Primer Papa Emérito de la historia. Hasta el día 28 de febrero es el 265º en la sucesión de San Pedro en la Iglesia Católica, fue elegido el 19 de abril de 2005 y escogió el nombre de Benedicto XVI. En lo personal es alguien que me toca muy de cerca, porque es el único Papa en la historia de mi vida que tuve la suerte de conocer personalmente y cruzar algunas palabras con él un poco antes de ser elegido con esa investidura. Ya había tenido la oportunidad de ver a Paulo VI y Juan Pablo II, ambos en Roma y en México también a este último, pero sin cruzar palabras.
Ese día, me encontraba en Roma y por la mañana mientras me arreglaba para iniciar mi recorrido como turista, el entonces Cardenal Ratzinger fue entrevistado en la televisión por ser alguien que "sonaba" como próximo Papa. Yo ya sabía de su existencia porque acababa de terminar el Diplomado de Pastoral en el Centro Saulo y ahí estudiamos el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, el cual fue redactado por él siendo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, por recomendación del entonces Papa Juan Pablo II en 1986 y publicado en 1992 con la Constitución Apostólica "Fidei Depositum". Con su imagen muy fresca en mi memoria, posteriormente me dirigí al Vaticano, y cuando me disponía a entrar en la Basílica de San Pedro, vi al Cardenal Ratzinger salir de la oficina postal, iba solo y atravesó la Plaza para ir rumbo a la Capilla Sixtina. Me acerqué a él (con gran esfuerzo porque su paso era rápido y vigoroso), pero al alcanzarlo en forma atenta y con mucha amabilidad -recuerdo particularmente la mirada bondadosa de sus ojos de un azul muy claro- se detuvo a escucharme. Le comenté que iba de México y le pedí su bendición como peregrina, la cual me escribió en un libro de Guía del Vaticano que llevaba conmigo e hizo la señal de la cruz con su mano. Nos despedimos y él siguió su camino y yo quedé impresionada por su dulzura. Al poco tiempo fue elegido Papa, y predicó que debemos tener una religiosidad que se ciña a un legalismo ético para ganarse supuestamente un derecho a la salvación. Para él la fe en Jesús se basa en la humildad que vive del amor gratuito recibido (la gracia), más allá del mérito y el rigorismo, siendo esta apertura al don lo que transforma al hombre y produce su conversión (la metanoia del Evangelio).
A propósito de su renuncia, el profesor Guillermo León Escobar, Embajador de Colombia en la Santa Sede por siete años y desde hace quince catedrático de ciencias políticas en la legendaria Universidad Gregoriana de Roma (donde estudian los sacerdotes que habrán de convertirse en obispos) y quien en los últimos cinco años ha ejercido como consultor del Pontificio Colegio de Laicos por nombramiento que le hizo el propio Benedicto, con quien se reunía una vez al mes hasta cuando presentó su renuncia, expresó: "Benedicto XVI comprendió que el asunto principal de su papado era la profundización de la doctrina. A diferencia de Juan Pablo II que deslumbraba el alma, Benedicto estremece el cerebro. Cuando, en los muros de París, los muchachos escribieron la célebre frase "Prohibido prohibir", Ratzinger, educado en la doctrina profunda de la Iglesia, reaccionó de inmediato y dijo en sus charlas universitarias que el nuevo enemigo de la civilización cristiana occidental ya no era el comunismo marxista, sino el relativismo, que todo lo tolera. Si nada está prohibido, nos comentó un día, entonces el pecado no existe. Benedicto es un intelectual, una versión moderna de Santo Tomás de Aquino, un pensador de cultura exquisita, como San Pablo, un hombre de debate de profundidades académicas. Para él lo importante es volver a las raíces de los apóstoles".
"Él dice que le faltan fuerzas; aunque no está enfermo, hace diez años le instalaron un marcapaso cardíaco y hace tres lo operaron en absoluto secreto para cambiarle las pilas. Fue entonces cuando empezó a cambiar la lectura de San Pablo, intelectual y escritor, como él, y asumió la de San Pedro, menos racional pero más humana. El papa empezó a preguntarse, como se preguntaba Pedro: "¿Estaré perdiendo las fuerzas? ¿Necesitaré que alguien me ayude a vestir?". Y llegó a la conclusión de que debía renunciar".
Los designios de Dios, sólo Dios los sabe, pero a mí me agradaba muchísimo el Papa Benedicto XVI, y deseamos que siga protegido por el Espíritu Santo en su sabiduría.
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