Poesía e identidad de sol y polvo
En estos días circula un disco (CD) llamado Cantos de sol y polvo en el que resuenan o susurran poemas vinculados con la Comarca Lagunera. Se ha querido encontrar en sus versos señas de identidad del ser del lagunero aunque no todos los autores son nacidos en nuestros andurriales. Es un tópico común y una preocupación constante entre nosotros “La Identidad”. Afanes psicológicos deberían indagar la causa de esa necesidad de caracterizarnos.
La poesía como expresión de lo subjetivo y de lo íntimo, es decir, como expresión de la visión y la interpretación personal de la realidad externa, expresión también de lo que se lleva en el espíritu como lo más entrañable, se nos ofrece convertida en confiable y promisorio campo de exploración para indagar sobre las características de un individuo y de una comunidad.
Al poema se le puede preguntar cómo es el poeta y el poema lo revelará; se le puede interrogar cuáles son las peculiaridades de una comunidad y también las descubrirá. El poeta del que habla el poema es el hombre. El poeta es el hombre, la mujer, el vecino, el conciudadano, el ser humano que vive en la más recóndita distancia al igual que el que pasa junto a nuestra indiferencia en las calles de la cotidianidad.
Si bien en otras expresiones verbales se pueden pizcar indicios de la caracterología de un hombre o de una comunidad, en el tejido de las palabras poéticas los encontraremos más fieles, más profundamente fieles porque el poema brota del hondo torrente de sentimientos, de pasiones luminosas u oscuras que circula por el oculto cauce de la conciencia y la inconciencia, inconfesable hasta el momento de la publicación. De tal hondura surge el poema.
Por esa virtud propia de la poesía de emerger de profundidades insospechadas y de autenticidades francas, la licenciada Marcela Pámanes habla de esencia e identidad en la introducción del disco de poemas Cantos de sol y polvo. Hablamos pues de identidad y poesía, de identidad encontrada en la poesía, lo subrayo. Lo enuncia ella cuando en el disco comienza a hablar: “Aquí está nuestra verdadera esencia. Los poetas celebran en sus cantos el nacimiento de una nueva identidad”.
El poema es el reflejo de una forma de ser, el poema otorga identidad, identidad individual, y en la suma de identidades individuales crea una identidad colectiva. El poema es significante de una forma de ser, suma de características del poeta pero también del grupo humano al que pertenece. De esa manera la poesía se convierte en una muy importante parte de la cultura. Y la cultura, entonces, ya no es reflejo de una forma de ser sino precisamente es una forma de ser. Lo que somos lo dice la cultura a la que pertenecemos.
La cultura nos caracteriza en el sentido de que dice cuáles son nuestros rasgos. La cultura nos retrata para que nos veamos y nos vean. De esa manera, la poesía como elemento de la cultura nos da identidad, una identidad para que nos reconozcamos y para que nos reconozcan. Una identidad clara permitirá autovalorarnos para ubicarnos con conciencia del propio valer ante otras identidades. Esto es lo valioso de la cultura, y en ella de la poesía, como uno de sus más notables elementos. Por eso son importantes la poesía y los poetas, el poeta y los productos de su oficio.
Con todo lo anterior habré evidenciado la importancia de la poesía o del uso estético de la palabra por los escritores para indagar sobre las características, el carácter, la identidad, el espíritu de una comunidad.
Poesía e identidad, no como entidades opuestas ni aisladas, sino como recíprocamente dependientes es lo que ofrece el disco producido por Gabriela Nava y en el que los poemas se escuchan en la voz de Federico Sáenz. Esperemos que los Cantos de sol y polvo escritos por quince plumas, teclados, máquinas diversas, sirvan para esclarecer y reforzar la identidad de los laguneros.
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