Uno de los grandes retos del planeta, de los países desarrollados y en especial de los países en desarrollo es el de la mitigación de la pobreza. El tiempo pasa, proyectos y programas van y vienen, se destinan grandes recursos a tal propósito y no pasa nada. La pobreza sigue en ascenso y no se ve con claridad cómo pueda resolverse.
Desde la primera visión del desarrollo sostenible incluida en el Informe Brundtland en 1987 hasta más recientemente la economía verde promovida a partir de la COP 16 que se llevó a cabo en Cancún, se afirmaba que era posible el crecimiento económico sin afectar la integridad ecológica de los ecosistemas. Desde luego habría que precisar que en este contexto, se da por un hecho que el crecimiento económico está estrechamente relacionado con mayores fuentes de empleo y una mayor generación de riqueza, esta última, la manzana de la discordia por la ambición desmesurada de las nuevas (relativamente nuevas) formas de corporación financiera, que impide la distribución justa y equitativa propuesta por la sostenibilidad.
El punto es que en estos momentos continúan los problemas de distribución de la riqueza, lo cual por desgracia se vincula no sólo a una cada vez mayor descomposición social sino también a un gran deterioro y degradación ambiental.
A nivel internacional se le apuesta a un enfoque denominado integración de la pobreza y el medio ambiente, encaminado a luchar contra la pobreza, promover la seguridad y preservar los ecosistemas; se trata, de un proceso que apunta principalmente a integrar los vínculos entre el medio ambiente y la reducción de la pobreza, para lo cual se propone lograr cambios y transformaciones en la cultura de quienes gobiernan y toman decisiones. Condición de esto es, que desde los planes de desarrollo de una nación o de una estrategia de reducción de la pobreza, ocurra la integración. La aspiración es colocar el doble imperativo del crecimiento económico en beneficio de los más necesitados y la sostenibilidad del medio ambiente en el centro de todas las acciones planeadas.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, han diseñado un manual que pretende servir de guía a las oficinas encargadas de la difícil tarea de integrar los vínculos entre pobreza y medio ambiente. La intención es que este manual "no sea sólo una base de información y asistencia, sino y en especial, una fuente de motivación e inspiración para realizar una misión que algunas veces resulta intimidante y ocasionalmente frustante, pero de importancia crucial para el futuro y el bienestar de los más vulnerables y pobres del mundo.
La premisa del manual es que un medio ambiente productivo y saludable contribuye significativamente al bienestar del ser humano y al desarrollo económico en beneficio de los pobres. Los ecosistemas intactos y funcionales proporcionan servicios como la producción de alimentos, agua, combustible y fibras, así como la regulación del clima, elementos de los que naciones y pueblos dependen para obtener ingresos de la agricultura, pesca, silvicultura, turismo y otras actividades. El uso sostenible de estos servicios ecosistémicos y de los activos que ofrecen los recursos naturales es cada vez más reconocido como un factor clave en el desarrollo de economías duraderas, en el mejoramiento del bienestar humano y como una condición necesaria para el logro de Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).
Adicionalmente, el manual ofrece una gran cantidad de experiencias documentadas en una importante cantidad de países que decidieron adoptar el enfoque que el manual propone. En este sentido se comenta que se han tenido experiencias muy variables, aunque se precisa que la mayoría de dichos países no tuvo en cuenta suficientemente la contribución del medio ambiente, a la reducción de la pobreza y al crecimiento económico en beneficio de los pobres.
A decir de los organismos internacionales antes mencionados, "actualmente, la atención se ha enfocado en reducir la pobreza y la importante contribución que una adecuada gestión del ambiente puede lograr para mejorar los medios de subsistencia y las oportunidades de ingresos de las personas pobres y otros grupos vulnerables, incluyendo mujeres y poblaciones marginadas. Estos esfuerzos han tomado mayor importancia en la medida en que cada vez más, la asistencia al desarrollo adquiere la forma de presupuesto general y de apoyo al sector, con menos ayuda financiera destinada a proyectos ambientales específicos. La necesidad nunca ha sido tan urgente para demostrar a las entidades de planificación y finanzas, el valor de la distribución de los escasos recursos existentes para mejorar la gestión del ambiente, como una estrategia clave para el beneficio a los pobres y la disminución de la pobreza."