¿Qué oportunidad puede representar para una región alicaída y vapuleada como La Laguna la renovación de los ayuntamientos? ¿Qué pueden hacer los gobiernos locales frente a los enormes desafíos que tiene la comarca? El próximo siete de julio serán electas las personas que integrarán el nivel de la administración pública más cercano a la ciudadanía. En la última década, por lo menos, los laguneros han visto ir y venir gobiernos de distintos colores que han hecho grandes promesas y creado altas expectativas. No obstante, la situación de los municipios de la región ha venido a peor por múltiples causas. Frente a esto, valgan las preguntas planteadas al principio como punto de arranque para quienes aspiran a convertirse en la máxima autoridad de las ciudades de la zona metropolitana.
Ahora bien, ¿cuáles son las oportunidades y desafíos que tendrán frente a sí los próximos ayuntamientos? El hecho de que por primera vez las elecciones locales en Coahuila y Durango coincidan, representa una oportunidad de oro para los candidatos y la ciudadanía lagunera para construir una agenda común que detone el desarrollo de toda el área conurbada y sus alrededores. La visión localista, inconexa y cortoplacista que ha predominado en las administraciones municipales simplemente ya no tiene cabida. La homologación de reglamentos, la coordinación de estrategias desde el nivel municipal, la planeación de obras y programas conjuntos, son algunos de los temas pendientes por explorar.
De entre los asuntos conurbados que más preocupan destaca la seguridad. Los últimos seis años han sido para La Laguna los peores en mucho tiempo en cuanto a violencia e inseguridad. A lo largo de este tiempo hemos visto la multiplicación de la tragedia y el miedo. El crecimiento de la saña y la impunidad. El fracaso de las instituciones. Tuvieron que pasar cinco operativos para comenzar a ver apenas este año un freno a la escalada de violencia que parecía no tener fin. Pero falta muchísimo por hacer para recuperar la "normalidad" en este tema. De los cuatro municipios de la zona metropolitana, sólo Torreón cuenta con una policía medianamente funcional. El enfoque de la estrategia en el combate al crimen organizado ha descuidado la prevención del delito común. Las estrategias para recuperar los espacios y territorios dominados por el hampa aún no se han puesto en marcha.
Otro de los temas de vital importancia en la región es el del agua. Las estrategias para cuidar la disponibilidad del recurso hídrico en toda la región conciernen a los tres niveles de gobierno. Sin embargo, son los ayuntamientos los que deben garantizar el abasto de agua potable de calidad en la red pública. El crecimiento de la mancha urbana, el abatimiento de los mantos acuíferos, la contaminación por arsénico y las constantes fallas en el suministro -sobre todo en verano-, son los principales retos que tienen los organismos operadores. A la par, la situación financiera no les deja mucho margen de maniobra. Voluntad y eficiencia hacen falta en los sistemas de agua.
Ligados al agua están los temas de medio ambiente y servicios públicos. La falta de planeación en el crecimiento de las ciudades y la mala gestión de recursos ha provocado un deterioro en ambos rubros. La proliferación de basura y escombro en terrenos dentro de la zona urbana y la escasa disposición de áreas verdes son dos problemas que deberán afrontar las próximas administraciones. En cuanto a los servicios, el alumbrado público es el principal dolor de cabeza de las administraciones, debido a los constantes robos de cable y equipo y a la falta de recursos. El aseo de espacios públicos, el transporte y la pavimentación de calles también presentan rezago en varios sectores de la zona metropolitana. Apenas en este año que está en marcha un proceso electoral, estados y municipios anuncian un ambicioso programa de pavimentación y arreglo de vialidades. La pregunta es ¿por qué no lo hicieron antes? En cuanto al transporte, es de dar vergüenza el servicio que se brinda en la región.
Relacionado con las vialidades está el asunto del ordenamiento urbano. Las ciudades del núcleo urbano de la comarca han crecido de forma descontrolada. Se ha privilegiado al auto particular sobre cualquier otro medio de transporte. Se han creado cinturones de marginación en donde no llegan los servicios. Las colonias cerradas, desvinculadas de las otras partes de la ciudad, han proliferado. Otras más que estaban abiertas, levantan muros o rejas. Algunas vialidades resultan ya insuficientes para el volumen de tránsito. Existen amplios sectores en el abandono: el poniente de Torreón, Ciudad Nazas, Zaragoza Sur, Chapala en Gómez Palacio y San Isidro en Lerdo, sólo por citar algunos. Urgen políticas públicas para enmendar los errores del pasado y ejercer un mayor control en el crecimiento urbano.
Lo anterior tiene que ver mucho con la marginación y la pobreza. Si bien, este problema atañe a los tres niveles de gobierno, los ayuntamientos son los que deberían de marcar la directriz en los programas sociales, puesto que son las administraciones más cercanas -en teoría- a las necesidades de la gente. Por otra parte, los apoyos a las personas de escasos recursos deben ser integrales y permanentes, no como lo hacen los gobiernos actuales, que activan los programas meses antes de que arranquen las campañas, dejando ver su afán de fortalecimiento de redes clientelares.
Para esto último, la transparencia y la rendición de cuentas son muy importantes, asuntos que forman parte de los grandes pendientes municipales. El último reporte de transparencia presupuestal del Instituto Mexicano de Competitividad (Imco), deja muy mal parados a los ayuntamientos en este rubro con menos de 35% de los criterios cumplidos. El ejercicio del gasto en las ciudades sigue siendo en muchos sentidos discrecional, opaco y poco medible en su impacto social. Urge cambiar esto.
Lo que también urge es que los municipios asuman un papel mucho más protagónico en el impulso del desarrollo económico de la región. La sequía de nuevas inversiones está en parte relacionada con el hecho de que las ciudades poco o nada tienen que ofrecer en comparación con otras urbes del país. Hospedaje industrial y una estrategia agresiva de promoción son las principales necesidades.
Pero todo lo anterior no será posible de realizar si no existe fortaleza en las instituciones municipales. Un grave problema en los gobiernos locales sigue siendo la subordinación frente al poder de los estados. Las decisiones de lo que ocurre en las ciudades laguneras se siguen tomando a kilómetros de distancia y bajo criterios muchas veces ajenos a los intereses de la ciudadanía. Mientras esta situación continúe, difícilmente se podrá avanzar en los otros temas. Y esto es parte de lo que les espera a los futuros ayuntamientos.
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