Gómez Palacio y Lerdo Violencia Gómez Palacio Buen Fin Gómez Palacio

PIÉNSALE, PIÉNSALE

ARTURO MACÍAS PEDROZA

Fragilidad y eutanasia

En estos días de reencuentro con la familia nos acordamos de los que ya no están con nosotros, a quienes hemos amado y que se nos han adelantado. Pero es también la ocasión de meditar el misterio de la vida y su fragilidad: un gran tesoro en vasijas de arcilla que se rompen con el vaivén incesante del tiempo. La ausencia, la enfermedad, la muerte, nos recuerdan que estamos de paso por la tierra, en marcha hacia un horizonte desconocido.

Cómo es difícil aceptar esta fragilidad humana. En particular en las sociedades como la nuestra que le atribuyen tanta importancia a la imagen, frecuentemente en detrimento de la realidad de la vida, tejida simultáneamente de momentos de felicidad y de desventura. Y aunque la violencia en nuestra Comarca Lagunera quiere mostrar, con incesante y creciente crueldad, el poco valor que le atribuye a la vida, víctimas y victimarios como parte de la sociedad de consumo, a fuerza de estar fabricando para sí mismos una imagen aparentemente brillante, olvidan prepararse para afrontar su fragilidad. Entonces cuando vienen las pruebas de la vida, las enfermedades, la vejez, la muerte, sus cimientos ficticios colapsan: Ya no puede sostener la aparente imagen. Está excluido del juego, ya no es "útil". Ante su espejo roto, impotente, se hace vulnerable en extremo.

En tales circunstancias, la posibilidad de la eutanasia y en algunos países del suicidio asistido se plantea un grave problema: ¿Ante estos momentos de gran fragilidad, cómo resistir a los engañosos cantos de sirena? ¿Aquellos que murmuran que cuando una persona ya no es útil o que está costando dinero a la sociedad, el acto último de su libertad sería aceptar que ponga fin a sus días?

Lo que es presentado como un acto de libertad o como un sacrificio necesario es, en realidad, una terrible alienación, una sumisión del ser humano al condicionamiento de una sociedad ciega que sólo sirve al materialismo. Esta alienación es combatida por las religiones monoteístas. Recordando la Presencia divina, ellas abren un espacio de libertad entre la persona y la presión de la sociedad. La religión invita a quienes creen en Dios y a quienes no creen, a descubrir la visión de lo cotidiano, a interrogarse, a volver la vista hacia el infinito, a rechazar los yugos que lo reducirían a no ser sino un peón en medio de una masa manipulable. A reconocer que la vida se desborda por todas partes en donde hay construcciones humanas. La raíz de la religión desenmascara la imposición de sistemas que pretenden erigirse como guías de conciencia. Es por tanto importante que la religión pueda tomar parte en el debate público. ¿No será que para poder manipular al hombre se promueve un laicismo ponzoñoso que deje al hombre no sólo sin Dios, sino también sin esperanza? ¿No se querrá reducir al hombre a un simple ser manipulable, explotable, que se puede usar e incluso prescindir de él, cuando ya no sirva a los fines de la productividad y el consumo.?

En la ciudad de México, ante las propuestas que se están haciendo para la "modernización" de la ciudad en cuanto a legislaciones en este sentido, no puede ser considerado como "evolución y progreso" el dejar fuera las opiniones venidas de la religión. ¿Qué significa este rechazo "laicista"? La recta laicidad es una justa autonomía que no desoye los beneficios de la religión, eso está bien y es deseable. Si embargo, el laicismo promueve un ponzoñoso combate a todo lo que sea religión. La crítica se ha concentrado en dos puntos. Algunos ven una maniobra para poder continuar con los debates sobre la procreación asistida, la eutanasia y el aborto; otros ven el regreso de una laicidad sectaria que quiere impedir a las grandes religiones tomar parte en el debate público. Los próximos meses traerán la respuesta a esta cuestión.

Rechazamos a los violentos criminales porque han olvidado que somos hermanos y han sembrado sufrimiento y muerte, pero no vemos que son víctimas de otras violencias en la sociedad y en la familia. Cuando sin coherencia admitimos la manipulación del hombre aprobando leyes que permiten la muerte de inocentes no somos muy diferentes de ellos. Unos y otros necesitamos regresar al camino que reconoce al hombre y a todo hombre como sagrado, inviolable, imagen de Dios, hermano. El recuerdo de nuestros amados difuntos es también una afirmación del valor que tiene para nosotros la persona humana, independientemente de sus años, utilidad o productividad. Que su separación de entre nosotros es una gran pérdida y la fe en el reencuentro con los seres queridos es una esperanza que permite seguir viviendo y creando humanidad.

Mientras tanto, las discusiones éticas son la reflexión de todos, porque ellas diseñarán la imagen futura de nuestra sociedad, así como los límites entre la presión pública y la libertad de la persona frágil. Será peligroso privarse de cuestionamientos de aquellos que consideran que el ser humano es sagrado y que rechaza que su muerte pueda ser determinada en función de modas del momento, de contingencias económicas o de presiones sociales.

piensalepiensale@hotmail.com

Leer más de Gómez Palacio y Lerdo

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Gómez Palacio y Lerdo

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 929673

elsiglo.mx