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Proteínas a morir

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Proteínas a morir

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Adriana Guadalupe Miranda

En más de una ocasión debe haberle sorprendido ver cómo alguien que dice estar a dieta consume sin reparo chicharrón, chorizo, carne, huevo, tocino y otros alimentos que no parecieran ayudar a perder peso. La razón: le indicaron comer sólo proteínas. Y afirma estar adelgazando. ¿En verdad son efectivos estos regímenes?

Más que pensar en tener una buena salud y mantenerse lejos de enfermedades que llegan a causar mutilaciones como la diabetes, y males cardiovasculares capaces de provocar la muerte, las personas anhelan perder peso porque sueñan con tener cuerpos perfectos. Ser delgado y estilizado es el sueño tanto de mujeres como de hombres, pero la sola idea de adoptar una alimentación sana y realizar ejercicio puede ser una pesadilla para algunos. Por eso muchos recurren a un sinfín de dietas que prometen quitar de encima en unas cuantas semanas aquellos kilos que se fueron acumulando durante años debido a malos hábitos alimenticios y sedentarismo.

A menudo esos planes ‘milagrosos’ son recomendados no por nutriólogos sino por supuestos expertos que sin haber estudiado la carrera de Nutrición se sienten capacitados para asesorar a quienes sufren de sobrepeso u obesidad, mediante regímenes que pueden poner en riesgo la salud. Entre los más populares se encuentran las dietas altas en proteínas.

SIN CARBOHIDRATOS

Son ya famosas las dietas denominadas cetogénicas, las cuales más que brindar una nutrición balanceada limitan varios grupos de alimentos para lograr resultados más rápidos, “cuando la recomendación es que haya una pérdida de peso paulatina”, señala la Licenciada en Nutrición Eliana Ortega.

Este tipo de dietas, explica, prohíben el consumo de hidratos de carbono y fomenta el de productos ricos en proteínas. Es decir, hacen a un lado azúcares, cereales y sus derivados como pastas, harinas, arroz, etcétera, para privilegiar huevos, aves, pescados, carnes rojas, embutidos y productos lácteos. “La cuestión es que restringen un grupo importante, los carbohidratos, y además con suma frecuencia esos alimentos altos en proteínas vienen acompañados de grasas”, advierte Ortega.

De acuerdo con la especialista estos planes sí conducen a una reducción de peso pero al excluir totalmente la principal fuente de energía (los carbohidratos), pueden acarrear severas consecuencias. Y es que al verse privado de la ingesta de los también llamados glúcidos, el organismo consume en primer lugar el glucógeno, hormona producida por el páncreas para equilibrar los niveles de azúcar en la sangre y que a su vez almacenan el hígado y los músculos para poder alimentar a todas las células y sobre todo al cerebro. La carencia de hidratos de carbono también priva de diversos nutrientes como son la fibra y las vitaminas.

UN PLAN CON SECUELAS

La principal derivación de esta clase de alimentación desbalanceada es la cetosis. Se trata de un estado que se genera en el organismo cuando no se tienen los suficientes carbohidratos para obtener energía y por lo tanto se comienza a hacer uso de las grasas a fin de obtenerla.

El hígado y los riñones son los generadores de cuerpos cetónicos, los cuales se encargan de expulsar los lípidos a través de la orina. Por ello recibir sólo proteínas por periodos mayores a tres o cuatro meses suele causar daños hepáticos y de tipo renal.

Igualmente puede verse afectado el corazón ya que estos menús promueven el consumo de grasas en grandes cantidades, especialmente de tipo animal, situación que puede disparar los niveles de colesterol favoreciendo así el bloqueo de las arterias, con la gravedad que ello implica.

Otros síntomas ocasionados por la exagerada ingesta proteica son dolor de cabeza, estreñimiento, náuseas, agotamiento, mal aliento e irritabilidad; si bien no se consideran problemas serios, pueden llegar a ser muy molestos.

No hay que olvidar asimismo algo que habitualmente experimentan quienes han seguido un plan de esta naturaleza: el temido ‘rebote’. Aunque vale la pena decir que no se debe tanto a volver a comer glúcidos una vez que se logró el objetivo, sino porque se retoman los viejos hábitos.

LAS DE MODA

Algunas de las dietas altas en proteínas más recomendadas por seudoespecialistas y también de boca en boca son:

-Atkins. Creada por el doctor estadounidense Robert C. Atkins, cuyo libro ha vendido más de 10 millones de copias. Promueve el consumo de carnes, pescados, grasas, etcétera, restringiendo frutas, cereales, legumbres.

-Hollywood. Popularizada por actores y actrices, subraya la ingesta de carnes, pescado, huevos, aunque también café y algo de verduras.

-Scardale. Alta en proteínas, baja en carbohidratos y grasas, con un aporte energético inferior a 1,200 kilocalorías por día.

-Pronokal. Está dividida en tres fases (pérdida de peso, reeducación, mantenimiento). Se basa en el aporte proteico y de vegetales, es baja en lípidos y azúcares.

-Dukan. Ideada por el médico homónimo, similar a la Atkins. Dividida en cuatro fases, más reducida en grasas y con mayor consumo de vegetales.

-Cooley. Dura alrededor de 10 días, está sujeta a un aporte inferior a 800 calorías y limita al máximo las grasas e hidratos de carbono.

En opinión de la Nutrióloga Ortega, todas estas dietas resultan atractivas para la gente con problemas de peso porque la proteína tiene un nivel mayor de saciedad y al ser rica en grasas sus platillos parecen más suculentos.

Aunque la especialista enfatiza que en términos generales no es recomendable seguir planes que privilegien las proteínas debido a los posibles daños en la salud, comparte que hay casos muy particulares donde sí pudieran indicarse aunque por periodos cortos y bajo un estricto control médico: tratándose de pacientes que se han sometido a una cirugía bariátrica, bypass o manga gástrica. Si bien “muchas de estas personas tienen hígado graso, por lo que se le da prioridad a alimentos con mayor grado proteico pero bajo contenido de lípidos”.

EQUILIBRIO, LO MEJOR

Las famosas dietas ‘milagrosas’ no son nuevas, datan de varias décadas atrás; se calcula que se pusieron de moda hace 40 años a partir de los estereotipos y los cánones de belleza que se nos han presentado y reforzado.

Para evitar caer en manos de charlatanes y poner en riesgo la salud, los expertos en nutrición recomiendan alejarse de los menús que prometen una rápida disminución de peso y en su lugar se inclinan por efectuar cambios que conduzcan a desarrollar hábitos saludables de por vida. En ese contexto lo ideal es visitar a un profesional en la materia, a fin de establecer un plan personalizado en el que se incluyan todos los grupos de alimentos con las medidas adecuadas según el peso, la estatura y la edad. En un régimen regular suele aconsejarse un consumo de productos que en un 15 a 20 por ciento sean proteínas, del 50 a 60 de hidratos de carbono y del 20 al 30 de grasas. Además, se deberá tomar en cuenta el estilo de vida del individuo e incluso su nivel socioeconómico.

Es importante decir que invariablemente toda dieta ha de acompañarse de actividad física: por lo menos una hora diaria, incluyendo los sábados y los domingos. Muchos suelen descansar en fin de semana pero como menciona la nutrióloga “todos los días comemos” y erróneamente es cuando la gente suele comer más y moverse menos.

Un cambio en la alimentación tardará más en dar resultados que la adopción de un menú alto en proteínas; pero en definitiva es la mejor opción si se desea reducir de peso sin arriesgar la salud y más aún, mejorándola notablemente.

Correo-e: amiranda@elsiglodetorreon.com.mx

Fuente: Licenciada en Nutrición Eliana Ortega; www.cetosis.es.

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