Con una misa y una procesión en la que participaron más de mil personas, la Iglesia católica y damnificados recordaron el octavo aniversario del desastre que dejó a su paso el huracán Stan en Chiapas.
El contingente, encabezado por el obispo del Soconusco, Leopoldo González González, partió del templo ubicado en lo que quedó de la colonia Las Américas, una de las afectadas por ese fenómeno meteorológico de octubre del 2005.
Desde ese lugar cargaron en hombros a un Cristo Negro, que con cánticos y oraciones llevaron hasta el río Coatán, que cruza por todo la ciudad y que durante el paso del Stan se desbordó, de tal manera que destruyó viviendas y ocasionó decenas de muertes.
En el recorrido, los participantes hicieron una pausa en el monumento erigido a los fallecidos por la contingencia e hicieron una oración para pedir por el eterno descanso de las víctimas.
El monumento indica que hubo 93 fallecidos, de los cuales 20 fueron en el municipio de Tapachula, 21 en Motozintla, 14 en Siktepec, cinco en Pijijiapan, dos en Acacoyahua, dos en Bellavista, uno en Frontera Comalapa y uno más en Chicomuselo, y otros que no pudieron ser identificados.
Cabe mencionar que algunos voluntarios se acercaron con machetes para limpiar la maleza de más de dos metros de altura que ocultaba el monumento, el cual se encuentra abandonado y cayéndose.
Luego continuaron su marcha hasta un costado del río, donde se hizo una oración y los participantes arrojaron flores en recuerdo de sus familiares fallecidos.
Posteriormente, un par de mujeres en representación de la Cofradía, bañaron al Cristo Negro con agua del Coatán y después lo sumergieron para bendecir al afluente y pedirle que nunca más vuelva a desbordarse, ni ocasionar los daños que hizo durante el paso de Stan.
Monseñor González indicó que “los acontecimientos que forman parte de nuestra historia, sobre todo aquellos que son más difíciles y dolorosos, tienen que convertirse en sabiduría y ayudarnos a tomar experiencia para vivir de una manera más humana, fraterna y en el querer del Señor”.
“La situación que vivimos con el Stan en el 2005 nos hace ahora más sensibles a lo que están sufriendo nuestros hermanos que fueron golpeados por las lluvias de los últimos días en casi toda la República Mexicana. Nosotros que ya lo padecimos debemos de tenderles la mano y pedir que otras sociedades lo hagan también”, expresó.
El prelado consideró que todo el dolor que se vivió en 2005, los chiapanecos, y ahora los mexicanos en general, deben de tomarlo como base para una cultura de prevención.
