Un dechado de elegancia, en 1948. Salón Petronio con su grupo musical, cantinero, piano, barra y contrabarra.
La Plaza Juárez y sus Bares (II)
Aunque Usted no lo crea de Ripley: Gómez Palacio,
la ciudad con más cantinas en el mundo".
Esta hazaña, descrita en el epígrafe, se publicó por aquellos años cincuenta o sesenta, en el gustado cartón de "El Siglo", nos ilustra el Arq. Manuel Ruiz de Esparza, y vino a consolar a todos aquellos recalcitrantes gomezpalatinos que conservaban en lo más profundo de su corazón, la frustración que les produjo el "ya merito" del famoso "Picoleto" Prado, que obtuvo, batiéndose como león en Uruguay (1955)...
... y en Francia (1958) consecutivamente, el Subcampeonato Mundial de Frontón de Palmeta larga y corta. ¡Ufff… por fin conseguimos un récord mundial! Ya nos puede recoger el Señor.
Francisco Prado Hernández, bautizado como "Picoleto" en su niñez cuando boleaba en la Plaza Juárez, nos comenta su señora esposa Mary Zarzosa Gómez, participó en el Primer y Segundo Campeonatos Mundiales de Frontón, celebrados en Montevideo en 1955, y en las ciudades francesas de Biarritz, Bayonne y Hossegor en 1958, donde llevando de compañero al duranguense Juanito Ramos conquistó, por parejas, el mencionado Subcampeonato. ¡Un auténtico deporte del pueblo, por el pueblo y para el pueblo! La referencia anterior, nada que ver con la rebatiña que se está dando en los procesos electorales de nuestros municipios conurbados, Ustedes disculpen.
Para darles una idea, regresando a nuestro tema, de la magnitud de nuestra gran tradición cantinera, que nos colocó en el pináculo de las grandes ligas en el consumo de cerveza y "margayate", amables lectores, damas y caballeros, a continuación y como botón de muestra, haremos un recorrido por la avenida Victoria de norte a sur y mencionaremos por orden de aparición, los establecimientos del ramo, vigentes en los años cuarenta y cincuenta:
Antes de iniciar la relación, dejamos en claro, nos valdremos de una abreviatura para referirnos a la esquina donde se ubicaban o ubican los bares, teniendo como base la avenida Victoria, ejemplo: El Triunfador (E. C. Matamoros), que significa que el Salón está o estaba situado en el cruce con la calle citada).
Partiendo de la calle Mutualismo, rumbo al sur, teníamos: Las Dos Palomas (ahí mismo) El Triunfador, (ya conocido), El Trébol (E. C. Josefa Ortiz de Domínguez), La Estrella -después- del Norte y El Río Grande (E. C. González Ortega), a unas cuantas puertas de éste último, rumbo al poniente El Frontera, La Villa del Mar (E. C. 20 de Noviembre), El Monte Carlo, La Victoria, Las Playas y El Piedras Negras, estas últimas cuatro cantinas (desde los años treinta y cuarenta) daban servicio, en las cuatro esquinas de la confluencia con la calle Centenario, ¡Quihubo, no que no se daba el póker de ases!
Continuemos con nuestra retahíla de la avenida Victoria: El Ariel y El Centauro (en E. C. Zaragoza, el segundo, de gran lujo, operaba en la esquina del edificio donde de 1962 a 65 estuvo la gloriosa Escuela "Pedro de Gante"), El Lagunero (E. C. Juárez), El Riego (contiguo a la tienda de Ropa El Triunfo, ¡que chulada, su ramillete de empleadas!), El California (E. C Escobedo), La Cascada, El Carta Blanca y El Tequila (tercia de ases, ubicadas en E. C. Patoni) El Piquete (E. C. Degollado), El Veracruz (E. C. Zarco) y el restorán-bar de el Motel El Campestre y, frente a éste, El Golfito, que siguen firmes; incluimos estos dos por ser, en aquel tiempo, los últimos bares del extremo sur de la ciudad. ¿Qué tal, 23 oasis en plena aridez? Ya si no vencíamos al desierto, ¡sí hasta le pusimos en la progenitora!
A esta céntrica avenida, sólo la superaba en número de cantinas, el Sector Rojo del norte de la ciudad, con un número superior a 30. No cabe duda que nuestra zona comercial ofrecía muchos y "variados" giros.
Bueno, todo en la vida tiene su lado bueno y su lado menos bueno. Como la Luna, su fase radiante y su cara oscura. Hablemos de lo bueno. Corría fama, que nuestro Gómez Palacio era una ciudad de fácil orientación: "¿Pero cómo -se preguntaba la gente- si muchas aceras no cuentan con la debida nomenclatura, qué ocurre?" Elemental mi querido Watson, diría (nunca lo dijo, aunque se insista en atribuírselo) Sherlock Holmes. Sucede que cuando alguien, fuereño o vecino, preguntaba sobre el domicilio de alguna persona o negociación, cualquier paisano le respondía, "ipso facto": "en un ladito de El Ariel", "dos cuadras más allá del Francia", "adelantito del "charco" La Gloria, de Balta Galván", ¡y no había pierde!
¿Quieren que repasemos otra avenida, para mayor ilustración? Les noto "picados", mis queridos lectores (me refiero a los varones; para las damas, mis respetos). Recordar es volver a vivir, señores ex trasegadores, A.A., diabéticos, hipertensos, antiguos e ilustres guerreros de báquicos combates. Pues hay les van las de la Morelos, de norte a sur, misma época, partiendo de la calle Matamoros:
El Cruz Blanca (ahí mismo), El Cuatro Copas (E. C. Josefa Ortiz de Domínguez), El Parralito (E. C, González Ortega), Mi Delirio (por la acera de enfrente), frente a éste El Charco de don Artemio, El Chicago (dando vuelta a la derecha, por la 20 de Noviembre), El León de Oro (E. C. Constitución), Los Amigos y El Centro Club (E. C. Independencia), El Club Lagunero (frente a la Plaza), El Petronio, El Parral y El Iris (éstas tres últimas, ya las habíamos mencionado anteriormente como la tercia de la Plaza), La Cotorra y El Princesita (E. C. Mártires).
A las piadosas y suplicantes frases: "Consuma con moderación". "Si maneja, no tome. Si Toma, no maneje". "No tome, sus hijos lo esperan en casa", Se contraponían las tentaciones del diablo, mal consejero: "Sirve igual, 'Changota' ", así se le identifica a Jesús Castrejón, el legendario barman del llorado Francia; "dos tanques y un peso de veintes" (para la rockola); "la última y nos vamos" (una de las tres mentiras del mexicano)… Esos eran otros tiempos.
Ya bájale, cronista, a tu diatriba contra el ancestral placer de paladear un buen vino, y recuerda, no te hagas, que no hace muchos años en el programa televisivo "Crónicas de La Laguna" del colega y gran amigo doctor Manuel Terán Lira, al ser entrevistado sobre el tema que nos ocupa, el señor licenciado don José Luis Rocha Menchaca, manifestó en defensa de las cantinas que, éstas eran nada más y nada menos que los clubes sociales de la gente del pueblo, imposibilitada para departir en los recintos donde se degusta el coñac y los habanos: "lo que en el rico es alegría, en el pobre es borrachera,". ¡No tuerzan!
El cantinero mexicano es, por antonomasia, el psiquiatra del humilde paisano incomprendido (para que quede claro que no hay homofobia), su confidente, su Doctora Corazón. Cuántas tragedias han evitado nuestros pacientes y comprensivos maestros de la barra y del arte de "dar bola". En cambio, las novelas de Televisa son el manual por excelencia para iniciarse en la intriga, la defraudación, el crimen, la infidelidad, los desbarajustes familiares y, últimamente, hasta en el crimen organizado.
Otra cosa sería si las señoras, en lugar de "clavarse" en la tele, se fueran a socializar al calor o, más bien, al frescor de una "cheve" con sus amigas y regresaran a casa, gritando: ¡ya llegué, viejo jijo del máiz! ¿Ah, verdá? No se crean, mejor ahí le dejamos. Nos encontramos el siguiente domingo, D. M. Agur.
P.D. La Banda de Música No. 2 del Estado de Durango, ha sufrido recientemente la pérdida de dos de sus grandes maestros: Don Jesús Macías Medina y don Agustín Lozoya Flores. Expresamos nuestras sentidas condolencias a sus compañeros y apreciables familias.
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