Para Rosario Robles Berlanga, secretaria de Desarrollo Social, si bien el Programa Oportunidades es uno de los más importantes del gobierno de la República -con cobertura a 6.5 millones de familias-, "debe trascender su visión paternalista y asistencialista, que ha generado dependencia crónica y de por vida, respecto de las transferencias monetarias", consideró.
Aceptó que pese a las buenas evaluaciones nacionales e internacionales de Oportunidades, los impactos no se han reflejado en las cifras de bienestar social, ya que 52 millones de mexicanos se encuentran en condiciones de pobreza (47%) y 11.7 millones en pobreza extrema.
Por ello, explicó, el rediseño del Programa de Desarrollo Humano Oportunidades sin Hambre debe tener como eje la participación social, productividad y generación de ingresos para superar la pobreza generacional.
Robles consideró que "el gran triunfo de Oportunidades debe ser que las familias salgan del programa, no que se perpetúen en él, con una visión de conformismo por lo que reciben. Es lo que tenemos que cambiar, dotarlo de puertas de salida que permitan la inclusión productiva para que la gente salga adelante por su propio pie".
Aseguró que estudios han demostrado que si los programas de transferencias monetarias condicionadas no vinculan a los beneficiarios con políticas públicas que tengan un enfoque económico-productivo, un alto porcentaje de las familias caerá de nueva cuenta por debajo de la línea de bienestar. De ahí, dijo, que Oportunidades sin Hambre debe convertirse en un puente sólido hacia la equidad y la inclusión; tiene que revisar a fondo su diseño, sus instrumentos de intervención, potenciar sus fortalezas y reconocer sus insuficiencias.