Memoria. Silvia Lemus -viuda del escritor- aceptó subir al escenario y posar para los fotógrafos y camarógrafos al lado de la foto de un Carlos Fuentes.
Al final del homenaje a Carlos Fuentes, que le rindió la Academia Mexicana de la Lengua (AML) a un año de su muerte, Silvia Lemus aceptó subir al escenario y posar para los fotógrafos y camarógrafos al lado de la foto de un Carlos Fuentes maduro y elegante que parecía mirarla con gran profundidad.
Ella, la viuda del narrador, ensayista y diplomático mexicano fallecido el 15 de mayo de 2012, estuvo presente, y atenta escuchó los discursos de los tres académicos asignados para evocar la vida, la inteligencia y la obra del autor de La región más transparente y La muerte de Artemio Cruz.
Ayer, en el Auditorio del Museo Rufino Tamayo, Gonzalo Celorio, Hugo Gutiérrez Vega e Ignacio Padilla, representantes de tres generaciones que convivieron con el intelectual mexicano, trazaron líneas y rutas de acercamiento a Fuentes, hablaron lo mismo de su gran inteligencia, de su calidad literaria, de su don de mundo, de su cercanía con el cine, el mundo del terror, con su pasión por la ficción y su gran actitud ante los jóvenes escritores.
Gonzalo Celorio reiteró que Carlos Fuentes, quien fue miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua, fue un espíritu renacentista encarnado en el Siglo XX, y que nada humano le fue ajeno. Que fue un humanista moderno y celebró su gran capacidad de trabajo, disciplina, fecundidad, pasión política, templanza crítica y su curiosidad siempre niña.