Si bien en las últimas dos columnas de su servidora, se ha hablado sobre estilos de vida. Se me ha quedado el gusto y una vez más tocaré un tema que habla sobre las ideas y costumbres que nosotros, los humanos, hemos adoptado a la par que la tecnología evoluciona, los dos; sociedad y tecnología, tomados de la mano.
Cuando hablamos de avances tecnológicos, uno de los mayores inventos nos inunda la mente: el Internet, y si incluimos a esta ecuación la variable 'jóvenes', esto dará como resultado 'las redes sociales'. Para muchos jóvenes-no todos, no se me vayan a ofender-, las redes sociales son el mayor -por no decir único- uso que le dan al maravilloso Internet. Es en esta parte donde entran los papás y sus clásicos "ya deja ese mugrero y ponte a hacer algo de beneficio", es donde encontramos a miles de chicos hasta altas horas de la noche frente a la luz resplandeciente de sus monitores o celulares.
¿Y todo para qué?, para mostrar y compartir información; contenidos que muchas de las veces no son precisamente enriquecedores para el conocimiento de los receptores.
Cuando hablamos de 'Facebook', nos exponemos a contenidos de burlas a diferentes personajes y/o personas, quejas absurdas (sin actuar o tomar acción) hacia situaciones políticas, fotos y tonterías que para nada nutren nuestro intelecto.
Si nos encontramos con el tan de moda 'Twitter', aunamos en la idiosincrasia que mucho se da entre 'tuiteros', la finalidad más próxima de los usuarios de esta red social es sin duda, hacerse de la mayor cantidad posible de seguidores, no importa el cómo se logre o por medio de qué contenidos se atraiga a la gente, sino el objetivo último para muchos jóvenes es simple y sencillamente que la información que exponen en redes sociales sea compartida por el mayor número de personas.
Algunos podrían decir que este tema va dirigido hacia comunicadores o gente que se encuentra dentro del área de la comunicación y/o el periodismo, digo, si fuera usted, probablemente diría… '¿y yo qué?, tengo derecho a hacer uso de las redes sociales y publicar o que se me pegue en gana en las mismas, que los periodista y comunicólogos se preocupen, ellos sí'.
Muy probablemente tengan un tanto de razón en ello, pero digamos que hoy en día cualquiera tiene acceso a este tipo de redes sociales, cualquiera tiene la posibilidad de exponer información, que verídica o no, enriquecedora al conocimiento o no, bien planteada o no, es precisamente eso, expuesta a miles de personas.
Ahora piense, si lo que me importa no es el contenido, sino lo cuántos den 'me gusta' a mi estado, cuántos seguidores consiga o qué número de personas compartan lo que yo expongo, lo que estamos haciendo es simplemente tejer una red de información que no sirve de mucho a los receptores.
Lo mismo pasa con usted, que recibe contenidos de los cuáles de repente dice: '¿y esto qué?', 'no me sirve de nada'.
No es solamente lo que compartimos, sino lo que recibimos.
A mí me gusta por supuesto que la información que doy llegue a la mayor cantidad de gente posible, sin embargo esa información deberá ser útil indudablemente.
No es cuestión de que todos nos volvamos buenos comunicadores, el punto está en exigir buenos contenidos, seleccionarlos, analizar la información que recibimos y por supuesto que compartimos.
Acuérdese que para avanzar, se debe dar el primer paso, ¿quién quita y ese primer paso está en lo que nosotros -la misma sociedad-, compartimos entre sí? Píenselo, analícelo y practíquelo, luego me dice…
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