Nunzio Scarano, el clérigo del Vaticano arrestado el viernes por supuestos delitos de fraude, corrupción y calumnias, rechazó hoy todas las imputaciones en un "interrogatorio de garantía" que duró unas tres horas.
El prelado, que hasta hace poco más de un mes trabajaba en el servicio de contabilidad de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), compareció ante la jueza Bárbara Callari en la cárcel romana de Regina Coeli.
Acompañado por sus abogados Francesco Caroleo Grimaldi, Silverio Sica y Luca Paternostro defendió su inocencia y aseguró haber sólo fungido como intermediario para hacerle un favor a la familia D'Amico, con la cual sostiene una amistad desde hace años.
Los primos Paolo y Cesare D'Amico eran los propietarios de los 20 millones de euros (unos 26 millones de dólares) que el propio Scarano había intentado introducir ilegalmente a Italia, procedentes de Suiza, con la ayuda de dos cómplices.
Se trata del exmiembro de la Agencia de Información y Seguridad Interna (AISI), Giovanni Zito, y el corredor de bolsa Giovanni Carenzio, quienes fueron detenidos el mismo viernes.
En el interrogatorio de este día participaron además los ministerios públicos responsables de la investigación Rocco Fava, Stefano Pesci y Nello Rossi, de la Procuraduría de Roma.
Los abogados pidieron para el prelado que sea revocada la custodia cautelar en cárcel y que se le conceda como alternativa el arresto domiciliario en una parroquia, para permitirle "celebrar e impartir los sacramentos". Sobre la solicitud deberá decidir la jueza el martes.
“Está mal, se siente muy afectado y duerme mal. Es una persona que no se esperaba un resultado de este tipo. Se defendió válidamente”, declararon sus abogados.
“El interrogatorio fue detallado y el asistido dio todas las explicaciones posibles, colaborando en términos de extrema lealtad y honestidad, reafirmando su buena fe y su disponibilidad a declarar a la autoridad judicial italiana en cualquier momento", agregaron.
Según los representantes, el sacerdote reafirmó con fuerza su moralidad, su historia y su apego a los valores religiosos, haciendo notar que lo que más le falta es poder celebrar la misa.
Conocido en el ambiente vaticano como "monseñor 500 euros", por los billetes que solía manejar, Scarano había sido suspendido de su puesto a finales de mayo cuando sus superiores conocieron que era indagado en un proceso judicial.
