ENSENADA, B.C.- Mejor sería entregarle la Autopista del Sol a la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (CTEG) para que hiciera uso de ella como quisiera, por lo menos en el tramo de Chilpancingo. El gobierno debería rendirse o construir, de una vez por todas, un libramiento que no pase ya por la ciudad.
Desde que se construyó la carretera en el sexenio de Carlos Salinas el paso por Chilpancingo se decidió por una consideración política. ¿Cómo tener una autopista que conectara la ciudad de México con Acapulco sin pasar por la capital del estado? Desde entonces se advirtió que los grupos de poder aprovecharían el paso para bloquear la autopista. Hay quien dice que se tomó la decisión precisamente para eso: para dar a esos grupos la capacidad de bloquear decisiones políticas.
¿Por qué limitarse a la carretera? Que se consuma la privatización de las escuelas públicas. Que se entreguen a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y a todos sus grupos afines, desde la sección 22 de Oaxaca hasta la CETEG de Guerrero, todas las escuelas de las zonas que controlan. ¿Para qué seguir peleando por una rectoría del Estado que el débil gobierno mexicano no quiere o no puede ejercer?
Que se dé el dinero de educación pública, sin embargo, no al sindicato sino a los padres de familia, para que ellos decidan dónde quieren que estudien sus hijos. No habrá muchos, me temo, que escojan las escuelas controladas por la sección 22 o por la CETEG. Un padre que pueda elegir libremente mandará a sus hijos a escuelas que sí funcionen todos los días, en que los maestros no dediquen su tiempo a participar en movilizaciones políticas, en que sus hijos puedan obtener una educación de mayor calidad.
El poder de la CNTE surge de la debilidad del Estado mexicano. Mientras los grupos de militantes puedan con absoluta impunidad cerrar autopistas, robar autobuses, establecer plantones en Oaxaca o causar destrozos en el edificio de Rectoría de la UNAM, lo seguirán haciendo. Mientras se les entreguen recursos públicos aunque no realicen su trabajo, mientras mantengan un monopolio sobre las escuelas a las que pueden acudir las personas de menos recursos, ellos ejercerán, y no el Estado, la rectoría en materia educativa.
La reforma que ha propuesto el gobierno federal es, a mi juicio, un paso en la dirección correcta para una educación pública de mejor calidad. Pero el propio gobierno no ha querido hacer las cosas bien. Las promesas de que no se permitiría el cierre de la Autopista del Sol han quedado en declaraciones. En una sola ocasión intervino la Policía Federal para desalojar un bloqueo, el 5 de abril, y sólo después de varias horas. Desde entonces la autoridad ha brillado por su ausencia… o por su cobardía.
De nada sirve proponer una reforma educativa, si el gobierno no tiene la fuerza o la voluntad para enfrentar a los grupos reaccionarios que se oponen a ella. Si el gobierno de Enrique Peña Nieto no puede dejar de pagar a los maestros que no asisten a clases, ni mantener abiertas las autopistas, ni defender a los ciudadanos tomados como rehenes, entonces mejor que no haga reformas.
Que se rinda, que entregue la Autopista del Sol a la CETEG, el centro de Oaxaca a la sección 22, las escuelas de Oaxaca y Guerrero a la CNTE y las escuelas rurales de Michoacán a los normalistas. No hay peor cosa que un Estado que pretende ejercer la rectoría sobre la educación y termina dando lástima.
CORRUPCIÓN
Seis millones 152 mil pesos del presupuesto de Baja California para entregar a los periodistas que el gobierno de Baja California quiera. Mala señal en cualquier momento, pero más en un año electoral para el estado. El gobierno y el congreso bajacalifornianos quieren institucionalizar la corrupción de los periodistas.
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