Los festejos no se hicieron esperar. No faltó quien abriera una botella de champán por el paquete financiero que evitaría el abismo o precipicio fiscal de los Estados Unidos. El optimismo hizo que subieran las bolsas del mundo.
Pero el paquete no evita el abismo sino que simplemente lo posterga. No resuelve el problema de un déficit de presupuesto que en 2012 rebasó los 1.3 billones de dólares, 8.5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). De cada dólar que gasta el gobierno, 35 centavos no son cubiertos con ingresos sino con nueva deuda.
Washington, sin embargo, no es igual a los demás deudores. Para empezar, controla en buena medida el rédito que paga. La Reserva Federal, el banco central de la Unión Americana, ha bajado de manera artificial los intereses para dejar los bonos del Tesoro cerca de cero. Este pasado 31 de diciembre los bonos de 3 meses pagaban 0.05 por ciento anual y los de un año 0.16 por ciento. Son rendimientos negativos ante una inflación del dólar de 2 por ciento.
Una de las consecuencias negativas de estos bajos intereses ha sido el colapso del ahorro. Si en la década de 1970 los estadounidenses ahorraban entre 7 y 10 por ciento de su ingreso disponible, en octubre de 2012 guardaban solamente el 3.6 por ciento.
Pese a su bajo interés, los bonos del Tesoro son utilizados por muchos gobiernos del mundo para sus reservas internacionales. Tan sólo el Banco Central de China tenía 3.29 billones de dólares en reservas a fines de septiembre de 2012, la mayor parte en estos bonos. El Banco de México contaba con 163 mil millones de dólares al concluir 2012. Las reservas en bonos del Tesoro son préstamos virtualmente sin intereses al gobierno de Estados Unidos. Mientras los bancos centrales continúen colocando su dinero en estos documentos, el gobierno de los Estados Unidos podrá demorar el momento de la verdad.
El déficit estadounidense es tan grande, sin embargo, que a pesar de los bajos intereses la deuda gubernamental ha venido aumentando a un ritmo de 100 mil millones de dólares al mes. Este pasado 31 de diciembre se alcanzó el límite legal de endeudamiento del gobierno federal: 16.4 billones de dólares. El Departamento del Tesoro está recurriendo a actos de "contabilidad creativa" para no violar formalmente el límite, pero esto da un margen de sólo unos dos meses. Después el Congreso tendrá que elevar nuevamente el techo de deuda.
Bill Clinton, el último presidente fiscalmente responsable de Estados Unidos, dejó después de varios años de superávit una deuda de 5.6 billones de dólares en 2000, equivalente al 57.3 por ciento del PIB. El monto nominal ha sido virtualmente triplicado en la "docena terrible" de George W. Bush y Barack Obama. En términos relativos, la deuda pública estadounidense alcanza hoy el 105 por ciento del PIB.
En las discusiones políticas los republicanos se oponen a los aumentos de impuestos y los demócratas a los recortes del gasto público, pero desde un punto de vista financiero da igual. El fondo es que el gobierno estadounidense no puede seguir gastando más de lo que tiene. Tarde o temprano los ahorradores del mundo se darán cuenta que les están tomando el pelo y se negarán a seguir comprando bonos del Tesoro. Washington podría negarse a pagar sus deudas, como lo hizo en 1971 al cancelar unilateralmente la convertibilidad del dólar en oro. Pero entonces podríamos ver un verdadero colapso del sistema financiero internacional basado en el dólar.
CERO PESOS
Arturo Núñez recibió Tabasco con cero pesos en bancos y cajas. Su presupuesto de 36 mil millones de pesos para 2013 está comprometido al 100 por ciento. El nuevo gobernador ha tenido que gestionar anticipos del gobierno federal para cubrir la próxima nómina. Pero no parece haber castigos para los gobiernos irresponsables. Y Tabasco no es el único caso.
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