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PIÉNSALE, PIÉNSALE

'Los ciegos y el elefante'

RAÚL MUÑOZ DE LEÓN

El relativismo está haciendo grandes daños a nuestra sociedad porque no tiene enemigos. Nadie se ocupa de él. Suena "dulce" a nuestros oídos cuando parece decir que todas las opiniones son verdad, que cada quien tiene su verdad.

Sentimos que somos tomados en cuenta, pero en realidad están siendo destruidos los sistemas de creencias y valores que nos dieron solidez y seguridad y se nos está obligando a aceptar verdaderas aberraciones de otros. Tiránicamente, aunque con dulce engaño, se exige aceptar lo inaceptable "porque cada quien tiene su verdad".

Esta mentalidad surgió del capitalismo que nos ha separado y encerrado en nosotros mismos. Todo depende del punto de vista del sujeto. Se defiende como un valor fundamental el que cada quien actúe según su propia convicción. No se admiten verdades ni principios absolutos que vayan marcando una pauta en el ser y obrar de la sociedad. Cada persona tiene su verdad y su moral. Suena bien, pero. ¿En dónde está la trampa? ¿No está bien que cada quien sea y obre de acuerdo con sus convicciones, sus verdades y sus posturas? Confundimos personalismo con individualismo y la persona humana no puedo serlo sin la comunidad y la comunidad no es contraria a la persona, sino que la forma. Yo no me he hecho a mí mismo, como lo declara el constructivismo, Somos "interpersonalidad" por definición. El comportamiento actual busca liberarse de las concepciones y costumbres heredadas por considerarlas esclavizadoras, pero al rechazarlas pierde lo que le daba sentido a la realidad. Ahora sólo se buscan consensos basados en la mayoría y no en la verdad. Sólo así se puede vivir. Soporto al otro y sus ideas y él las mías. Aislados. Yuxtapuestos. Estamos sin compartir una historia, una verdad, una realidad. "Cada quien su rollo".

Para ilustrar mejor el problema y descubrir por qué no puede sostenerse esta concepción, veamos la historia de unos ciegos que nunca habían oído hablar de los elefantes. Tratando de saber lo que eran, los pusieron ante uno de estos paquidermos y cada uno lo describió según la parte del elefante que había tocado: uno tocó el colmillo y dijo que el elefante era algo duro, pequeño y cilíndrico; otro tocó el estómago y lo describió como una pared arrugada, blanda y grande; el que tocó la cola lo consideró pequeño, delgado y flexible; para el que abrazó una de las patas dijo que el elefante es como un tronco de árbol, arrugado y redondo; el que tocó la oreja de ninguna manera coincidió con las descripciones de los demás. Sin duda cada uno tenía su percepción del elefante; su propia verdad. Cada uno daba su opinión basado en realidades concretas, no falsas, pero parciales. La discusión fue mayúscula cuando intentaron ponerse de acuerdo. Como en el relativismo, cada quien tiene su propia experiencia de la "verdad".

No obstante la realidad percibida por cada uno de los ciegos, hay algo que no se debe olvidar: Que el elefante existe independientemente de las percepciones parciales; incluso es más que la suma de las experiencias parciales, pues la realidad "elefante", sobrepasa incluso la suma de las percepciones; las trasciende. Siempre habrá cosas que pasarán desapercibidas para los ciegos: Origen, color, historia, funcionamiento interno, etc. El elefante existe, independientemente de que sea o no percibido. Si eso pasa con un elefante, con mayor razón lo podemos decir de otras verdades universales que, percibidas más o menos parcialmente por la luz de la razón, corren el riesgo de falsear la percepción de la verdad: Siempre serán limitadas y no pueden proclamarse como verdades absolutas. No puede nadie encerrarse en su propia verdad, pues entonces se hará una mentira al absolutizarla: "El elefante es como una manguera de bombero", dijo el que tocó la trompa).

Abrirse humildemente a la verdad, incluso a la verdad revelada, no le quita dignidad al hombre que es en esencia un buscador de la verdad. Estamos hechos para ello. Al contrario; renunciar cómodamente a la verdad, es renunciar a nuestra humanidad. Esto tiene mucho su aplicación con la vida diaria, aunque sea especulación filosófica. La tiranía del relativismo nos quiere obligar a aceptar como verdad lo que no es; su fuerza es simplemente deshumanizadora; sin exagerar se ha convertido en el principal enemigo del hombre, pues ha llevado a aceptar lo inaceptable, a legalizar lo ilegal, a justificar lo injustificable, a hacer racional lo irracional: Esta tiranía nos ha impuesto leyes que surgen de un simple consenso y no de la verdad que debe tutelar la Ley. Basados en una supuesta "modernidad"; nos obligan a aceptar sus "razones" emitidas por "intelectuales" cerrados a la verdad; Esta tiranía nos ha impuesto "derechos" y nunca habla de las correlativas obligaciones. El cinismo con el que se está llevando a cabo la administración pública a todos los niveles se basa en este relativismo que quiere hacernos aceptar gastos irracionales, impuestos injustos, corrupción e impunidad. Si nada es verdad, si cada quien tiene su verdad. Tendremos que aceptar como bueno lo que para nosotros es un mal gobierno; lógico: Cada quien tiene su opinión. La contaminación de esta mentalidad ha entrado en nuestra vida y nos ha quitado la capacidad de rechazar lo que está mal, pues para otros está bien. Actuamos con coherencia e inconscientemente ante este tirano que dulcemente nos ha esclavizado; al perder la dignidad ya no tenemos nada que defender. El mismo relativismo tirano nos impide unirnos para defendernos. Somos monadas, individuos aislados. Completos en si mismos, sin necesidad de los otros. Además, si no hay verdades eternas y permanentes ya no hay nada que esperar. No hay futuro, no hay ideales por los cuales luchar, no hay motivos para vivir.

Pero este tirano no puede soportar una crítica ante quienes descubren su engaño: Al proclamar como verdad universal que todo es relativo, se contradice a sí mismo teóricamente. Pero también en lo práctico, pues rechazar a todo el que no piense como él, rechaza lo que predica: "cada quien tiene su verdad que hay que respetar". La tiranía de este monarca no acepta a quien proclame verdades permanentes y absolutas: "Son retrógradas o fundamentalistas que, no van con la "modernidad". Hay que destruirlos, marginarlos, burlarse de ellos. ¿En qué quedamos, pues?

¿Cómo ha influido este dulce tirano llamado relativismo en tu manera de actuar? ¿Descubres las consecuencias de esta mentalidad en los ambientes que te rodean? Piénsale.

piensalepiensale@hotmail.com

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