La Revolución Mexicana se genera sustancialmente en el norte. Coahuila aporta al gran líder Francisco I. Madero con su libro "La Sucesión Presidencial en 1910" y ambos incendian el País. Durango contribuye con Francisco Villa y su División del Norte; los 21 generales de Cuencamé, encabezados por Calixto Contreras y, por supuesto, con Jesús Agustín Castro y otros revolucionarios laguneros...
... que atienden puntualmente el llamado del Plan de San Luis, el 20 de Noviembre de 1910.
Lo anterior, sin menospreciar la labor apostólica de los mártires y grandes ideólogos, los hermanos Jesús, Ricardo y Enrique Flores Magón, y otros muchos que desde el periodismo y la lucha social, sembraron la semilla de la inconformidad hacia la Dictadura.
Sin embargo, centrándonos en el tema a tratar el día de hoy, La Gran Batalla de Gómez Palacio en 1914, previa a la Toma de Torreón, diremos que:
La ubicación estratégica de las ciudades laguneras en el centro-norte del país, que las convirtieron en paso obligado de las comunicaciones ferroviarias y posteriormente carreteras, y sobre todo la riqueza que generaban las grandes extensiones productoras de algodón y de guayule, la naciente industria y el comercio que propiciaba la masiva inmigración de inversionistas y trabajadores, las hacían susceptibles de codicia, por parte de los ejércitos revolucionarios y federales
Torreón era sede de consulados de muy diversos países y de bancos nacionales y extranjeros, y por su parte Gómez Palacio, con su Casa Redonda era el segundo centro ferroviario en importancia del País.
Todas esas circunstancias económicas y de transporte, atributos de La Laguna, nos llevaron, sin quererlo, al escenario de la batalla: El financiamiento para la guerra y los medios para la movilización de tropas.
Es así como se dan las tomas de Torreón de: 15 de mayo de 1911; 1 de octubre de 1913; 2 de abril de 1914 y 22 de Diciembre de 1916, sucesos en los que La Laguna de Durango, aporta su cuota de sacrificio.
El 16 de marzo de 1914, el general Villa parte de Chihuahua con 7,600 hombres, de la División del Norte, embarcados en 15 trenes y comandados por los generales Maclovio Herrera, Toribio Ortega, Eugenio Aguirre Benavides, Felipe Ángeles y José Rodríguez, además por los coroneles Trinidad Rodríguez, Miguel González y Máximo García, con la determinación de recuperar la plaza de Torreón, que a principios de diciembre de 1913, habían evacuado las últimas fuerzas villistas al mando de los generales Calixto Contreras y J. Isabel Robles.
Por su parte, la División del Nazas al mando del general José Refugio Velasco, se había acuartelado en Torreón, contando con 7,000 hombres que incluían un cuerpo de oficiales de lo más selecto del Ejército Federal y con más de 19 piezas de artillería y vastos pertrechos de guerra.
En el convoy ferroviario revolucionario se transportaban 29 cañones, 1,700 granadas, ametralladoras y demás elementos bélicos, sin faltar el vagón de la brigada sanitaria con personal médico, enfermeras, instrumental y medicamentos que constituía un botón de muestra de la División por su admirable organización. Se afirmaba que ni los federales poseían uno igual. En Camargo se les agregó el general Rosalío Hernández, acompañado de 600 efectivos.
Al llegar a la estación Conejos (municipio de Mapimí) y luego de amainar una tormenta, el general Villa reunió a sus generales y les dio instrucciones para iniciar el combate: Por la izquierda comandando las brigadas Zaragoza, Cuauhtémoc, Madero y Guadalupe Victoria, avanzaría Eugenio Aguirre Benavides, con la misión de tomar Tlahualilo: Por el centro y el flanco derecho harían lo propio las demás brigadas para replegar al enemigo y llegar hasta Bermejillo. Por el flanco derecho a mayor distancia, iría la brigada Morelos, con 2,000 hombres, al mando de Tomás Urbina, quien venía desde Nieves con órdenes de tomar Mapimí.
Todo se cumplió al pie de la letra. Los federales tuvieron que retroceder hasta Gómez Palacio, lo que provocó que concentraran alguna parte de sus avanzadas en la hacienda de Sacramento, de donde Eugenio Aguirre Benavides, el domingo 22 de marzo, reforzado por el general Rosalío Hernández, los desalojó.
Villa y Ángeles, por teléfono desde Tlahualilo, habían pedido a Velasco que entregara la Plaza de Torreón a lo que no accedió, no obstante, la cortesía con que se lo solicitó Ángeles. Villa, en aquel momento, tomó el auricular y sostuvo una simpática conversación con un oficial federal radicado en Gómez Palacio:
"-¿Con quién hablo?
-Con Francisco Villa.
-Conque con Francisco Villa ¿eh?
-Sí, señor, servidor de usted.
-Muy bien, allá vamos dentro de un momento.
-Pasen ustedes, señores -contestó Villa.
-Bueno, prepárennos la cena.
-Muy bien. Y si no quieren molestarse nosotros iremos, pues no hemos andado tantas tierras nada más que para venir a verlos.
-Y qué, ¿son ustedes muchos?
-No tantos -respondió Villa-, dos regimientos de artillería y diez mil muchachitos para que se entretengan". (*)
La División del Norte continuó su camino hacia el sur instalando su campamento en la hacienda El Vergel. Desde ahí, Villa decidió lanzarse a tomar la ciudad de Torreón.
Mientras tanto, replegados en Gómez Palacio, los federales habían tomado providencias distribuyendo lo mejor de su artillería en el Cerro de la Pila, que dominaba ampliamente los alrededores, y en los terrenos de la Jabonera La Esperanza y de la Casa Redonda de ferrocarriles, en espera de la llegada de los revolucionarios. Para contenerlos estaban preparadas las tropas al mando de los generales Eduardo Ocaranza, Ricardo Peña, Agustín Valdés y el orozquista Benjamín Argumedo, todos ellos dirigidos por el Gral. Velasco.
La intención de los federales era presentar resistencia en las ciudades de Lerdo y Gómez Palacio. Confiaban en que el escenario de la guerra no llegaría a los terrenos de Torreón, que era el objetivo valioso a resguardar.
El día 23 de marzo se concretó la estrategia del general Villa para atacar Gómez Palacio y, de inmediato, el clarín llamó a combate. El ala derecha de la División del Norte, integrada por las brigadas González Ortega y Benito Juárez, se extendería en una línea de tiradores de más de 5 kilómetros; en igual condición se dispuso el ala izquierda formada por las brigadas Villa y Guadalupe Victoria; mientras que el centro lo ocuparían 2 regimientos de artillería y 2 batallones de infantería. Las tropas eran encabezadas por el general Francisco Villa, montado en su caballo alazán y rodeado de sus trescientos "muchachitos" Los Dorados, su Estado Mayor.
Todo ese contingente de hombres a caballo, enardecidos por la arenga y el carisma del Centauro del Norte. Armados de fusil y de artefactos explosivos, eran una verdadera avalancha que envolvería y, a fuerza de temeraria persistencia, conquistaría el Cerro de la Pila y todas las posiciones federales para asaltar finalmente la ciudad de Torreón.
Mientras esto sucedía, Maclovio Herrera, cumplía su cometido, apoderándose de la ciudad de Lerdo, que distaba en línea recta unos 5 kilómetros del centro del combate.
El primer ataque de los villistas que, previamente, habían desmontado y amarrado sus cabalgaduras en las afueras de Gómez Palacio, se realizó con una carga de infantería contra la defensa del Cerro de la Pila, la que resultó muy desfavorable, ya que fueron diezmados sin piedad por los huertistas, aprovechando éstos su posición de privilegio.
El general Felipe Ángeles, al ver la situación adversa, tuvo que suspender los ataques de artillería para no atentar contra su propia gente, que a esas alturas del combate luchaba cuerpo a cuerpo con los federales. Ángeles, modificó la ubicación de sus cañones y prosiguió la embestida sobre los federales atrincherados en el Cerro..
Sobre aquellos cruciales momentos de la Batalla de Gómez Palacio de 1914, los historiadores, hermanos Luis y Adrián Aguirre Benavides, nos relatan: "Los ataques y contraataques se repitieron desde el lunes 23 hasta el jueves 26. Los villistas, en cargas suicidas, caían sobre los fortines, ascendían penosamente los cerros, para ser rechazados una y otra vez, en medio del tronar de los cañones y el tableteo de las ametralladoras… Acompañaban al general Villa todos sus generales… también Calixto Contreras y José Isabel Robles. A éste dijo Villa:
"-Créame: estamos peleando la más dura batalla de cuantas han de presentarnos los sostenedores de Victoriano Huerta; necesitamos aquí de toda la perseverancia de nuestro mayor impulso". (**)
La lucha era a vencer o morir. Con el triunfo en La Laguna, los constitucionalistas se irían sobre Zacatecas para expulsar definitivamente del poder al usurpador Victoriano Huerta.
Ese intermitente apoderamiento de una posición (El Cerro de la Pila y otras) para luego perderla y volverla a recuperar en la lucha cuerpo a cuerpo, librada durante cuatro días, además de un río de sangre y un cerro más de cadáveres, dejó constancia en nuestra tierra del valor y del fervor hacia la causa revolucionaria que profesaba la gente de Villa.
Después de ese holocausto fraternal, que ojalá nunca se repita, se vislumbró en el horizonte la toma de Torreón de abril de 1914.
El próximo año se estará cumpliendo para estas fechas, el primer Centenario de la Gran Batalla de Gómez Palacio. Pueblo y gobiernos: municipal, estatal y federal, justo es que desde ahora proyecten y materialicen en su momento, un programa conmemorativo a la altura del sacrificio humano y patriótico que enmarca tan grandiosa epopeya.
El Cerro de la Pila, pacientemente ha esperado que se delimite y formalice el espacio destinado para crear un mirador (con balaustrada), un museo, un altar cívico en honor de los caídos (en la especie de socavón, donde alguna vez fue banco de piedra ) o alguna otra acción que reivindique ese rincón de nuestra más pura historia.
.Confiamos en unos y otros. Es buen momento para empezar. Nos encontramos el próximo domingo D. M: Agur.
(*) y (**) Los dos textos citados, así como gran parte del acervo histórico referido, fueron tomados de la obra de los hermanos Luis y Adrián Aguirre Benavides "Las Grandes Batallas de la División del Norte", Segunda Edición 1965, Editorial Diana, y además del ensayo "Torreón bajo el Fuego Revolucionario" de la maestra Silvia Castro Zavala..
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