El mundo que parecía muerto, despierta como un inmenso capullo que brota con enorme potencia. No hay mejor campaña publicitaria que la que hace la naturaleza para anunciarla: luz, color, vida, sonido, temperatura… La vida se renueva, el mundo renace. Todas las culturas celebran desde tiempos inmemoriales la entrada de la primavera:
Aún ahora es la fiesta principal en China; en Europa la diferencia entre una estación y otra es muy notable y la llegada de esta estación es fácilmente percibida y celebrada; La fecha de la fiesta de Pascua que celebran cristianos y judíos es variable precisamente porque la celebración se realiza en la primera luna llena de primavera, uniendo el aspecto teológico y religioso de la resurrección, creación y recreación, al primitivo sentido de vida que renace.
Precisamente en esta cultura de la muerte, la llegada de la estación primaveral trae consigo una serie de acontecimientos, que son esperanzadores en nuestra querida región Lagunera: la reunión de gobernadores de Durango y Coahuila, con encargados de la seguridad nacional con la promesa directa de restablecer la paz; el inicio coordinado de acciones promotoras de procesos de paz por parte de las diócesis de Gómez Palacio y de Torreón; el surgimiento de iniciativas y organizaciones ciudadanas de autodefensa a nivel nacional y local; la recién promulgada ley de víctimas, cuyas bondades hay que conocer; finalmente, pero no menos importante, la elección en la Iglesia Católica del Papa Francisco.
Ciertamente, el desencanto estaba haciendo presa de muchos, pues la situación de violencia que comenzó ya desde hace algunos años, se agravaba día a día, a niveles cada vez mas insospechados. Cuando pensábamos que no podía estar peor, sucedía algo que superaba en crueldad o en número los acontecimientos pasados. Cuando alzamos los ojos al cielo para implorar la ayuda divina, solo veíamos helicópteros sobrevolando nuestro cielo lagunero. Se pasó del estado débil al estado fallido, aumentó la seguridad privada y desapareció la policía, se perdió la credibilidad en la democracia y en el estado de derecho, se llegó a la ejecución de líderes y funcionarios, hubo actos terroristas y aumentó la crueldad.
Pero, ahora vemos signos de esperanza, aunque con la consciencia de que hay que reconstruir desde abajo. Hemos descubierto que las causas no son tan simples y las soluciones no lo son tampoco y que requieren una actitud nueva. Experiencias y acontecimientos de otras latitudes del país y del mundo nos dan ideas más claras de lo que se necesita. La tarea no es fácil, pues se requiere organización, coordinación, participación, transformación de actitudes, sistemas, esquemas, criterios y estructuras que son causantes de la violencia.
El objetivo es construir paz incidiendo en bien de la sociedad, creando nuevos valores, impulsando procesos a nivel personal, comunitario y de incidencia social con acciones como:
-Reflexión y formación para una cultura de paz
-Atención a víctimas (personas, familiares y comunidades).
-Descubrir las raíces de las violencias para poder trabajar en acciones que lleguen al fondo del problema, identificando las estructuras, las actitudes y los comportamientos violentos que generamos diariamente nosotros mismos para empezar a dar verdaderos frutos de conversión y transformación.
-Colaboración e intercambio de experiencias. Apoyo solidario, vinculación, diálogo. Ser propositivos.
-Rescate de espacios sociales (familia, amigos, teatros, cines) impulsando en ellos una nueva dinámica.
-Colaboración con organizaciones y personas sin límites ideológicos o religiosos.
Esta primavera no será nueva si no vivimos un renacimiento personal y comunitario. Vivamos estos próximos días santos como una experiencia renovadora del corazón, que deje atrás el pragmatismo material que ha dejado este modelo económico-político, absolutizado a través de los medios de comunicación, y que ha permeado la propia vida de fe y la cultura de nuestra comarca. Podremos soñar entonces en una Comarca Lagunera en paz, con más empleo, mejor comunicada, con ciudadanos comprometidos, con buena educación, donde nuestros niños puedan salir a la calle sin miedo, donde haya familias con valores, casa sin rejas, ciudadanos sanos en cuerpo y mente, autoridades honestas, donde se respete al medio ambiente, una comarca con agua, limpia, con jóvenes entusiastas, etc.
¿De que manera podemos ser constructores de paz?
piensalepiensale@hotmail.com