Edificio original de la Ferretería Montemayor, que actualmente es rehabilitado en su fachada por el ayuntamiento de Gómez Palacio.
La "manita de gato" que está recibiendo mediante el aseo de su fachada, el antiguo y bello edificio que ocupó la ferretería Montemayor (Allende e Independencia), por parte del ayuntamiento de Gómez Palacio, ojalá sea, el inicio de una serie de acciones que dignifiquen el Patrimonio Histórico-Cultural de nuestro vapuleado y relegado Municipio.
Ésta y otras acciones más se antojan de carácter prioritario, tales como: Rehabilitar fincas antiguas de gran valor histórico y artístico, que todavía las hay (pese a la histórica complicidad del departamento municipal encargado de preservarlas, con los depredadores. Ojo señor secretario de Obras Públicas), fachadas de templos, promoción de nuevos museos, fomento de la investigación sobre nuestro pasado histórico y publicación de los trabajos resultantes, creación del archivo municipal, entre otras.
Naturalmente que una acción reivindicadora se pudiera iniciar con una nueva campaña municipal de limpieza, a la altura y de las dimensiones de la recientemente emprendida en toda La Laguna, por la organización ciudadana Laguna Yo Te Quiero, para que acabe de fortalecerse el espíritu solidario de nuestra gente y, sobre todo, cale fuerte en la conciencia de niños y jóvenes, la necesidad de amar a nuestro terruño en los hechos y no de "puro pico", ni a través de boletines de prensa, ni mediante kilómetros de lonas de publicidad.
En estos momentos que vivimos, cualquier mejora que reciba nuestra infraestructura urbana luce, porque nuestra ciudad está urgida de jornadas de limpieza y rehabilitación en vialidades, parques, escuelas, etc. En lo referente al grafiti y al mantenimiento del aseo de la ciudad, si no se reglamenta debidamente, se vigila y se aplican sanciones ejemplares, de nada sirve embarrar esmalte sobre las paredes para tapar los pintarrajos de los vándalos.
Todos los días nos derretimos de "envidia, de la no muy buena", al observar en un canal de televisión regional la promoción turística de la ciudad capital de Durango, luciendo un centro histórico rehabilitado y enriquecido con toda la mano, dispuesto a recibir el turismo que le desembocará, la autopista que recién nos acercó a Mazatlán. ¡Y nosotros cuándo, Apá!
El Patrimonio Histórico y Cultural se define como: "El conjunto de bienes culturales y naturales, tangibles (muebles e inmuebles) e intangibles (tradiciones, celebraciones, manifestaciones culturales, en espacios, etc.), generados localmente, y que una generación hereda y/o transmite a la siguiente con el propósito de preservar, continuar y acrecentar dicha herencia" (DeCarli, 2007).
Todo ese acervo que los gomezpalatinos y los laguneros hemos atesorado durante toda nuestra historia, debe conservarse porque representa la huella de nuestros antepasados, nuestra identidad, el esfuerzo, la emoción y el trabajo de quienes forjaron esta tierra que nos acoge y nos brinda sus frutos.
Tenemos numerosos y muy variados motivos para preocuparnos y ocuparnos en resaltar, rehabilitar, conservar y difundir lo que es nuestro, lo que nos refleja y nos perfila como Laguneros.
La Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, erigida en Parroquia, el 26 de septiembre de 1900, de cuya fecha data su construcción, presenta en su fachada el natural deterioro del paso del tiempo, daños por humedades y fracturas en sus adornos de cantera. Esa obra arquitectónica, edificada dentro de la más pura tradición del ladrillo de nuestra Región, además de su belleza, representa el punto de convergencia del gran universo de la grey católica. No estaría por demás que se formara un comité de restauración, no vaya a ser que un día venga el Papa Francisco, y nos estire las orejas.
Otro caso semejante es el del hermoso Templo Expiatorio (1957), que se edificó para rescatar un sector humilde y denigrado por la existencia, entre la década de los veinte a los cincuenta, de la zona de tolerancia. La parte superior de su frontispicio, que guardadas las proporciones, nos recuerda el Partenón de Fidias en Atenas, presenta los estragos de la humedad por lluvia y descuido.
Pero dejando un poco de lado los edificios religiosos, no sea que se nos acuse de estar confabulados con el Cura don Julio Carrillo Gaucín, recordemos que tenemos joyas arquitectónicas, que desde tiempo inmemorial, son víctimas del desaire y el olvido de sus propietarios y autoridades:
La Casa de don Silvestre Faya (1912) en avenida Morelos 101 norte un verdadero portento de belleza, construida con ladrillo rojo y gris, y engalanada con cantera labrada en los marcos de sus puertas, ventanas y balaustradas. Las casas gemelas de cantera de Hidalgo 772 sur y Urrea 105 oriente y, por supuesto, la Casona de las Banquetas Altas, de ladrillo rojo y gris, única que sobrevive de las dos que adornaban ese primigenio sector de la vida de Gómez Palacio, entre otras muchas fincas rescatables. Tienen la palabra las autoridades estatales y municipales, y mediante la gestión de éstas últimas, el Gobierno federal.
No deseamos más víctimas de la negligencia, ni de la ingrata demolición, como sucedió con la no menos hermosísima casa del agricultor don Pedro Franco Ugarte, ubicada en Mina y Zaragoza; o como le aconteció al tradicional y pletórico de historia, edificio de la Academia Comercial "Isaac Pitman". Que no se repitan las tragedias de los Cines Unión y Palacio, uno desaparecido y el otro absorbido por el comercio, ante la indiferencia de todos nosotros.
Confiamos en recibir nuevas y alentadoras noticias. Nos encontramos el siguiente domingo, D. M. Agur.
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