En la parta baja de la tercera entrada, Victorino pegó el batazo clave, que llevó a la caja registradora a Jacoby Ellsbury, David Ortiz y Jonny Gomes. Las tres carreras marcaron el rumbo definitivo del partido. (Fotos de AP y EFE)
Inspirados por David Ortiz, los Medias Rojas de Boston completaron el miércoles su extraordinaria temporada de redención con una victoria 6-1 ante los Cardenales de San Luis que les permitió celebrar la conquista de una Serie Mundial en su propia casa por primera vez desde 1918.
El tercer campeonato en 10 temporadas fue labrado con cuatro carreras impulsadas de Shane Victorino y una aguerrida apertura de John Lackey.
"Big Papi" Ortiz, el Jugador Más Valioso, no bateó hits por primera vez en los seis juegos de la serie, pero recibió cuatro boletos, dos intencionales. El astro dominicano sólo falló en su intento de embasarse en cinco de sus 25 apariciones al plato y se aseguró su tercer anillo de campeón con la franquicia tras los ganados en 2004 y 2007.
"Esto es para ti, Boston, pasaron por muchas cosas malas este año", dijo Ortiz al levantar su trofeo de más valioso y aludir al atentado terrorista durante el maratón en abril.
Ortiz, el único miembro del equipo campeón de 2004 que sigue con el equipo, bateó para .688 en la serie (11 hits en 16 turnos), con dos jonrones, seis empujadas y ocho boletos.
Koji Uehara sacó los tres outs finales, el último frente a Matt Carpenter quien se ponchó abanicando.
Metódicamente, los Medias Rojas minaron a Michael Wacha, el novato sensación de los Cardenales que no pudo pasar del cuarto inning.
Fue una noche eléctrica en el Fenway Park. Los fanáticos en el estadio se pusieron de pie y gritaron desde el primer lanzamiento. Desde el estadio se podía apreciar el mensaje desplegado en las ventanas del edificio Prudential Center: "Go Sox".
Un doble de Shane Victorino contra el Monstruo Verde vació las bases en el tercer inning, y disparó el ruido a niveles desmedidos.
Al tanto de que era una noche histórica, los precios de las entradas para el juego alcanzaron un costo exorbitante, sobre los 1,000 dólares.
Temerosos de Ortiz, los Cardenales prefirieron no desafiarle. De todas formas, acabó la serie con un descomunal promedio de .688.
Lackey cubrió seis innings y dos tercios, en los que permitió nueve hits. Pero los Cardenales sólo pudieron anotarle una carrera, en una noche en la que dejaron a nueve hombres en circulación.
Fue un sencillo remolcador de Carlos Beltrán el que evitó la blanqueada y, además, puso fin a una tanda de 14-0 de los bateadores de los Cardenales con corredores en posición de anotar. Junichi Tazawa relevó a Lackey con las bases llenas y retiró a Allen Craig con una roleta para poner al inning, esencialmente apagándole la luz a San Luis. Brandon Workman se encargó del octavo y Uehara del noveno.
Lackey se convirtió en el primer lanzador en abrir y ganar un juego que sentenció el título del Clásico de Otoño con dos equipos distintos, luego que en su año de novato superó a los Angelinos y a Barry Bonds, en el séptimo juego de la edición de 2002.
Boston también rayó tres veces en el cuarto, en el que Stephen Drew conectó un jonrón solitario directo a la zona del bullpen de los Medias Rojas. Mike Napoli, de vuelta a la alineación como primera base con Ortiz en su puesto habitual de bateador designado, añadió un sencillo remolcador en el episodio, lo mismo que Victorino.
La temporada de los Medias Rojas apenas despuntaba en abril cuando ocurrió el atentado con bombas en el maratón de Boston. La tragedia ocurrió poco después de terminado el juego vespertino por el Día de los Patriotas. Cinco días después, al volver a jugar en su estadio, Ortiz tomó el micrófono para gritar "sigan fuertes" a los aficionados, así como emplear una palabra subida de tono para expresar orgullo de ser bostoniano.
Jolgorio total en la ciudad, con un equipo cargado de jugadores barbudos que recuperó su armonía tras perder 93 partidos la pasada temporada y que en 2011 no se clasificó a los playoffs tras derrumbarse en el último mes.
Tras el último out, el japonés Uehara se fundió en un abrazo con el receptor David Ross, mientras el resto del equipo salía despedido de la cueva.
También empezó la fiesta en el estadio inaugurado hace 101 años, el más vetusto de las Grandes Ligas, y que estaba a lleno total de 38,447 aficionados. Apenas Boston tomó ventaja 6-0 en el cuarto episodio, la policía empezó a movilizarse en los alrededores de las calles Lansdowne, Van Ness y Yawkey, anticipándose a los festejos.
Por los Cardenales, los puertorriqueños Beltrán de 4-1 con una impulsada, Yadier Molina de 4-1.
Por los Medias Rojas, el dominicano Ortiz de 1-0 pero con dos anotadas.