.mx