Religión. Varias iglesias cristianas fueron incendiadas. El Papa Francisco pidió por que se reestablezca la paz.
Con asombrosa velocidad, Egipto ha pasado de ser una nación en crisis a un estado en verdadero peligro de caer en un prolongado episodio de violencia e incluso en una guerra civil.
Mientras la cifra de muertos se ubicó en los 638, familiares llorosos en busca de seres queridos cubrían los rostros de cadáveres ensangrentados en una mezquita de El Cairo cercana al aplastado epicentro del apoyo islamista al depuesto presidente Mohammed Morsi.
En medio de la agitación, el Ministerio del Interior autorizó el uso de la fuerza letal contra manifestantes que atacaban a la Policía e instituciones del Estado después que islamistas incendiaron edificios de gobierno, iglesias, estaciones de Policía, y cerraron calles principales en venganza por las medidas de fuerza contra sus campamentos.
La Hermandad Musulmana, entre tanto, trataba de reagruparse después de que sus campamentos de protesta fueron arrasados el miércoles y muchos líderes arrestados, haciendo un llamado a una manifestación masiva ayer en un desafío al estado de emergencia declarado por el en todo el país con duración de un mes y toque de queda del anochecer al amanecer.
Se confirmó que al menos 638 personas murieron y casi cuatro mil resultaron heridas por la violencia desatada cuando la Policía antimotines respaldada por vehículos blindados y máquinas excavadoras arrasaron los dos campamentos en El Cairo donde partidarios -en su mayoría islámicos- de Morsi permanecieron durante casi seis semanas para exigir su retorno al poder.
El miércoles fue el día con mayor número de víctimas desde que comenzó el levantamiento popular de 2011 que derivó en la renuncia del presidente Hosni Mubarak, un hito infame que no es buena señal para el futuro de una nación que ha estado convulsionada y dividida en los últimos dos años y medio.
El Ministerio de Salud dijo en un comunicado que 288 de las muertes ocurrieron en el campamento de manifestantes más grande, en el distrito Ciudad Nasr de El Cairo, mientras que 90 personas murieron en un campamento más pequeño en la Plaza al-Nahda, cerca de la Universidad de El Cairo. Otros fallecieron en enfrentamientos entre partidarios de Morsi y fuerza de seguridad en otras partes de la capital egipcia y otras ciudades.
Mohammed Fathalá, vocero del ministerio, dijo horas antes que los cadáveres ensangrentados colocados en fila en la mezquita El Imam en Ciudad Nasr no estaban incluidos en la cifra oficial de muertes. No quedó en claro de inmediato las cifras nuevas los incluyen.
Dentro del edificio, los nombres de los muertos fueron garabateados sobre las sábanas blancas que cubrían los cuerpos, algunos de los cuales estaban quemados, y sobre una pared se colocó una lista con 265 nombres. El calor hacía que el hedor de los cadáveres fuera casi insoportable dentro de la mezquita, donde había carteles con la fotografía de Morsi apilados en un rincón.
La Hermandad Musulmana de Morsi dijo que la cifra de muertos era de 2,600 y la de heridos de alrededor de 10,000, pero tales números parecen altos considerando las grabaciones de televisoras locales y regionales.
Las fatales medidas de fuerza provocaron una amplia condena del mundo musulmán y países de occidente.
Piden no viajar
El Gobierno mexicano exhortó ayer a sus ciudadanos que reconsideren sus planes de viaje a Egipto, al tiempo que convocó al embajador egipcio, Ibrahim Ahdy Khairat, para expresarle su preocupación por la ola de violencia que vive su país. El subsecretario de Relaciones Exteriores, Carlos de Icaza, convocó al embajador egipcio para expresarle "la preocupación del Gobierno de México por los hechos de violencia registrados en los últimos días en diversas ciudades" de la nación árabe, señaló la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE, cancillería).
En un comunicado, el ministerio reiteró la importancia de que las autoridades y todas las fuerzas políticas de ese país establezcan un diálogo para avanzar hacia la solución de sus diferencias, "en un marco apegado a derecho y de pleno respeto a los derechos humanos". La recomendación de no viajar también fue dada por distintos países en el mundo que condenaron los hechos violentos.
Revuelta sin fin
La polarización se intensificó en Egipto desde que los islamistas subieron al poder después de la revuelta de 2011 que derrocó a Mubarak. Las grietas sociales y problemas potencialmente explosivos como la cuestión de identidad, los derechos de los cristianos coptos y otros grupos minoritarios además de los valores democráticos nunca han sido mayores. La Hermandad Musulmana y sus aliados radicales se encuentran en un enconado enfrentamiento con los secularistas, liberales, musulmanes moderados y los coptos. Ese cisma se acrecentó después que el presidente Mohammed Morsi, fuera derrocado en un golpe militar el 3 de julio. Pero fueron las mortíferas redadas policiales del miércoles -con topadoras blindadas y las fuerzas de seguridad aplastaron dos campamentos de manifestantes- acción que será recordada como el factor precipitante de algo que había comenzado como un enfrentamiento político se convirtió en un derramamiento de sangre.
MUERTES
ocurrieron en el campamento más grande de la oposición musulmana.