A la memoria de mi profesor Aristide Zolberg, académico de la New School experto en migración y un verdadero mensch.
EU es un país que históricamente ha sido muy generoso con los inmigrantes. De hecho ha sido tal vez uno de los países más abiertos y tolerantes con la otredad. Después de todo, no es gratuita la metáfora del "melting pot" cuando se habla del que sigue siendo el país más poderoso de la Tierra.
Sin embargo, al pensar en EU y en los inmigrantes viene a la mente el drama de las deportaciones masivas, las familias separadas, el oficial de inmigración estadounidense que maltrata a las mujeres indígenas de México o de Centroamérica en la frontera de Texas, se piensa en la inhumana ley Arizona o en el muro artificial que se construye progresiva y artificialmente a lo largo de los más de 3 mil kilómetros de la frontera entre México y EU. Se piensa en los rancheros xenofóbicos y racistas que persiguen con rifles a inmigrantes y los entregan a la policía o en las advertencias alarmistas de académicos como Samuel Huntington que teorizaban casi sobre un proceso de "reconquista" hispana de EU. Todo ello es cierto, pero involucra ver sólo un lado de la moneda. Un solo lado que no toma en cuenta que por muchas décadas EU y México vieron al flujo migratorio como una solución compartida, en lugar de un problema en común. Como señala Ari Zolberg en A Nation by Design: Immigration Policy in the Fashioning of America, uno de los libros más importantes sobre la política migratoria estadounidense y que debería de ser traducido al español, la política migratoria estadounidense ha vivido eras de oro en las que ha mantenido las puertas abiertas y permitido la entrada sin interrupciones de inmigrantes de todas partes del mundo, y principalmente mexicanos. Por lo menos de 1942 a 1960, el programa Bracero permitió la entrada ordenada y un trabajo legal a más de 4.2 millones de mexicanos, como explica Jorge Castañeda en otro libro clásico sobre el tema migratorio, ExMex: From Migrants to Immigrants.
La política migratoria de apertura terminó en la década de 1960 y a partir de entonces comenzó la migración masiva y sin documentos legales de mexicanos a EU. Ello provocó que a partir de los 70 diversos grupos anti inmigrantes demandaran políticas más restrictivas al Congreso estadounidense, al tiempo que grupos pro inmigrantes demandaron un trato más humano y una amnistía que permitiera la ruta a la ciudadanía de los inmigrantes.
A partir de 1970 y durante los próximos 16 años se vivió un debate legislativo, que se politizó y en el cual demócratas y republicanos convirtieron el tema migratorio en un tema electoral también. Como resultado, en 1986 se aprobó la llamada Immigration Reform and Control Act (IRCA) que fue el intento más completo por reformar el sistema migratorio y que le otorgó una amnistía a millones de inmigrantes indocumentados, incluidos unos 2 millones de mexicanos. IRCA significó un borrón y cuenta nueva, pero no terminó con el flujo migratorio.
Casi 30 años después, la realidad ha superado las políticas públicas. Hoy los latinos son la principal minoría en EU, pero no son una minoría apática, apolítica, separatista o desintegrada como vaticinara Huntington, sino que son una minoría que se ha integrado exitosamente a lo que Louis Hartz llamara La tradición liberal en América, ese credo que le da coherencia y sustancia al experimento de Nación estadounidense. Hoy la nueva realidad demográfica estadounidense, así como la presencia de entre 8 y 20 millones de inmigrantes ilegales -nadie tiene una cifra exacta- ha vuelto a obligar a un debate legislativo sobre una nueva reforma migratoria y parece que este 2013 sí será posible.
La reforma migratoria que actualmente se debate en el Congreso es producto de revivir los intentos del 2001, cuando el debate migratorio además de estar politizado se contagió de la paranoia antiterrorista y de la seguridad y por ello Fox y Castañeda no lograron la "enchilada completa".
La propuesta de reforma migratoria S.744 es el trabajo de una comisión bipartidista integrada por ocho senadores que han trabajado el tema a lo largo de los años, como John McCain, así como de figuras que podrían tener el suficiente empuje para avanzar el tema en su partido, como Marco Rubio. La ruta legislativa apenas empieza, pero lo hace bien, con consenso de que ha llegado el momento de volver a ponerle parches al sistema, porque realmente nada detendrá el flujo migratorio a EU.
Hoy son los mexicanos y los latinoamericanos los que siguen llegando de manera más importante, pero en otras épocas fueron los italianos. En el Siglo 21 la realidad demográfica de Asia expulsará a migrantes jóvenes, capacitados y técnicos que demandarán trabajos y que los encontrarán en EU. En efecto, muy posiblemente este 2013 podría ser el año de la reforma migratoria, pero ello no hará que automáticamente las autoridades de México y EU dejen de ver sus flujos migratorios como un problema en común y lo vean como una fortaleza compartida. Como dijera el lema del activista de derechos civiles de los trabajadores latinos César Chávez: ¡Sí se puede!
Politólogo e internacionalista
Twitter @genarolozano