Hacia el Siglo XX se dio un fenómeno muy interesante en Latinoamérica, el arte, en especial la pintura. Se le puede llamar un "boom" de pintores Latinos cuya obra merece reconocimiento internacional. La cual está impregnada de la cultura nacional, el dinamismo social y el folklore de lo conocido en las culturas hispanas en América.
Para tener en cuenta lo que ocurría en el Siglo XX es casi obligatorio mencionar las vanguardias, ya que esta serie de movimientos influyó de una manera contundente el nuevo transcurrir de la pintura. Después de la Segunda Guerra Mundial la capital del arte ya no se encontraba de manera exclusiva en Europa, por tanto París se convirtió en receptor de lo que llegaba de otras partes del mundo.
En la década de los cincuentas en Bogotá se presentó en una pequeña exposición a un autor que acababa de llegar a la ciudad, esta exposición tuvo un éxito considerable que permitió que el joven pintor volver a exponer y con una reputación creciente obtener los fondos necesarios para trasladarse a Europa y aprender de las escuelas preponderantes en ese continente. Sin embargo seis años después ya se encontraba de nuevo en el Continente Americano, con miras de trasladarse a México.
El atractivo de México para el artista sin duda radica en la variedad cultural que representa, además de que autores consolidados del arte moderno reconocidos más allá de las fronteras como Frida Kahlo, Diego Rivera, Siqueiros y Clemente Orozco. Durante el desarrollo de su obra se fue gestando la singularidad de su material creativo, temas variados que bajo su pincel son ciertamente una novedad para la vista y un punto de la creatividad poco explorado lo que hace sencillo reconocer su obra y que también le ha merecido el afecto del público al adquirir sus obras pues un buen numero de ellas pertenece a colecciones privadas.
Pero ¿Qué hace tan llamativa su obra? La forma en que Botero expone en sus producciones es identificada al momento. Podemos saber cuáles cuadros son suyos, en su mayoría, por las curvaturas de sus modelos y los colores claros y luminosos que utiliza, pero también los temas que utiliza dirigen a lo cercano a la experiencia. "Naranja" (1977) es un cuadro conocido en el que el tema principal es una naranja, pero aunque parezca demasiado expresarlo de esta manera, la forma curva está totalmente presente y se puede reconocer que es la curva "boterista" como se le ha llamado a su estilo. Sin embargo un tema que muchos pudieran considerar como sencillo está envestido de dignidad puesto que la naranja está centrada en la pintura, al frente y no hay nada que se interponga para apreciarla pero también tiene movimiento, por un detalle menor (en tamaño) que obliga al espectador a trazar una línea por el camino recorrido por un pequeño gusanito.
Otros trabajos como "Testimonio de la barbarie" una colección que representa el momento histórico que vivió Colombia de violencia derivada de un folklore obscuro en una representación dramática y llena de expresión de víctimas y victimarios. La temática se encuentra presente en la pintura de Botero desde los sesentas en un mural para el Banco Central Hipotecario, pero esta colección recoge piezas de 1999 al 2004, cabe mencionar que la exposición ha tenido gran respuesta en la Comarca Lagunera, quizá una empatía sobre el trama del pabellón lo que implica una respuesta natural de las personas sobre el sentir de las otras. Quizá nos sintamos identificados con lo plasmado en el lienzo y el papel, quizá veamos que no somos los únicos que experimentamos lo mismo. Pero una parte muy valiosa de la exposición es que funge como espejo de realidades parecidas en lugares distintos y sensibiliza a quienes lo ven, con sus similares.
La pintura como forma de expresión nos es familiar a todos, y pese a que todos la conocemos, cada quien se atreve a usarla pone gran parte de sí a su obra, para que los que la aprecian puedan ver no sólo a su persona sino también a aquello que quiere mostrar.
