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PLAZA PÚBLICA

Gómez Palacio: S O S

HÉCTOR RAÚL AVENDAÑO

Por más que nos esforzamos, no podemos compartir las opiniones optimistas de quienes tienen la responsabilidad de velar por los intereses de los habitantes de Gómez Palacio, desde los gobiernos estatal y municipal, no obstante que nos las repiten con insistencia en todos los foros y valiéndose de kilómetros de lonas; de spots de radio y tele-videos publicitarios.

Ni aún así, logran convencernos de que avanzamos, de que hay tranquilidad, de que no pasa nada.

El optimismo y empuje de los gomezpalatinos ha decaído en consonancia con la decadencia y desánimo que campea en nuestro terruño. El clima de violencia e inseguridad que llegó para quedarse y la desalentadora actitud de una policía dependiente del Estado, que invierte su papel para adoptar el de quienes deberían de combatir (se habla de atracos a gente de trabajo), le han dado la puntilla a nuestro proverbial espíritu de superación. Muy pocos paisanos se aventuran en un negocio de mediana inversión, que fomente el empleo; en cambio, proliferan los puestos de gorditas, hamburguesas, carne asada, tamales, donde el riesgo es mínimo. Nos han achaparrado, nos han cortado las alas.

El desarrollo y los números del pasado proceso electoral nos brindan un diagnóstico diáfano y preciso del sentir de la sociedad toda. Fuera de preferencias respecto a partidos políticos y de los millonarios gastos de las campañas, la lectura de los acontecimientos y de los resultados, es aleccionador: hay inconformidad, descontento, insatisfacción.

Qué respuesta podíamos esperar de un pueblo que palidece con el constante rondar de helicópteros, patrullas militares y de policía, que presentes a cada momento, nos han encajado en los ojos y en el alma, una atmósfera de estado de sitio, de zozobra, sin que sintamos mejoría. A la sensación anterior agreguémosle un paisaje urbano deprimente.

La tristeza nos embarga al recorrer la ciudad y observar en la parte norte de la ciudad, un poco más adelante de la Plaza Juárez, multitud de terrenos baldíos, de fincas a punto de derrumbarse, sin puertas, victimas de la rapiña, que ofrecen a propios y extraños una inmediata sensación de decadencia, de decrepitud. Lo mismo podemos decir de sectores muy céntricos hacia los otros puntos cardinales. Y encima de todo el estigma del grafiti.

Basta recorrer la avenida Allende de norte a sur para corroborarlo. No hacemos nada para evitarlo. La policía de oficio debe poner un alto a la erosión del paisaje citadino. El desaseo de la infraestructura urbana invita al delito. No esperemos la denuncia para frenar la destrucción que produce el grafiti. ¿Qué nos pasa?

El problema del grafiti, tan sencillo de resolver con una sección especial del cuerpo de policía, compuesto por jóvenes nuestros, limpios, que quieran a su municipio, capacitados y auxiliados por un equipo de inteligencia, que detecte a los infractores y les ponga trampas para detenerlos infraganti. Naturalmente con una previa reforma al Código Penal y a los reglamentos municipales, para agravar las penalidades y desestimular las conductas destructivas. No es cosa menor, esa plaga tiene mucho tiempo atentando diariamente, como tarea, contra nuestro patrimonio particular y social.

Estamos de acuerdo que en ocasiones la gente necesitada, se ve orillada al hurto para comer, y destruye y se apropia de objetos ajenos para comercializarlas, sin embargo, en el caso de los grafiteros, éstos no se remedian en forma alguna con emborronar las fachadas de casas-habitación, empresas y escuelas. Estas conductas están motivadas por un enfermizo ánimo de destrucción, de sádico gozo, al disfrutar con el mohín de sus victimas.

Es urgente reglamentar la venta de botes de pintura en aerosol, de manera coordinada con los demás municipios laguneros. Ojala y las próximas autoridades, vean el remedio más allá de destinar bardas exclusivas para los artistas del spray pictórico; de organizar concursos de murales. Los grafiteros, son simplemente delincuentes que afean y destruyen nuestro paisaje urbano. Los que de veras han escogido como arte, esa faceta de la cultura plástica, no destruyen; son jóvenes de otro nivel, que estudian, que aspiran a superarse intelectualmente. No seamos ingenuos y negligentes, aprendamos a distinguir la manzana podrida de la sana.

Otro aspecto negativo que se ha dejado crecer con indignante indolencia, es el robo de bustos de bronce de ilustres próceres: el de Nellie Campobello, del jardín contiguo a la Casa de la Cultura, y el de Francisco I. Madero, de la Glorieta de Madero y Durango (las malas lenguas aseguran que no se lo robaron, sino que huyó despavorido por el nulo respeto que, entre nosotros, tiene el sufragio. Les hablan partidos), y de las innumerables placas de bronce, relativas a monumentos o actos relevantes de antiguas administraciones federales, estatales y municipales. No ha quedado rastro de las placas descriptivas del Gómez Palacio, que fue orgullo de nuestros antepasados.

Todos esos bronces que engalanaban nuestra ciudad y que hablaban de mejores momentos, fueron a parar "al kilo". Tan sencillo que hubiera sido poner un "cuatro" a los delincuentes, con vigilancia permanente, atraparlos y con ellos a los acaparachueco, y refundirlos "en paquete" al mismísimo CE.RE.SO. (disculpen, se me olvidaba que junto con la Policía Municipal, Tránsito, Procuración de Justicia y Juzgados Penales, desaparecieron por un buen tiempo, dejándonos en el desamparo, bueno seguimos a medias), esto último, otro caso para Ripley.

Lo que se ha señalado con anterioridad, no constituyen las únicas quejas de la ciudadanía, es tan sólo una muestra que nos regala la evidencia, en pantalla panorámica. No ahondaremos en las añejas obras inconclusas: El Edificio Durango, el Parque de La Esperanza, la ampliación del bulevar Alemán a ocho carriles, a la altura del 11-40, la deforestación de la Plaza Juárez; ni en la pésima ¿pavimentación? de los arroyos de las calles.

Actualmente en nuestra ciudad, se pavimenta con un "sistema moderno" consistente en tirar la piedrilla con chapopote, sin que le pase por encima la aplanadora. La dejan así por una o dos semanas para que la compacten los automóviles, para después, en próximos días, irla barriendo y recogiéndola, hasta que se la vuelven a llevar, los mismos que la trajeron. ¿Dónde quedó la bolita? Servidos mis "encaboronados" vecinos de la avenida Sur El Monte.

Los renglones anteriores se escriben con copia para las próximas autoridades municipales y legislativas, a manera de respetuosa sugerencia. Lo primero que se acostumbra al arribar a una nueva casa, es barrerla (no sería mala idea, aprovechar la escoba para renovar los "disfuncionarios" que ya hicieron costra durante las dos administraciones anteriores), asearla, reforestarla, cuidar de su patrimonio cultural e histórico, empezar a protegerla cuando menos de la delincuencia común y no quitarle el ojo de encima a la policía.

Está fresco el ejemplo del actual Titular del Poder Ejecutivo Federal, que en los meses previos a asumir el cargo, promovió la aprobación de iniciativas de reforma de leyes a través de diputados de su partido, que le permitieron al inicio de su encargo, echar a andar de inmediato, sus programas de trabajo prioritarios. Llegando y partiendo leña. Mejor escuela ni en Harvard.

Urge lavarle la cara a Gómez Palacio, al costo que sea. Más se gastó en las inútiles lonas, despensas y objetos de relativa utilidad esparcidos en las derrochadoras campañas políticas

Que se obligue a los propietarios de terrenos baldíos a que los limpien y levanten sus bardas. Pudieran darse excepciones justificadas; en esos casos, la autoridad tendrá que apoyar con material, con equipo o elementos para erradicar el mal aspecto y, para redondear, todos exentos del pago de esos permisos de construcción. Que sea por la imagen de la ciudad y de nosotros mismos. El buen estadista privilegia por sobre todo, la felicidad y el bienestar de sus gobernados.

Espero que los renglones anteriores se hayan revestido de un mínimo de elocuencia, y hagan eco en los corazones y la conciencia de gobernantes y pueblo. Ojala que muy pronto nos podamos reencontrar en la tranquilidad de las calles de la otrora Grande y Noble Ciudad Industrial de Gómez Palacio. Por lo pronto nos encontramos el siguiente domingo, D. M. Agur.

Hravendano472003@yahoo.com.mx

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