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Relajamiento cuantitativo

Por Salvador Kalifa

La salida de la Gran Recesión en Estados Unidos (EU) está probando ser bastante más lenta de lo que se esperaba. Las autoridades estadounidenses han aplicado dosis extraordinarias de los instrumentos tradicionales de política macroeconómica, pero sin lograr un crecimiento sano del ingreso y el empleo en su economía.

En el terreno fiscal se elevó considerablemente el gasto público y se redujeron los impuestos con el objetivo de estimular el gasto de los consumidores y la inversión de las empresas, de manera que éstos volvieran a ser el sostén de la actividad económica.

Esta política no logró su objetivo, pero en el proceso aumentó demasiado el déficit público y la deuda gubernamental, lo que obligó a abandonar dicha estrategia y a buscar la manera, todavía pendiente de acuerdo entre el Ejecutivo y el Congreso, para reducir el déficit y la deuda en el mediano y largo plazo.

La otra herramienta de política económica para atender problemas de corto plazo es la política monetaria. Ésta depende de la Reserva Federal (Fed), que por lo general la instrumenta mediante el manejo de la tasa de interés de los fondos federales, cuyo fin es afectar la dirección en que se moverán las tasas de interés de corto plazo en la economía. La idea es que la dirección en que se mueven dichas tasas afecta el comportamiento de los agentes económicos, por lo que la Fed ubicó agresivamente su tasa de referencia entre cero y 0.25 por ciento desde finales de 2008.

Lamentablemente, esa política tampoco ha tenido hasta la fecha los frutos esperados. La Fed se vio, por tanto, en la necesidad de hacer bueno el dicho de que en tiempos desesperados medidas desesperadas, como la práctica heterodoxa del relajamiento cuantitativo, que no es otra cosa que la impresión de dinero fresco para adquirir instrumentos de deuda de largo plazo. El objetivo es reducir las tasas de interés de largo plazo y estimular la compra de bienes duraderos (como casas y automóviles), así como la inversión de las empresas.

El "relajamiento cuantitativo" lo ha aplicado la Fed en tres ocasiones. La primera entre noviembre de 2008 y marzo de 2010. Consistió en la inyección de 1.7 billones (millones de millones) de dólares mediante la compra de valores públicos y privados por parte de la Fed, pero la economía de EU no respondió como se esperaba.

Vino entonces una segunda ronda de relajamiento de noviembre de 2010 a junio de 2011 que inyectó 600 mil millones de dólares (mmd) a través de la compra de valores por la Fed. A pesar de ambas acciones, el desempleo siguió incómodamente alto y la economía no agarró la tracción suficiente. Por ello, la Fed anunció en septiembre del año pasado una tercera ronda de relajamiento, pero sin establecer fecha límite y vinculando su permanencia a una mejora considerable en las perspectivas del empleo.

El programa consiste en la compra de 40 mmd mensuales de bonos hipotecarios y de 45 mmd de bonos gubernamentales de mediano y largo plazo, para un total mensual de 85 mmd. En diciembre del año pasado, la Fed anunció que su política monetaria extraordinariamente acomodaticia estaría vigente hasta que la tasa de desocupación descendiera del 6.5 por ciento.

Esta ronda es la que mayor éxito ha tenido en disminuir las tasas de interés de largo plazo, tanto hipotecarias como las de los bonos del gobierno, y los mercados financieros consideraron que sería una política que duraría varios años. El problema con una política de esta naturaleza, que entraña la inyección de dinero fresco, es que no existen antecedentes para determinar sus efectos colaterales adversos, en particular el efecto futuro sobre el crecimiento de los precios.

Quizá esta preocupación, o el hecho de que pareciera que ahora sí la economía estadounidense está respondiendo mejor al tratamiento, llevó a la Fed a insinuar a fines de mayo y de nuevo después de su reunión del mes pasado, que pudiera empezar a atemperar sus compras de bonos y, si el crecimiento y el empleo son como esperan, suspenderlas para el verano del 2014.

Es interesante observar cómo la simple mención de esta posibilidad trastornó los mercados financieros de EU y el resto del mundo, aun cuando sabemos que son medidas transitorias y que están vinculadas a resultados concretos en la economía.

La calma relativa regresó a los mercados a principios de este mes, recuperando parte del terreno perdido en mayo y junio, tanto en EU como alrededor del mundo, pero queda la inquietud de lo que ocurrirá en particular en países emergentes como el nuestro, cuando la Fed reduzca y elimine la práctica heterodoxa del relajamiento cuantitativo.

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