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PLAZA PÚBLICA

La Plaza Juárez y sus Bares (III)

“Entre este bar de gran ciudad, de lujo, surtidísimo y un “Charco”, no existe gran diferencia, los dos sirven para lo mismo...”

“Entre este bar de gran ciudad, de lujo, surtidísimo y un “Charco”, no existe gran diferencia, los dos sirven para lo mismo...”

HÉCTOR RAÚL AVENDAÑO

“Si el vino interfiere en tu trabajo, deja el trabajo”.

El Diablo (perturbador de almas)

Por azares del destino, antes de visitar cristianamente los siete templos, siendo muy niño, once años, nos tocó como vendedores de Lotería, recorrer las más de cien cantinas de Gómez Palacio (les digo, el Diablo no descansa), y metro a metro, centímetro a centímetro, toda la ciudad. Qué quieren, la carga hace andar al burro, o más bien los azotes de la vida.

Y todavía preguntaban algunos ingenuos al suscrito, andando en campaña en 1995 para diputado local por el más importante distrito local del Estado, el XI (abarcaba las colonias Las Rosas, El Campestre, el Parque Industrial Lagunero, con su potencial económico y productivo, el centro comercial, y el perímetro de Sacramento (área rural), por Gómez Palacio y todo el municipio de Tlahualilo), ¿cuándo empezaste tu campaña? ¡ande, esa pregunta ni se pregunta!

Desde siempre, conocimos y sostuvimos trato con borrachos y con sobrios (éstos últimos, la inmensa mayoría). En la convivencia con nuestra gente tuvimos el privilegio de palpar y disfrutar: el Ser Lagunero, que por encima del insoportable calor (inmigré en mayo de 1956, procedente de la ciudad de Durango) me cautivó, y muy pronto me sentí uno más de los fanáticos adoradores de este bendito terruño: "Cerros grises y pelones, tajos llenos de "fabada", una bola de "camiones" y un calor de la 'tiznada' ".

Nuestro trabajo de vendedores ambulantes nos acercó con las gentes más humildes: obreros, campesinos, empleados del comercio, artesanos, locatarios, cantineros, vecinos de las colonias populares, así como con empresarios, comerciantes y profesionistas, con los que, a la fecha, mantenemos una estrecha amistad.

En múltiples ocasiones hemos recibido muestras de confianza de nuestra gente. Me precio de haber sido el único de los "billeteros", que en la Agencia de la Lotería Nacional de Gómez Palacio, contigua al Cine Palacio (cuya concesionaria era la bella señora Alma Ponce de Cuadros Vidal, que por cierto, fue Reina del Carnaval de Coahuila en 1950, organizado por el Club de Leones de Torreón) recibía a consignación su dotación de billetes, esto es, sin necesidad de comprarlos y estar obligado a venderlos. Vaya mi más cariñoso recuerdo para la bondadosa señorita "Coco" Ochoa Camacho, encargada del despacho, que me contemplaba con ojos maternales. Para ella, este servidor, era Hectitor. ¡Dios, la tiene en el cielo!

Compañeros del que escribe, en la venta de billetes de Lotería: los hermanos Juan y Raúl Cabral Salazar (hijos de don Juan y doña Socorro, propietarios del restorán La Gatita Blanca, de gran fama por sus ricos taquitos dorados, sito junto a El Petronio, por la Centenario); Juan, un joven del barrio de Trincheras y "La Bruja", un señor maduro (en 1960), que utilizaba una bicicleta "valona"; respecto de éstos dos últimos, lamentablemente no recuerdo, con propiedad, sus nombres.

De su época, 1957-59, Nacho Gutiérrez Valenzuela, recuerda a sus compañeros billeteros: Beto Martínez Adriano y Toño Ramírez Carrillo, ambos, brillantes boxeadores profesionales, Elías Esquivel López, Miguel Jaime, los hermanos César y Víctor Manuel del Toro Vega, Los "Toritos", y a Enrique Torres Cabral, que compraba y vendía sus billetes en la ciudad de Torreón.

Eran aquellos tiempos en que los niños, además de ir a la escuela, colaboraban para completar "el chivo" (del Latín, o mejor dicho del GómezpaLatín: alimento) de sus hogares. Las hacendosas madrecitas se lucían con los más variados manjares surgidos de sus cocinas. Los Taboada Ávila, Julio Ricardo y Juan, ofrecían en canasta el pan casero; otros niños: los tamales, las empanadas, el cacahuate tostado y enchilado, las semillas de calabaza tostadas, en los bares, y los más con su cajón de bolear en ristre. ¡La ciudad toda, era nuestra!

Disculpen la digresión, pero con eso de que hoy está en vigor la Ley Seca, con motivo de la Jornada Electoral, quise despistar al principio de la crónica, el tema de las cantinas, no vaya a ser que nos acusen de infractores y nos den "fresco bote"

Mas como dijo el ratón (perdón el escritor español Pío Baroja), ya "encarrerados"… "¡Viva el buen vino, que es el gran camarada para el camino!".

En los años cincuenta los expendios de alcohol y vinos y licores en botella cerrada, eran los comercios que surtían a la población de su bebida predilecta y de alcohol de caña de 96 grados, apto para ingerir o para remedio. Algunos no manejaban éste último giro, por no contar con autorización gubernamental para tal efecto, pero los cinco o seis que funcionaban en nuestra ciudad, tenían un anexo donde se vendía mezcal, zotol y tequila a granel, esto es, copeado. A estos recintos para degustación se les llamó "charcos", por aquello de que eran muy frecuentados por los "ranas", "catarrines" o "teporochos". Sí, los que a perpetuidad andaban en l'agua.

Los depósitos con vocación de charco, se ubicaban en: calle Ocampo, El Cairo, contiguo a la Papelería Villarreal, hoy Papelera del Nazas; El Tupinampa, por la Victoria, al lado sur de la antigua Ferretería La Palma; frente al reloj del mercado José Ramón Valdés, se situaba el de las Bodegas de Santa Rosa; los de A.V. y L., S.A., uno en contraesquina de la cantina La Imperial (Ocampo y Allende) y el otro por avenida Ferrocarril esquina con Josefa Ortiz de Domínguez, y el de las Bodegas de Jalisco, en Allende y 20 de Noviembre, en contra esquina de El Bacardí.

A tan singularísimos recintos del beber, que eran frecuentados por paisanos vestidos de casimir y de dril, de huarache y de calzado Domit, se les identificaba, con piadoso fervor, como el "hospital". Ahí, con hipocrático comedimiento, atendía el "doctor" desde muy de madrugada, a todos los enfermitos que eran despertados por la "cruda realidad" y necesitaban de un "gallito", para devolverle el espíritu al cuerpo y poder chambear o para seguir la parranda: ¡para todo mal mezcal, para todo bien, también!

En la misma década de los cincuenta, aparecieron por primera vez en La Laguna, las tiendas de autoservicio, los supermercados Roizer, propiedad de los hermanos Roiz, que además de abarrotes, frutas, verduras, ofrecieron vinos y licores. En Gómez Palacio se ubicó una sucursal en la esquina de avenida Hidalgo y Zaragoza, contiguo al Edificio Sayro, donde operaba al aire la radiodifusora X.E.R.S. Un "aguaje" digno, para la gente de bien.

Nunca imaginaron los paisanos que, a la fiebre de los bares que nos dio renombre mundial a mediados del siglo pasado, sobrevendría una incontrolable avenida de cerveza y licor, derramada por los cientos y cientos de depósitos o expendios del ramo, abiertos por toditos los lugares desde los años setenta hasta la fecha (¿llegarán a mil?). Poco falta, a esa inmensidad de fermento líquido, vertido en nuestra ciudad, para superar en volumen, a la catastrófica inundación del 15 de septiembre de 1968.

"Tú que vendes tu vino por dinero, ¿qué podrás comprar con el dinero, que sea mejor que la embriaguez del vino?". Omar Khayyam (poeta persa).

El tema de las cantinas da para mucho, se podría escribir un buen ensayo que seguramente daría mayor luz a los entresijos de nuestra idiosincrasia, a nuestro Ser Lagunero, cuya impronta es reconocida en todo México y allende las fronteras. No por nada, esta Región hospitalaria es ahora la raíz de innumerables inmigrantes de muy variadas etnias. Nos encontramos el siguiente domingo, D. M. Agur.

P.D. Expresamos nuestro más sentido pésame a las familias Irazoqui Morales, y de Juambelz, a los directivos y compañeros trabajadores de "El Siglo de Torreón", por la irreparable pérdida de la persona del señor Lic. Don Antonio Irazoqui y de Juambelz, nuestro Vice-Presidente del Consejo de Administración, y particularmente a su hija Mónica, estimable compañera del Café Literario del Teatro Isauro Martínez.

hravendano472003@yahoo.com.mx

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