No cabe duda que el viejo Filósofo es un sabio, dígame usted querido lector si no es así, cada mañana elevo al cielo la oración que el Sr. Sámano me enseñó: "Señor ayúdame a encontrar un 'endejo… porque luego luego dan conmigo".
Esta semana que recién concluye… ¡Dieron conmigo!, la señora que nos ayuda en casa, llegó corriendo hasta mí, con una llamada en la que se escuchaba un grito desgarrador de una joven que clamaba auxilio porque la habían secuestrado, al escuchar la voz diciendo ¡ayúdame…! ¡Se me fruncieron los entresijos!
- ¿Qué pasa? -pregunté.
-Tenemos secuestrada a tu hija 'abrón… y si no nos depositas ahorita… la vamos a…
Mientras tanto seguían los gritos lastimeros de la joven.
-¿Queeeeehayyyquuueeehaceerrr?- exclamé tembloroso.
-Vas a seguir mis instrucciones -señaló el maleante.
Inmediatamente me dijo en dónde y cuánto debía depositarle a la mayor brevedad. Hecho un nudo de nervios escuchaba atento las indicaciones, que con tamaños "hue…" me dictaba perversamente el delincuente, en esos momentos, como por obra de Dios, mi hija -ajena a la situación- bajó de su recámara, fresca como un lirón.
Nuevamente me di cuenta, que el tiempo me va convirtiendo en sabio cuando afirmo "Tengo 15 minutos de pende… cada cuarto de hora", po's ese reverendo 'abrón, me agarró en mis 15 minutos de pende...
Esto que los jurisconsultos llaman "extorsión telefónica", sucede por toda la geografía nacional todos los días, en menoscabo de la salud emocional, de la economía familiar y de la seguridad pública.
Como si viviera junto a nosotros el drama delincuencial, Anthony Giddens, afirma: "Vivimos en un 'mundo desbocado', nos enfrentamos a problemas y conflictos para cuya solución no hay antecedentes. Hoy más que nunca es el momento de redescubrir el derecho penal, de 'hacer una reingeniería'(término acuñado en el mundo empresarial por Michael Hammer y James Champy) que siguiere que el derecho ha dejado de hacer o producir, aquello para lo que había sido fundado, implica si es necesario, volver a sus orígenes, comenzar de cero."1
Pareciese que las conductas delictivas crecen en detrimento de la sociedad, adoptando formas atípicas, imaginadas ni en una novela de terror. Hoy ni aumentando considerablemente el número de policías y presidios, del personal de las procuradurías o del poder judicial, se logrará disminuir esta tendencia.
Cuando los académicos y actores políticos se preguntan: ¿en dónde está el problema?, algunos lo atribuyen al desempleo, a la pobreza, a la educación, a la falta de oportunidades, a la desigualdad.
Otros afirman que se incumple con la ley, por una arraigada impunidad, ellos piensan que es básica la represión y el aumento del número de policías. Los que saben, afirman que "El derecho penal fue concebido como la última ratio, como un mecanismo que se activa cuando ha fracasado el conjunto social (la familia, la escuela, la iglesia, el Estado, etcétera)."
Hoy con una readaptación social y una seguridad pública disfuncional, la visión ranchera del viejo filósofo es que debemos replantear nuestro derecho penal, de manera tal que cree condiciones de seguridad para el desarrollo, con una renovación del marco jurídico, con un código penal único, que por una parte ciudadanice la procuraduría para evaluarla y por otra modernice el ministerio público.
También es trascendente una masiva capacitación, profesionalización y especialización, que con una reingeniería institucional, parta de una visión humanista que respete los derechos humanos y traiga consigo la anhelada seguridad, justicia y con ella el irrestricto respeto de la ley. La procuración de justicia y la seguridad pública son un oficio básico para la viabilidad del Estado.
Concluyo con el buen sentido del humor, mi amigo "Catón" me dijo la ORACIÓN DEL TRAILERO y en la universalidad del humor la parafraseo:
"¡Padre!, te solicito ayuda para no ser asaltado;
Pero si me asaltan, que no se lleven mi carga;
Si se llevan la carga, que no se lleven el tractor;
Si se llevan el tractor, que no me secuestren;
Si me secuestran, que no me maten;
Si no me matan, que no me corten las orejas;
Si no me cortan las orejas, que no me golpeen;
Si me golpean, que no me peguen en el rostro;
Si me pegan en el rostro, que no me violen;
Si me violan, que no me guste;
Y si me gusta… ¡Que no me falte!"
1.biblio.juridicas.unam.mx/libros/1/419/15.pdf
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