La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, recibió con honores militares a su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, quien concluye en Brasilia la gira que comenzó en Uruguay y continuó luego en Argentina.
Aunque esta visita es considerada, en términos protocolarios, de trabajo, Rousseff tuvo una deferencia especial y le dio a Maduro una recepción que incluyó la presencia de una banda militar y otros honores propios de una visita de Estado. El nuevo líder bolivariano subió por una rampa que conduce al primer piso del palacio presidencial de Planalto, donde se fundió en un caluroso abrazo con Rousseff, quien le esperaba junto al ministro de Relaciones Exteriores, Antonio Patriota. Los mandatarios escucharon los himnos de ambos países y luego se dirigieron al despacho de Rousseff para una reunión privada.