La humanidad se encuentra ante esta nueva época tan complicada y cambiante como si estuviese perdida en un oscuro, espeso, frío y peligroso bosque; acechada por variados peligros busca el camino que la conduzca a la seguridad de la cabaña del guardabosque. Pero no sabe hacia dónde ir. No conoce el rumbo. En medio de la profunda oscuridad no ve la luz de la cabaña del guardabosque que podría salvarla. En torno a esta humanidad se abren caminos posibles tan tentadores y variados que se atreve a recorrer: Algunos no son, sino círculos que no la llevan a ninguna parte y termina donde empezó; otros, aunque atractivos y prometedores, no son, sino callejones sin salida; algunos otros son definitivamente mortales para la humanidad al ser conducida directamente a fieras despiadadas y hambrientas comehombres; otras opciones no son, sino precipicios que la hacen caer en su dignidad hasta lo más profundo; también existen los caminos que están sembrados de trampas tan atractivas como mortales; hay caminos llanos y floreados, pero que simplemente van en sentido contrario. El que posee la fe es como aquel que, estando en el mismo bosque y rodeado de los mismos peligros, vislumbra la luz que emite la cabaña del guardabosque que podrá salvarlo. Sabe el rumbo, camina seguro. Sabe la justa dirección y el camino correcto.
El próximo domingo se clausura el año de la fe que el Papa Benedicto XVI invitó a vivir a toda la cristiandad y que el Papa Francisco concluirá. Sin duda era necesaria una renovación por parte de la Iglesia; todavía está por verse que tanto cumplió su objetivo. Después de varios eventos y acciones y dentro del marco de la planeación prospectiva, La diócesis de Gómez Palacio clausura el año de la fe con un magno evento en el auditorio del Instituto Francés de La Laguna el sábado 23 de noviembre a las doce del día. Al concluir este año de la fe con sus diversas acciones, y siempre y cuando hayan sido fructíferas, habrá una diócesis con cristianos durangueños con fe, con rumbo seguro, para poder sortear los peligros que amenazan en este "bosque-desierto" lagunero y enfrentar los retos propios de nuestro tiempo y región: Las repercusiones de las cuestionables acciones del Gobierno federal, las demandas de seguridad, las iniciativas de participación ciudadana que se vislumbran (ELLA, Consejo Lagunero Ciudadano, Laguna yo te Quiero…), las problemáticas ante las nuevas administraciones municipales, las repercusiones entre nosotros, de las manoseadas reformas estructurales aprobadas y las que están por aprobarse…
¿Qué tienen que ver estas problemáticas locales con la fe? La planeación que está por terminar la diócesis lleva como idea fuerza la comunión y el reclamo de revisión y conversión constantes, con una mirada al mundo y su problemática y con una conciencia de su propia y activa responsabilidad eclesial y social. Esto sin duda repercutirá atacando problemáticas fundamentales como el individualismo y la falta de participación y de conciencia ciudadana. Aún falta concretizar acciones, pues el plan aún no concluye, pero esta idea fuerza ya es prometedora en sí misma.
Los hombres de fe son un regalo, un don, una riqueza, una fuerza orientadora para una sociedad que busca caminos de salvación. Si la fe de los laguneros se renueva vendrán sin duda beneficios concretos de progreso real en nuestra comarca. Como dice el documento sobre la fe del Papa Francisco: Gracias a la fe podemos reconocer que cada día se nos ofrece un "grande Amor", un amor que " nos transforma, ilumina el camino y hace crecer en nosotros las alas de la esperanza para poder recorrerlo con alegría" (Lumen Fidei n. 7). Gracias a la fe, podemos mirar con realismo el futuro y, llenos de confianza, cuidar que nadie nos "robe la esperanza". Es pues una mirada positiva de quienes se dejan atraer y envolver totalmente en Dios. El Papa Francisco y a Benedicto XVI son dos auténticas luces de fe y de esperanza para el hombre contemporáneo. (Arzobispo Muller, presentación de la encíclica) y nos enseñan la disponibilidad para transformar y transformarnos; para ir más allá de nuestro egoísmo e individualismo. Contra los que tiranizan con el relativismo y rechazan toda verdad y, a fin de cuentas a Dios, el hombre de fe se revela contra esta tiranía y une la verdad con la religión y con el amor. No es una verdad puramente interior, no es un libro, una idea, es la luz nueva que nace del encuentro con el Dios vivo, que toca a la persona en su centro y pone en juego a toda la persona y sus relaciones y prepara un lugar en el que el hombre pueda convivir con los demás y ponerse al servicio de la justicia, del derecho y de la paz. La verdadera fe, la sana fe, la fe auténtica, no aparta del mundo ni es ajena a los afanes concretos de los hombres de nuestro tiempo, contribuyendo al bien común.
La fe no es pusilánime, hace respetar la naturaleza, nos invita a buscar modelos de desarrollo que no se basen sólo en la utilidad y el provecho; nos enseña a identificar formas de gobierno justas. Si no hubiera fe en nuestras ciudades, se debilitaría la confianza entre nosotros, pues quedaríamos unidos sólo por el miedo, y la estabilidad estaría comprometida. La fe ilumina la vida en sociedad con una luz creativa en cada nuevo momento de la historia. Sin embargo, la luz de la fe no disipa las tinieblas del bosque, no explica todo, no libra de las fieras y peligros ni quita la responsabilidad de caminar, sino que guía en medio de nuestros pasos que a veces pueden trastabillar, pero nos basta para caminar. Si este año de la fe ha creado hombres y mujeres así, entonces podemos esperar mejores tiempos.
¿Qué tan iluminadora para su vida es la fe que usted tiene? ¿Qué tanto es fuerza transformadora de su vida, de su familia, de su Comarca Lagunera? ¿Qué tanto es pretexto para evadirse de responsabilidades con la sociedad? ¿Qué tan unificadora es las fuerzas en favor de la paz y la justicia?... Piénsele.
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