El Buró Político del gobernante Partido Comunista (PCC) acordó "liberar, por renovación", a Lázaro Barredo Medina del cargo de director del periódico Granma, órgano de la única institución política legal en Cuba.
Una nota de ese medio oficial publicada este miércoles dijo que Barredo cumplió esa función durante casi ocho años, pero se abstuvo de aclarar el alcance de la palabra "renovación".
En sustitución de Barredo ha sido promovido Pelayo Terry, quien en el momento de su designación ocupaba la responsabilidad de director del periódico, también oficialista, Juventud Rebelde, indicó la nota.
Para reemplazar a Pelayo Terry el Buró Político designó a Marina Menéndez, quien ejerció la subdirección de Juventud Rebelde, órgano oficial de la Unión de Jóvenes Comunistas.
El cambio de director de Granma se produce después que en julio pasado se efectuó el IX Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), en la que el primer vicepresidente cubano, Miguel Díaz-Canel, reconoció que las deficiencias de la prensa cubana es también responsabilidad del PCC.
En la clausura del Congreso, Díaz-Canel alabó la “lealtad” de la prensa al gobierno cubano pero pidió que estos órganos promuevan el debate y la polémica, aunque siempre "dentro de los límites de la Revolución".
Durante el Congreso, en el que varios periodistas formularon críticas al desempeño de la prensa oficial, también fue renovada la dirección de la UPEC.
Terry "acumula una trayectoria ascendente como periodista, corresponsal de guerra en Etiopía y ha ocupado diferentes cargos directivos en órganos de la prensa escrita", señaló la nota oficial.
Antes de dirigir Juventud Rebelde, que intenta ofrecer una imagen más creativa y menos ortodoxa que Granma, fue corresponsal jefe de la Agencia de Información Nacional en la década de 1990 y subdirector del periódico Tribuna de la Habana.
El presidente Raúl Castro, inmerso en un proceso de "actualización" del agotado sistema socialista de corte soviético, ha llamado a perfeccionar también el trabajo de la prensa y eliminar lastres como el "secretismo" y el "triunfalismo".