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Revolución Mexicana

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

La celebración de un aniversario más del inicio de la Revolución Mexicana a la que convocó Francisco I. Madero hace ciento tres años, ofrece la oportunidad de reflexionar sobre el tema.

El llamado a las armas ocurre en virtud de la permanencia en el poder del general Porfirio Díaz, quien a despecho de la democracia formal, ejerció funciones de dictador desde 1876 en que ocupó por primera vez la Presidencia, hasta el 25 de mayo de 1910, al presentar su renuncia a dicho cargo, frente al Congreso de la Unión.

Además de la demanda política que exige Sufragio Efectivo no Reelección, campearon en la Revolución demandas sociales relativas a la propiedad y aprovechamiento de los recursos naturales sujetos a la rectoría del estado y el derecho al trabajo, bajo condiciones justas y acordes a la dignidad de la persona humana.

Los ideales referidos con antelación fueron plasmados como objetivo a conseguir en la Constitución de 1917 y en las leyes secundarias, pero no fueron conseguidos a cabalidad al término de la lucha armada y por el contrario, siguen siendo asignatura pendiente, en la medida en que su disfrute pleno ha dependido y depende de un proceso que exige el esfuerzo individual de todos los mexicanos en una misión colectiva y común, sostenida sobre dos bases fundamentales: La educación y la participación ciudadana.

El camino hacia la democracia plena y el desarrollo económico no ha sido fácil, y se ha caracterizado por altibajos que en su secuencia dejan una herencia de desigualdad social, que constituye una lacra o mejor dicho, una problemática compleja que es el reto a vencer.

Para muchos de nosotros el sistema democrático que hemos construido en nuestro país deja mucho que desear en cuanto a su calidad, sin embargo la crítica que al respecto hagamos será válida, en la medida en que nos reconozcamos responsables de los resultados hasta ahora conseguidos.

Hoy día, el enemigo de la democracia en nuestro país es el populismo, entendido este último en el caso mexicano, como una estructura política que funciona dentro de la formalidad democrática, pero que ubica un liderazgo mesiánico por encima de la formalidad, sea de estilo personal como ocurre con López Obrador o de grupo, como es el caso del llamado nuevo PRI. El sistema trata de someter a la representación parlamentaria, a la oposición y a los medios de comunicación a "billetazos", utilizando el gasto público como moneda de compra y azotando el flagelo fiscal como instrumento de represión.

El populismo así planteado aprovecha la pobreza extrema como caldo de cultivo de manipulación electoral y ofrece bienestar en base a un sistema de privilegios, exenciones y casos de excepción, sin requerir esfuerzo alguno de parte de los beneficiarios. La estrategia en comento desvincula la educación y el trabajo de los ciudadanos de los resultados que por naturaleza les corresponden, introduciendo el desánimo respecto a todo esfuerzo productivo y alentando la dependencia económica de los ciudadanos, con respecto a papá gobierno.

Como complemento, en el sistema populista el propio gobierno se dedica a denigrar el ejercicio de la política haciéndola aparecer como actividad sucia e impropia de la gente decente, lo que deja la arena de la vida pública a merced de los depredadores profesionales, al tiempo que a los ciudadanos bien nacidos se les ofrecen alternativas meramente virtuales de participación alejadas de la posibilidad real de acceso al poder, embarcándolos en campañas equis como la lucha en contra las corridas de toros o el calentamiento global, y finalmente se les aparta de la militancia política directa, mandándolos a recolectar firmas para tal o cual causa, a combatir molinos de viento, etcétera.

El que los derechos ciudadanos y los anhelos sociales postulados por la Revolución Mexicana, cobren vigencia plena o sean letra muerta, depende de nuestra participación como ciudadanos en la vida pública nacional y especialmente en la búsqueda del poder al que todo ciudadano tiene legítimo derecho de aspirar, bajo la premisa según la cual, la política es una cosa muy importante, como para dejarla en manos de los políticos.

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