Pareciera que en el caso de la Reforma Hacendaria los asesores del Gobierno federal no hicieron la tarea completa o simplemente optaron por el recurso fácil de aumentar la tasa de impuestos a todo aquello que resultara más vendible a la opinión pública.
Así se anunció como un gran suceso la no aplicación del IVA en alimentos y medicinas al tiempo que se enfatizó en los aumentos para quienes más ganan y para quienes supuestamente gozan de privilegios como los habitantes de la frontera.
El tiro le salió por la culata al gobierno en el caso del IVA a colegiaturas, el cobro de rentas y la compra-venta de inmuebles, porque significaban un duro golpe para la clase media y también para los políticos mexicanos toda vez que sus hijos suelen estudiar en escuelas privadas además que muchos de sus negocios los realizan en el sector bienes raíces.
Con la frontera no imaginaban que las protestas alcanzarían amplia resonancia nacional, pero han aguantado el proyecto de la homologación del IVA porque saben que al 90 por ciento de los mexicanos que no viven en frontera, el tema les importa un cacahuate.
Lo que no se alcanza a comprender es la visión de esta Reforma Hacendaria porque no parece tener una similitud con el entorno internacional.
Por ejemplo China, uno de los países más exitosos del momento y que por su filosofía comunista pretende proteger a las masas, aplica un IVA del 17 por ciento para productos y servicios en general y uno del 13 por ciento para alimentos, agua, gas, libros e incluso para una parte de los medicamentos.
Brasil mantiene una tasa de IVA que va del 7 al 18 por ciento de acuerdo a la región del país y a los productos y servicios. La aplicación es general y son pocos los artículos exentos de pago.
Argentina por su parte aplica una tasa del 21 por ciento para transacciones en general y otra del 10.5 por ciento para alimentos, transporte, medicamentos y productos básicos.
Estados Unidos mantiene un impuesto al consumo que oscila entre el 5 y el 8 por ciento de acuerdo a la entidad con una lista limitada de productos básicos y servicios exentos. La gran ventaja aquí es el consumo nacional tan elevado y el control sobre la economía informal.
En Europa se aplican tasas altas de IVA como en Gran Bretaña con un 20 por ciento global, pero existe otra del 5 por ciento para productos y servicios populares. También hay exenciones pero reducidas.
En Francia el IVA general es el 19.6 por ciento y se aplican dos tasas más -7 y 5.5 por ciento_ para alimentos, medicinas, agua, energía eléctrica, etcétera.
En resumen la mayoría de los países con economías dinámicas y maduras ha optado por el camino de cobrar impuestos al mayor número de productos posibles, pero con tasas preferenciales para los servicios y artículos de consumo básico.
Pero en México no se aplica el IVA a una larga lista de productos bajo la idea paternalista de que los mexicanos somos muy pobres y tenemos que estar exentos de impuestos y ser subsidiados con el metro, la luz, el agua, la educación, los uniformes escolares, etcétera.
En cambio China cobra IVA sin distingos, exenta de impuestos a los exportadores y crece por encima del siete por ciento con todo y la aparente pobreza de su gigantesca población.
Quizá la solución será promover en México un manejo efectivo de impuestos a nivel estatal que favorezca el desarrollo regional. Ocurrió allende del Bravo con el estado de Texas que aplicó una política de "bajos impuestos y bajos servicios" lo que disparó su progreso.
En Texas el empleo crece a razón del 6.3 por ciento desde 2007 -sólo el año pasado se crearon 247,700 nuevos empleos- y se calcula que en la última década emigró a esa entidad un millón de habitantes de otras regiones del país.
Subir los impuestos sirve para aumentar el gasto público, pero en poco ayuda para el desarrollo de sectores productivos y regiones.
APUNTE FINAL
Que Estados Unidos espiara el correo electrónico del presidente Felipe Calderón y las conversaciones del candidato presidencial Enrique Peña Nieto resulta sorprendente… pero más todavía que en el caso del primer mandatario el gobierno no tuviera un plan para impedir tal práctica de espionaje.
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