Recuerdos. ‘El Ratón Vaquero’ hizo vibrar las palmas de los cientos de asistentes que disfrutaron de la Compañía Nacional de Danza.
Cri-Crí, vigente por generaciones. Luces, colores y ese gran imaginario que por años fue construido en las historias creadas por Francisco Gabilondo Soler, fue revivido anoche en el Teatro Isauro Martínez por la Compañía Nacional de Danza del INBA, ante un teatro repleto de niños y adultos que no se cansaron de cantar y aplaudir.
Desde que apareció en el escenario la tímida Saltarina, se hizo el color y apareció la diversión. Los bailarines fueron apareciendo conforme la historia los llamaba, además de narrar con saltos y movimientos la "receta de la felicidad" que inmortalizó Cri-Crí, el espectáculo puso a reír a todos trayendo a la memoria al "Ratón Vaquero", el "Gato Carpintero" y el simpático "Negrito Sandía", escoltado por un coro de cuatro bailarinas, dos amigas y un narrador.
Durante el montaje dirigido por Laura Moreno, por momentos parecían más divertidos los grandes que los niños. Coreografías como la de la "Negrita Cucurumbé", mostraron el nivel de los solistas de la compañía del INBA, quienes además se presentaron en La Laguna con la misma producción del Auditorio Nacional.
Con algunos elementos sencillos, los niños pasaron de una playa tropical a la milenaria China recreada por Cri-Crí a través de Chong-Ki-Fú, desde el Oriente Medio su imaginación voló hasta el cuarto de la tierna "Muñeca Fea", interpretada magistralmente por una bailarina de la compañía.
Gran respuesta del público lagunero que llenó durante la primera de tres funciones (hoy dos más a 10:00 y 12:00 horas), las tres plantas del Isauro Martínez. Entre sones y ritmos familiares, la compañía de danza presentó en La Laguna su homenaje a Cri-Crí, más de sesenta bailarines dieron vida a los inolvidables personajes, para despedir la función en medio de una versión instrumental del "Ratón Vaquero".
Entre aplausos y gritos de bravo los asistentes despidieron a los bailarines, reconociendo más que la calidad de su espectáculo escénico, la magia del mundo fantástico de Francisco Gabilondo Soler, que cerró anoche en medio de pelotas de colores y confetis.