El jugador de la selección nacional de futbol de Brasil, Neymar, participa en un entrenamiento previo al partido de hoy ante Uruguay. (EFE)
Primero hay que dejar algo muy claro: el partido por las semifinales de la Copa Confederaciones que disputan hoy miércoles Brasil y Uruguay no tiene nada que ver con aquella definición de la Copa del Mundo de 1950 en el Estadio Maracaná. Ni en importancia ni en contexto.
Así que basta de hablar de otro 'Maracanazo'.
Para empezar, este encuentro ni siquiera será en el Maracaná de Río de Janeiro, que dicho sea de paso ya ni se asemeja a aquel coloso en el que más de 170,000 brasileños lloraron la inesperada derrota 2-1 de su amada "selecao" ante Uruguay. El escenario será el Estadio Mineirao de Belo Horizonte, una ciudad donde se espera que ese día salgan unas 100,000 personas a las calles a protestar por los gastos para organizar el Mundial y las deficiencias en los servicios básicos.
Tampoco estarán en la cancha Zizinho, Ademir, Chico, Alcides Ghiggia ni Juan Alberto Schiaffino. En cambio, serán Neymar, Fred, Dani Alves, Diego Forlán, Edinson Cavani y Luis Suárez los encargados de definir el primer finalista de la Confederaciones, el que se enfrentará el domingo por el título con el ganador de la otra semifinal entre España e Italia.
Y, con todo el respeto posible para el torneo que sirve como preámbulo al Mundial y que Brasil busca conquistar por tercera ocasión consecutiva, la Confederaciones no es la Copa del Mundo. Una victoria verdeamarela no borrará de la memoria colectiva brasileña de aquel partido de hace 63 años, ni un triunfo uruguayo le dará su tercer título Mundial.
Sí hay mucho en juego para ambas selecciones, sobre todo para el anfitrión.
Brasil llega entonado luego de una primera ronda perfecta, en la que metió nueve goles y sólo recibió dos, con un Neymar que anotó un gol en cada uno de los tres compromisos y empieza a justificar el calificativo de nuevo ídolo y salvador del futbol brasileño.
El nuevo astro del Barcelona no sólo metió tres golazos, sino que asistió a sus compañeros, generó peligro cada vez que tocó el balón y se llevó grandes ovaciones del público.
Una buena prueba para el que tendrá la enorme responsabilidad de darle a Brasil su sexta corona mundial en 2014.
Reconoce dificultad
El técnico Luiz Felipe Scolari, que comenzó en noviembre su segunda etapa con la selección brasileña, finalmente empieza a lograr los resultados esperados tras una serie de amistosos en los que surgieron más dudas que respuestas.
Scolari sabe que enfrente tiene a un equipo veterano, que está junto desde hace seis años, y que fue cuarto en el Mundial de 2010 y ganó la Copa América de 2011. Brasil fue eliminado en los cuartos de final en ambos torneos.
"Sabemos que tendremos que ser muy cuidadosos contra Uruguay, porque según nuestros visores es el equipo que mejor se planta en la cancha de todos los que están", advirtió Scolari, que tendrá disponible a todos sus titulares tras la recuperación de David Luiz de un golpe en una pierna. Para Uruguay, cualquier cosa que consiga de ahora en adelante es ganancia.
"Era el objetivo mínimo que nos habíamos planteado, quedarnos hasta el final del torneo", señaló Tabárez.
