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Coty Guerra

MI AMIGA LINDA

La noticia me impactó por lo súbita; lo mismo que a todas las compañeras del Colegio de Villa de Matel y a las cuantiosas amistades que la queríamos y apreciábamos por su generosidad como amiga entrañable, con quien disfrutamos tardes semanales de convivencia. Compartimos la misma infancia escolar, la cual recordábamos con añoranza y alegría porque disfrutamos el haber estado en un hermoso colegio, el cual en nuestros tiempos era mayormente un convento de religiosas de clausura, inclusive no estaba incorporado a la Secretaría de Educación Pública, pero sí contaban los años de estudio sólo que no podíamos obtener el certificado de Primaria, etc.; por ese motivo muchas de nosotros salimos a cursar el 6º año y estudios superiores en otros colegios. Pero la vida en esa institución era fantástica, con huertos y jardines hermosos, patios recónditos, soberbios pavorreales que se "pavoneaban" conscientes de la belleza de los colores de sus plumajes; árboles frutales de todo tipo, particularmente granados, y, por consecuencias llenos de gorjear de pájaros y con una acequia que atravesaba todos los jardines. Por ello, nuestras reuniones de adultos (ahora de la tercera edad), eran llenas de bellas remembranzas, recordando a nuestras maestras que siempre vestían hábito, algunas de las cuales, a la fecha, todavía permanecen ahí. Con esos antecedentes, nuestra amistad y conversaciones nos hermanaron a todo el grupo de una manera singular (también las oraciones de las religiosas que siempre están rezando por las exalumnas).

Yo la llamaba "Angelinda", porque en una ocasión me libró de un probable peligro, lo cual tuvo lugar por el empeño que ella siempre tenía para que estuviéramos en contacto todo nuestro grupo (le comentaba que el Espíritu Santo la había llevado hacia mi casa, de una manera muy peculiar que en otra ocasión comentaré), pero, sobre todo, porque Dios la guiaba siempre en sus acciones.

Siempre pensé que su mayor logro había sido procrear 8 hijos exitosos, pero, sobre todo la paciencia y amor con que lo hizo. Militó toda su vida, al lado de Edmundo su esposo como una "soldadera", con plena convicción doctrinal, en el Partido Acción Nacional. Nos platicaba sus experiencias como esposa de un político de lucha entregado a su partido (y ella a su lado), durante casi 50 años, con sus sinsabores y sin perder el ánimo y la esperanza en obtener algún día el escaño que alcanzó el PAN hasta el año 2000. Se dicen "fácil" 50 años, pero vivirlos, siempre pendiente de sus hijos pequeños, representó un reto formidable. Así eran las esposas de antes, las cuales, además, lo hacían con amor y alegría, solamente por plena convicción doctrinal.

Y el día 20 de este mes, Dios Nuestro Señor la necesitaba y se la llevó. Sus hijos (y sus amigas) sufrimos su ausencia, pero estamos seguros, porque sus obras así lo demostraron, que desde el cielo nos seguirá protegiendo como siempre. Desde aquí un fuerte abrazo a la Familia Gurza Jaidar y descendientes.

Descansa en paz, Linda Jaidar de Gurza; con mucho cariño te prometemos que permanecerás siempre con nosotros en nuestras remembranzas. (Grupo de Amiguitas).

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