Renato
"Yo no puedo quedarme con los brazos cruzados", dice un hombre que ha perdido a su hijo, como tantos otros, víctima de la violencia. Apenas hace poco estaba deshecho literalmente; había experimentado en carne viva la ineficiencia...
... en la impartición de justicia y no esperaba muchos cambios. ¿Qué le hizo cambiar de actitud? Renato. Un nieto que nació seis meses después de la muerte de su hijo. Ni los tratamientos psicológicos ni las acciones religiosas tuvieron tal efecto en él como lo hizo su nieto. Sin duda ayudaron las misas y las sesiones terapéuticas para vivir el duelo, pero lo que le devolvió la alegría a su rostro y las ganas de cambiar las cosas fue la experiencia de tener a su nieto en sus brazos. Renato quiere decir renacido, pero es más bien el abuelo el que debería llevar este nombre.
Ha llegado el momento de cambiar las cosas. La violencia no es sino la punta del iceberg de una situación compleja y las cosas a cambiar son muchas. Los acontecimientos en Egipto. Las elecciones y otras manifestaciones que descubrimos en este mundo globalizado despiertan en nosotros la esperanza a pesar de situaciones que parecen fatales; ante las perspectivas electorales de este día que no son muy halagüeñas para muchos, se abre un "renacimiento" basado en pequeños signos que, como Renato, nos despiertan de nuevo la esperanza. Hay muchos "Renatos" a quienes debemos construir un mundo nuevo. No obstante, la muerte que hemos experimentado, no obstante, los signos de muerte que nos llaman a la desesperanza, a no movernos, a creer que todo es inútil. Tampoco será suficiente una simple cruz en un papel, habrá que hacer mucho más, pero ese acto de votar con esperanza ya es un inicio.
Habrá que defender nuestro derecho de esperar contra toda esperanza, basados en signos reales de renacimiento; Renatos y Renatas, que despierten en nosotros las fuerzas internas que han estado dormidas por mucho tiempo, y con ello han dejado crecer la muerte y el dolor. Fuerzas que conviene a muchos sigan dormidas y que han sido atormentadas con el opio de la ignorancia, de la tara-novela o del "baila por una tontera". Seguimos dormidos en medio de la pobreza provocada por quienes luego te dan una limosna para que sigamos apoyándolos, y además agradeciéndoselos.
La pérdida del sentido de Dios conlleva también la pérdida de la sabiduría extraordinaria que provoca la religión. Dice un escritor ateo, que lo único que cuenta es cómo llevar su vida de la mejor manera. "Nuestros problemas no se resolverán jamás, debemos aprender a vivir con nuestras fragilidades y debilidades (Alain de Botton, "petit guide des religions á l'usage des mécréants", Flammarion 2012). Esto lleva a un ambiente negativo que desprecia la vida no sólo con la violencia directa, sino despreciándola en sus diversas manifestaciones. El Señor de la vida ya no existe. Se nos proponen modelos equivocados con metas y aspiraciones intrascendentes; sin otro valor que lo material. Sin esperanza.
Pero los signos de esperanza siguen naciendo en medio de nosotros, y son la constatación de que Dios, a pesar de todo, sigue teniendo esperanza en nosotros y sigue dando al hombre motivos para seguir esperando; para continuar trabajando, para reiniciar también nosotros la construcción de un mundo para Renato. Sólo una fuerza esperanzadora tan grande, como la que encierra un bebé, puede provocarnos a nosotros mismos, como aquel hombre con su hijo asesinado, una esperanza de renovación capaz de decir: "no puedo quedarme con los brazos cruzados. Debo hacer tantas cosas aún, mientras duerme, antes que despierte. Si él descansa yo no puedo hacerlo, pues cuando él despierte quiero que vea ya algo diferente. Unas paredes limpias y llenas de color, libres de de grafitis y de propaganda política, limpiaré el ambiente ahora contaminado ecológica y corrupción. El Sol resplandecerá como nunca lo ha hecho. Recuperaré el jardín en el que yo jugaba y jugaremos juntos. El jardín que tienen descuidado, dominado, destruido, abandonado lo recuperaré con iniciativas y reclamos y hasta luchas y manifestaciones. Quiero que su vida sea capaz de ver un futuro cierto, sin miedos, sin sombras de amenazas internacionales o nacionales. Le daré un país con leyes justas, protectoras de los débiles, porque él es débil. Leyes para él y no obedezcan a intereses mezquinos. Que su sonrisa resplandezca con la confianza en que tiene una familia que lo cuida y lo quiere abrazar, porque ama el amor, porque no quiero que conozca el rencor, porque es bueno. Porque es verdadero y no ideas etéreas, porque es a quien necesito amar. Concreto, abarcable. Porque él no hace mal a nadie y nadie le debe hacer daño, porque es todo para mí. Porque es mío. Porque Renato me ha hecho renacer"
La paz no se puede construir si cada uno no reencuentra el gusto de su vida. La alegría de vivir, aquí en la tierra como en el cielo. Nuestro actos nos comprometen por lo que de cada uno depende elegir ser humano o de humillarse, de convertirnos en violento o pacificador. Depende de cada uno decir y volverlo a decir que la vida es sagrada, que es única, que es la solidaridad la que puede salvar a la humanidad. Un voto con esperanza y responsabilidad, será sólo una parte de nuestro trabajo por renacer, pero si no hay esperanza, será solo una cruz, como la que se pone sobre una tumba.
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