Jorge Emilio González Martínez cumplirá en abril 40 años. No es ya un niño ni está verde. Conserva, sin embargo, el apelativo de "El Niño Verde" adquirido cuando su papi, Jorge Emilio González Torres, a la sazón presidente y propietario de la franquicia política llamada Partido Verde, lo hizo asambleísta del DF, a los 18 años; después, a los 21, diputado federal, y finalmente, a los 28, senador y heredero del jugoso negocio político familiar. Ahora, otra vez senador a los 39 años, nos regala otra de sus célebres andanzas que no dejan de mostrarlo como el caprichoso, frívolo y prepotente junior que es.
González Martínez pasará a la historia como el primer senador de la República en haber sido remitido a "El Torito" por manejar con exceso de alcohol en la sangre. Y el asunto no tendría mayor importancia (pues a cualquiera se nos han pasado las copas y el alcoholímetro está precisamente para evitar los accidentes producto del estado de ebriedad), si el Niño Verde hubiera hecho el correcto control político de daños y no tuviera, sobre todo, la fama de corrupción, excesos y frivolidades que lo precede.
El senador de esta franquicia política que ahora en alianza con el PRI tiene con Manuel Velasco Coello el gobierno de Chiapas y con el exdiputado Juan José Guerra la Secretaría del Medio Ambiente, salió a dar la cara el lunes pasado para explicar lo ocurrido en la víspera. Dijo que en los primeros minutos del domingo salía de una cena por los rumbos de las Lomas y que en Reforma y Campos Elíseos lo detuvo un retén del alcoholímetro; que no dijo su nombre ni mostró su identificación de senador para que no se fuera a pensar que estaba echando el fuero por delante; que iba solo, sin seguridad, porque su personal había ido a cenar; que ya ni quiso hacer la prueba porque había tomado cuatro tequilas y accedió a que lo llevaran a El Torito; que ahí tramitó por 2 mil 500 pesos uno de los amparos que ofrecen los coyotes que operan en las afueras de ese centro de remisión; y que lo hizo, "porque todos lo hacen", porque tenía frío y hambre; que estuvo ahí aproximadamente siete horas y que él regresará a cubrir las 13 que le faltan para cumplir la sanción que le fue impuesta.
Ése era, sí, el control de daños correcto, pero lo traicionaron lo dicho y el tono en que lo dijo (tenía hambre y frío el angelito); y la realidad, pues ahora se sabe, según declaración de Antonio Garacheo, responsable del punto de revisión, que cuando González Martínez iba a ser subido a la pick-up que lo llevaría a El Torito, uno de sus guaruras apareció diciendo: "¡Es El Niño Verde, es El Niño Verde!", y los otros, junto a los amigos del político que venían en el auto (dos mujeres entre ellos), lo arrebataron a los policías y se armó un zafarrancho que obligó a la intervención de más uniformados para hacer cumplir el traslado.
Cómo creerle a un personaje que proviene de una familia que se ha enriquecido con negocios hechos al amparo del poder (no se olvide que las farmacias similares de Víctor González Torres, el Doctor Simi, son una mina de oro familiar acaso obtenida cuando el abuelo de "El Niño Verde", Emilio Martínez Manatou, era secretario de Salubridad y Asistencia) y un partido político que igual se alía al PAN que al PRI para mantener las millonarias prerrogativas que se pagan con el dinero del contribuyente.
Y cómo creerle a quienes vimos en TV (febrero de 2004) preguntando las condiciones de un soborno por 2 millones de dólares para que ayudara a la liberación de un terreno protegido cerca de Cancún, municipio entonces gobernado por esa franquicia política. Cómo creerle a alguien involucrado en noviembre de 2011 en la misteriosa muerte de la joven Galina Chankova Chaneva al caer del piso 19 de la Torre Esmeralda, durante una fiesta celebrada en ese inmueble de su propiedad y a la que negó en todo momento haber asistido, no obstante lo asegurado por varios testigos.
Y cómo creerle a quien el año pasado llamó "ninis" a quienes obligaron a salir precipitadamente de la Universidad Iberoamericana al entonces candidato Enrique Peña Nieto en lo que dio lugar al nacimiento del movimiento #YoSoy132.
Del lamentabilísimo nivel de los senadores no solamente dan fe "El Niño Verde" y sus andanzas. Ya se han denunciado, por ejemplo, las presuntas maniobras del panista Roberto Gil Zuarth, excoordinador de la campaña de Josefina Vázquez Mota en la entrega de permisos a casinos, y ahora sale a relucir el antes priista y ahora panista Javier Lozano Alarcón en el presunto ofrecimiento de sobornos para la destrucción del Sindicato Mexicano de Electricistas, del que ya le contaré.
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