Y EN LA TIERRAPAZ A LOS HOMBRES
Dentro de tres días celebramos la Navidad y con ella los deseos de paz y bienestar suenan renovados y anhelantes en nuestra Comarca Lagunera. Ya no son sólo frases hechas. El deseo de paz es una aspiración que nace desde
Los más profundo de nuestro ser ante la violencia, injusticia e impunidad que ha marcado profundamente nuestra región. Ya no suena la canción "La Filomena" como lo hizo en otros tiempos en todo el país manifestando el desarrollo económico, industrial y agrícola y ofreciendo a muchos la posibilidad de tener algo tan sagrado como lo es un trabajo digno: "La Laguna tiene dinero, la Laguna tiene algodón…"
Es manifiesta la situación de violencia, no sólo porque continúan los delitos contraviniendo los decretos presidenciales y las estadísticas oficiales que las declaran "inexistentes", sino también porque hay otros signos de injusticia que son también formas de violencia y que se perciben por la ciudadanía, no obstante, el deseo de ocultarla con la neblina provocada con las informaciones oficiales y los medios oficialistas que ocultan datos, manipulan información y distraen con juegos deportivos, novelas, noticias intrascendentes, concursos, etc. Es manifiesta la desilusión ante los cambios prometidos en el país y en la región. Las inversiones no llegan, las obras de Gobierno estatal siguen ausentes, las nuevas administraciones municipales de Lerdo y Gómez están apenas despegando. Las leyes recién aprobadas por el congreso dejan mucho que desear a nivel de respuesta a las necesidades de la ciudadanía para resolver la problemática nacional. El bien común no parece que sea la motivación de estas leyes, sino más parece una repartición de botín entre fuerzas que buscan intereses particulares o de grupo. "¿La patria es primero?"
Por otro lado, las bondades que pudieran tener las flamantes leyes están muy lejos de aplicarse aún, pues casi todas quedaron en leyes generales sin reglamentación aún. Dos excepciones, son la Ley General de Víctimas y la reforma judicial que han sido fruto de activismo de los seguidores de Javier Sicilia e Isabel Miranda de Wallace, y que son unas joyas que pueden ser muy valiosas en la reconstrucción de la paz con justicia y dignidad, aunque aún necesitan la implementación en cada estado y el conocimiento por parte de la población para que puedan ser exigidas y rectamente aplicadas (Alguna vez una diputada manifestaba que después de hacer muchos esfuerzos para aprobar una ley, veía desilusionada que la población no se interesaba en conocerla y lo que podría ser un instrumento útil para la población quedaba en letra muerta).
Pero si la Navidad es una renovada confianza en la posibilidad del restablecimiento de la paz, ésta no solo debe entenderse desde una dimensión individual y espiritual, sino expresarse también en el bien común y en la paz social. La Navidad no sólo es un suceso pasado, sino que es un misterio vivo presente y actual, capaz de transformar la historia humana. La encarnación del Hijo eterno de Dios, da como resultado una acción benéfica y continua de Dios dentro de la historia humana, que implica a todos los seres de la naturaleza y a todas las personas en su condición espiritual, moral y física, consideradas individualmente y como pueblos. Celebramos la reconstrucción de la humanidad que Dios realiza por medio de su Hijo Jesucristo -cuyo nacimiento conmemoramos en estas Fiestas de la Navidad- Al pueblo que vive sin ánimo ni esperanza, cautivo por los poderes nacionales e internacionales, Dios ofrece no sólo un recuerdo romántico, sino una reconstrucción de las ciudades y de los ciudadanos. La razón por la que interviene en favor de los desvalidos de su pueblo es que: "Yo, el Señor, amo el derecho y aborrezco la rapiña y el crimen" (Is.61,8).
Dios se interesa de la triste condición de violencia que viven los desvalidos y por eso el gozo ante la llegada del Salvador al mundo y la confianza en el poder de Dios para cambiar el rumbo de una historia que les era adversa. "A Dios le interesa que las estructuras no sean dirigidas por mafias de soberbios codiciosos que planean estrategias políticas y económicas, que causan opresión y exclusión de seres humanos; muerte por la miseria y el hambre, por las guerras que destruyen poblaciones enteras y por la devastación del medio ambiente, base del sustento de la vida en el planeta, sino que sean justas". (Fray Raúl Vera, Mensaje de Navidad 2013).
Pero la paz es artesanal; se construye; se trabaja por ella. Nadie puede excluirse de este trabajo, pues pertenece a la misma naturaleza humana el ser recíprocos, responsables y buscar la comunión con todo ser humano sin excepción alguna y los que reconocemos al Dios como Padre de toda la familia humana, nos impulsa a vivir una fraternidad universal que promueve el desarrollo integral y genera la paz social, como equilibrio entre la liberta y la justica, entre la responsabilidad personal y la solidaridad, entre el bien individual y el bien común. Desde la fraternidad entre los ciudadanos, la comunidad política funciona con transparencia y responsabilidad, porque la ciudadanía se siente representada por los poderes públicos, sin menoscabo de su libertad. Todo esto redunda en que las personas vivan en una armonía entre sí, en donde se comparte la estima mutua. Pero la corrupción y el crimen organizado se oponen a la fraternidad.
El Papa Francisco, como leyendo la situación mexicana, menciona que el egoísmo individual se "desarrolla socialmente, tanto en las múltiples formas de corrupción, tan capilarmente difundidas", como en la '"formación de las organizaciones criminales" que, "minando profundamente la legalidad y la justicia, hieren el corazón de la dignidad de la persona". Sucede en el "drama lacerante de la droga, con la que algunos lucran despreciando las leyes morales y civiles", "en la tragedia de la explotación laboral", "en el blanqueo ilícito de dinero, así como en la especulación financiera" que 'asume rasgos perjudiciales y demoledores para enteros sistemas económicos y sociales, exponiendo a la pobreza a millones de hombres y mujeres", "en la abominable trata de seres humanos", "en los delitos y abusos contra los menores", "en la tragedia desatendida de los emigrantes con los que se especula indignamente en la ilegalidad". "Sin embargo -concluye el Papa- el hombre se puede convertir y nunca se puede excluir la posibilidad de que cambie de vida. Me gustaría que esto fuese un mensaje de confianza para todos, también para aquellos que han cometido crímenes atroces, porque Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva" (Cf. Papa Francisco, Mensaje para la XLVII Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2014, n.n. 2, 3, 8).
Que el trabajo por la paz incluya exigir el cumplimiento de obligaciones y promesas de autoridades, organizar, proponer, vigilar el gasto público…, en resumen: Participar. Que seamos capaces, incluso, de renunciar a privilegios, de promover ingresos justos, la inclusión social de los pobres y el fomento de los Derechos Humanos.
Que esta Navidad se reavive la esperanza por la búsqueda de la paz. Con una justicia más perfecta que incluya un desarrollo integral de todos. Dejar de ser una masa arrastrada por las fuerzas dominantes y convertirnos en una ciudadanía responsable en el seno de nuestra Laguna. El ser ciudadano fiel es una virtud y la participación en la vida política es una obligación moral. En estos momentos aciagos y difíciles para nuestro pueblo, no podemos decaer en nuestra esperanza, de que la justicia al fin vencerá, y de que el derecho volverá a instalarse en nuestra patria. La Navidad nos enseña la grandeza a la que estamos llamados como seres humanos, no sólo como personas, individualmente, sino como sociedad bien organizada y estructurada en el respeto a la justicia y el derecho.
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