Un grupo de manifestantes protestaba este lunes frente a una sucursal bancaria en el Passeig de Gracia, la avenida principal de Barcelona. Eran unos cuantos que hacían ruido con cacerolas y pitos. "Si te molesta el ruido -explicaba uno de los participantes--, imagina lo que a nosotros nos molesta perder el empleo porque todo el dinero del Estado se ha ido a rescatar los bancos."
No son éstas las únicas protestas en Barcelona. El fin de semana anterior se registró un gran mitin independentista en el Camp Nou del Club Barsa. En el resto de España las manifestaciones por la crisis económica se han vuelto habituales. Los "indignados" son parte ya del paisaje urbano español.
En Egipto las protestas multitudinarias han hecho tambalear al gobierno de Mohamed Morsi, el mismo que subió al poder al ganar elecciones tras las manifestaciones de la "primavera árabe" de 2011 que derrocaron a Hosni Mubarak. El ejército ha prometido intervenir contra el gobierno de Morsi "si no se satisfacen las reivindicaciones del pueblo", lo cual significa, al parecer, que podría haber un nuevo golpe militar.
Las manifestaciones de protesta han estallado también en Turquía, donde han cuestionado las medidas islamistas y las inversiones en desarrollo urbano del primer ministro Recep Tayyip Erdogan. En Brasil cientos de miles han protestado por el alza en el transporte y el exceso de gasto público del gobierno de Dilma Rousseff en encuentros deportivos como la Copa Confederaciones, la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos.
Las protestas no necesariamente tienen una visión clara de aquello a lo que se oponen o cómo cambiarlo. En Egipto los manifestantes en 2011 pensaban que bastaba el derrocamiento de Mubarak para lograr un país más libre y próspero. El islamista Morsi, sin embargo, es un gobernante con el mismo talante autoritario de Mubarak. Además, ha tomado medidas económicas por presión popular, como mantener los subsidios a los combustibles, que han deteriorado la situación del país.
En Brasil los manifestantes tienen razón en protestar por la elevada inversión en contiendas deportivas cuando el país sigue teniendo necesidades más urgentes. Sin embargo, los compromisos para organizar estas competencias los heredó la presidenta Rousseff de su predecesor, Lula, quien sigue siendo extraordinariamente popular.
En el mundo entero hay manifestaciones contra el capitalismo. En México, los anarquistas destruyen instalaciones de comercios y hoteles como una forma de protestar contra un sistema económico que consideran inhumano. Sin embargo, el capitalismo ha rescatado a más personas de la pobreza extrema en las últimas décadas que todos los demás sistemas en la historia de la humanidad.
Quizá las marchas son una forma inevitable de expresar la insatisfacción de los jóvenes. Las protestas, de hecho, no se limitan a momentos difíciles. Pueden y suelen estallar en momentos de prosperidad. Las redes sociales y la facilidad para comunicarse hacen más fácil la organización de estos movimientos hoy, pero ha habido protestas a lo largo de la historia sin redes sociales o internet.
Los gobiernos deben tener cuidado en su respuesta. Un exceso de represión puede hacer crecer las protestas. Pero ceder en todo ante "la rebelión de las masas", sin prestar atención a lo que realmente quieren las mayorías silenciosas o promueve un mejor funcionamiento económico, es un peligro también. De nada servirá en Egipto, por ejemplo, que el ejército derroque nuevamente al presidente si las medidas que cualquier gobierno debe aplicar para renovar la economía del país son necesariamente impopulares.
QUEREMOS ENTRAR
Mientras en Europa muchos protestan contra la Unión Europea, Croacia celebra su ingreso a la comunidad. Los países que están dentro no se están saliendo, explica el presidente Ivo Josipovic. "Por las mismas razones que ellos quieren quedarse, nosotros queremos entrar."
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