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¿Por qué no hay más clase media en México?

ALBERTO AZIZ NASSIF

Hace una semana el Inegi publicó un estudio para dimensionar el tamaño de las clases sociales en México. Llama la atención que la famosa clase media es sólo el 39.1% de las personas y el 42.4% de los hogares. Todavía la mayoría está en la clase baja, el 59.1% de las personas y sólo el 1.71% pertenece a la clase alta.

Hay buenas razones para explicar por qué tenemos estos números. Una forma de ver el problema es mirar la desigualdad. ¿Cuál es la perspectiva de los próximos años?

El gobierno de Peña Nieto acordó en el Pacto por México compromisos sobre el desarrollo económico. Los pactistas afirman que para combatir la pobreza se necesita crear empleo bien remunerado, que México necesita crecer a tasas mayores a 5% y que debe aumentar la inversión pública y privada. En ese acuerdo no se menciona la desigualdad. La lógica del proyecto del PRI no difiere mucho de la del PAN, es una continuación del modelo económico. Para lograr estas metas el Pacto propone mejorar la competitividad, generar un desarrollo sustentable, aumentar el gasto en ciencia y tecnología, impulsar la banca de desarrollo, aumentar la productividad en el campo, regular la deuda en los estados, transformar Pemex y fortalecer la capacidad fiscal del Estado. Un objetivo importante es mejorar los instrumentos de la regulación pública para hacer más competitivos a los mercados. Sin embargo, no se sabe cómo va a crecer la economía, ni de dónde van a salir más empleos y mejor pagados.

Se pretende más competitividad, pero mediante un mantenimiento de la precariedad laboral. A los pocos sindicatos democráticos que todavía quedan les quieren cambiar la contratación colectiva y hacer un contrato precario para los trabajadores de nuevo ingreso. La lógica es que hay otras empresas en donde se paga menos por un trabajo similar. Como ejemplo vimos el caso de los sobrecargos de Aeroméxico. México ha tenido una política de bajos salarios desde el ajuste de los años ochenta. Nuestro país es uno de los más desiguales de la OCDE; según estudios recientes el 10% más rico de los hogares tiene 26 veces más respecto al ingreso del 10% de los hogares con menores recursos; esta cifra contrasta con la mayoría de los países de la organización en donde el promedio de la diferencia es de sólo 9 veces, una tercera parte de lo que tenemos aquí (El Universal, 6/XII/2011).

La desigualdad no es producto de las fuerzas abstractas del mercado, sino de las "políticas gubernamentales que configuran y dirigen las fuerzas de la tecnología y de los mercados, y de las fuerzas sociales", como dice Joseph Stiglitz en su libro El precio de la desigualdad. Si el modelo de inserción de México en la globalización está asentado sobre la estrategia de bajos salarios, la maquila y la integración con EU, ¿de dónde va a salir el crecimiento económico cuando nuestros vecinos del norte siguen con crecimiento bajo? Hasta el momento la política social de Peña Nieto continúa por el rumbo panista: transferencia de recursos en programas sociales, es decir, una forma de administrar la pobreza, no de combatirla. A pesar de haber traído a Lula para legitimar la política social, el modelo de Brasil diferente al mexicano. Allá lograron bajar la pobreza y la desigualdad mediante un incremento al salario, sin generar más inflación; indexaron salario y productividad. Lograron un equilibrio entre mercado interno y exportaciones y su economía creció al mismo tiempo que hubo redistribución de la riqueza.

Aquí se ha hecho exactamente lo contrario, bajar el salario con el pretexto de controlar la inflación; orientar toda la estrategia a la exportación y seguir con el cuento de que primero hay que crecer y después repartir. Las exportaciones manufactureras han crecido de forma exponencial, pero eso no arrastra al resto de la economía; la inflación está controlada, pero el crecimiento es bajo y poco dinámico, tenemos lo que han llamado un "estancamiento estabilizador".

La tesis del economista José Romero nos sirve para concluir: "Sin una política industrial y con un mercado abierto a las importaciones manufactureras, un tipo de cambio sobrevaluado y un sistema financiero que no presta, es difícil tener un sector manufacturero dinámico y sin un sector manufacturero dinámico es imposible crecer a ritmos acelerados, como los demuestran los casos de Japón, Alemania y más recientemente China y Corea del Sur" (manuscrito). Y sin estas condiciones México seguirá como uno de los países de América Latina donde es más difícil acceder a la clase media.

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