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Recomiendan prevenir sordera a causa de ruidos intensos

Las células receptoras de los estímulos auditivos, ubicadas en el oído interno, se asemejan a las neuronas, en el sentido de que no se regeneran ni se reproducen “el número de células ciliadas con el que nacemos, es el mismo con el que vamos a morir”, explicó un especialista, ARCHIVO

Las células receptoras de los estímulos auditivos, ubicadas en el oído interno, se asemejan a las neuronas, en el sentido de que no se regeneran ni se reproducen “el número de células ciliadas con el que nacemos, es el mismo con el que vamos a morir”, explicó un especialista, ARCHIVO

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Aunque la edad, por el proceso degenerativo que trae consigo, es un importante precursor de pérdida de la audición, existen factores ambientales que aceleran este deterioro y se relacionan con la exposición prolongada a ruidos intensos, que rebasan los 95 decibeles.

El experto en Otorrinolaringología del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Jalisco, José Alfonso Jaramillo León, destacó que en México está normado, que la exposición máxima a un ruido de 95 decibeles es de ocho horas, “si se llega a 105 decibeles, el tiempo máximo de exposición es de sólo 15 minutos”, apuntó.

Existen ruidos muy intensos y de duración breve, como “un balazo, una explosión, una cachetada o el que se produce en un choque, que duran apenas unos segundos, pero que son capaces de causar daño irreversible en la audición”, detalló.

También, explicó que las células receptoras de los estímulos auditivos, ubicadas en el oído interno, se asemejan a las neuronas, en el sentido de que no se regeneran ni se reproducen “el número de células ciliadas con el que nacemos, es el mismo con el que vamos a morir”.

Así, dijo, el efecto acumulativo que el ruido intenso produce en dichas células, las daña y debido a la característica antes descritas de su imposibilidad para regenerarse, es que se va produciendo una hipoacusia (sordera) neurosensorial progresiva e irreversible.

Recomendó evitar el contacto continuo con fuentes de ruido intenso como cruceros de la ciudad que alcanzan los 95 decibeles, sin embargo, como transeúnte o automovilista, difícilmente se da una exposición prolongada y potencialmente riesgosa para daño auditivo neurosensorial.

Para quienes viven o trabajan en espacios sumamente ruidosos, aconsejó el uso de tapones auditivos, con los que se consigue bajar entre 20 y 30 decibeles la intensidad del ruido, lo cual reduce el riesgo de afectación neurosensorial y con ello, de pérdida prematura de la audición.

Por otro lado, hizo énfasis en quienes gustan de escuchar música con audífonos “los jóvenes son muy dados a esta práctica, pero lo que más llama la atención es que a distancia, uno puede escuchar lo que ellos oyen por sus audífonos y queda claro que el volumen está totalmente excedido”.

Consideró que es un riesgo importante para que desde edades muy tempranas, desarrollen daño neurosensorial en sus oídos.

Insistió en la importancia de no exponerse a ruidos intensos como los aquí descritos y en caso de hacerlo, usar tapones auditivos (“esa práctica ya está bien establecida en empresas con muy buenos resultados”).

Además de procurar un estudio audiométrico anual, el cual posibilitará la captación de daño auditivo aún en fases incipientes.

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