Desierto. '¿Cómo decir que hemos vencido al desierto cuando el desierto sigue allí, más desierto que nunca, más que vencido, muerto?'
¿Hemos vencido al desierto?
Apenas centenarias nuestras jóvenes ciudades hermanas, agonizan. ¿Qué puede decirse cuando la mayoría de la juventud manifiesta que, si pudiera, se iría? ¿Qué ciudad puede subsistir cuando la juventud se va? ¿Cómo detener la gente tierna cuando la tierra enferma ya no ofrece lo de ayer? ¿Cómo decir que hemos vencido al desierto...
... cuando el desierto sigue ahí, más desierto que nunca, más que vencido, muerto? ¿En dónde está su vida? Porque desierto no es sinónimo de muerte, sino de vida apreciada, cuidada, pequeña, escondida; pero lo hemos transformado en yermo y cementerio. Agoniza junto con la cardenche canción. ¿No es esta "Laguna" todo menos laguna con agua? ¿No es el arsénico un veneno?¿El padre Nazas nos ha dejado huérfanos? La producción agrícola ha decaído en forma alarmante: ¿dónde está tu oro blanco, dónde tus vides? La ciudad industrial de Gómez Palacio, que en sus inicios fue llamada un poco irónicamente: "el desierto mejor iluminado del mundo", por su infraestructura visionaria, se convirtió en un lugar sagrado para el que necesitaba llevar el pan a su familia. Atrajo gente trabajadora nacional y extranjera. Embellecieron las ciudades y el comercio. Las casas estaban habitadas. La educación se desarrolló convirtiéndose en una de las regiones con mayor oferta educativa. Esta tierra, desde los irritilas, los laguneros, los bárbaros del norte o los chichimecas, hacía de los nómadas sedentarios, antes por la educación jesuítica (aun actualmente) y hoy por muchas otras ofertas educativas. El desarrollo democrático ha desencaminado pasos. Lo político y social dejan mucho que desear. Desencanto tras desencanto, ignorancia, manipulación, impunidad, corrupción, ha hecho perderse mucho de la identidad y orgullo de ser laguneros.Tan olvidados por los gobiernos centrales de las capitales coahuilense y durangueña se hizo presa de la pobreza, la maldad y la violencia.
En este desierto, podemos llorar sin temor a desbordar el Nazas, pero podemos en él, por su serenidad, aprender a vernos a nosotros mismos, a escucharnos atentamente e incluso cantar su bondad y comenzar a vivir el renacimiento de La Laguna, porque no queremos irnos, aún pudiendo, porque queremos ser una comunidad fuertemente integrada, a pesar de las tendencias centrífugas. Hemos sido conducidos a este desierto y en él se despertó fuertemente la sed de humanidad, de cultura, de civilidad. En el desierto probamos nuestra miseria y aquí mismo ha nacido ese extraño deseo de Ser. Dios ha creado lugares llenos de agua para vivir, pero el desierto nos lo ha dado para que descubramos la importancia de vivir; para poder vernos tal como somos, poder ver cada uno su corazón, examinar sus debilidades, conocerse verdaderamente, despertar sus deseos más profundos. En el desierto de nosotros mismos, en la deshumanización traída por muchas causas, es tiempo de diálogos fuertes con nosotros mismos que nos hagan salir de esta deshumanidad sin salir de nuestra tierra. Porque no es la tierra la enferma, sino nosotros los que la hemos contaminado.
¿Qué vamos a hacer? ¿A dónde huir de nosotros mismos?
Se puede dejar el desierto, o podemos quedarnos y hacerlo florecer. ¿Qué hacer para tener un gobierno eficiente? ¿Qué cambiar yo y como controlar y exigir que se cambie lo que se tiene que cambiar? (Ciudadanía, participación, asociación, democracia, partidos, elecciones…). ¿Cómo combatir la corrupción, la contaminación, la falta de agua? ¿Cuáles son las causas de la violencia y como combatirlas? ¿Cómo ser constructores de paz?
La marcha que se realizará esta tarde saliendo de catedral de Gómez Palacio a las 4 hasta la cruz amarilla del vado seco bajo el puente plateado, será no sólo una marcha por la paz, también propondrá alternativas concretas para realizar individualmente y dará a conocer las diversas asociaciones a las cuales podemos sumarnos, para una acción que incida favorablemente en la construcción de paz. Sin que la religión se quede al margen o, al contrario, monopolice las acciones y organización que necesitan para florecer este desierto, es sin duda un factor fundamental que debe ponerse a actuar para la reconstrucción de la sociedad. Elementos poderosos como la motivación, la estructura eclesial, la organización, la credibilidad, la institucionalidad, la experiencia, etc., son fuerzas poderosas que deben contribuir a la refundación de La Laguna implicando a todos los actores, incluidas las autoridades públicas e influyendo en lo económico, social, político, ambiental e interestatal.
Se trata de la refundación del lagunero como persona humana. Hay una necesidad o es más, un imperativo de actuar teniendo en cuenta los diversos sectores de la realidad con una extensión muy amplia y una visión renovada, con un plan estratégico y reestructuración, para atender adecuadamente a los desafíos (internos y externos) y unirse a las exigencias de la restauración y rendición de cuentas. Hay un interés creciente por parte de muchos actores, existen oportunidades y necesidad de estrategias.
Frente a la difícil situación de descomposición social de nuestro país, y en particular de nuestra región, y fieles a los valores e ideales de amor, solidaridad, y justicia social, es imperativo responder con generosidad y eficacia. Cuando el desierto de nuestra ciudad alcanza el desierto de nuestras vidas, no podemos huir dejando atrás la oportunidad de reconstruir con estrategias, planes, programas o proyectos, que traduzcan eficazmente la voluntad de actuar en solidaridad con un desarrollo socio-económico y socio-político en busca de un desarrollo integral.
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