"La cadena se rompe por su eslabón más débil", dice el antiguo refrán que bien pudiera aplicarse al aquelarre que protagonizan partidos políticos de oposición en contra de la titular de la Secretaría de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga.
Todo empezó semanas atrás cuando el PAN destapó el caso Veracruz al presentar audios en donde funcionarios de Sedesol y del gobierno estatal tramaban el uso de programas de esa dependencia para favorecer al PRI en las elecciones del 7 de julio cuando se renovarán 212 alcaldías y 50 diputaciones locales.
Ante la dimensión de la denuncia, la secretaria Robles ordenó al día siguiente el cese del delegado de la Sedesol en Veracruz, además de otros cinco funcionarios.
Pero no fue suficiente la acción disciplinaria porque los partidos PAN, PRD y PT se fueron con todo en contra de la administración federal al condicionar la renuncia de Rosario Robles al seguimiento de las acciones del Pacto por México.
Se puso tan álgida la situación que el propio presidente Enrique Peña Nieto salió públicamente a defender a su colaboradora lo que encendió todavía más los ánimos.
En otros tiempos los excesos de los funcionarios de Sedesol en Veracruz se habrían tomado como uno más de los trinquetes electorales que se han acostumbrado en México a lo largo de muchas décadas.
Que una dependencia federal o estatal apoye la estructura de un partido lo hemos visto desgraciadamente una y mil veces. Incluso no sólo de parte del PRI, partido que lleva históricamente el liderazgo en todo tipo de tranzas electorales, sino también por parte del resto de los partidos políticos.
Sin embargo hoy los actores y las circunstancias son distintos. El caso Veracruz toca de frente a una Secretaria de Estado que no es santo de devoción de muchos priistas y que es considerada en sectores del PRD como el enemigo número uno de la izquierda mexicana.
Rosario Robles es sin duda el eslabón más débil del gabinete peñista en cuanto a legitimidad y popularidad. La ex perredista ha estado en los más altos niveles de la política mexicana, pero también ha vivido los más oscuros y siniestros capítulos de la vida nacional.
De jefa de gobierno de la Ciudad de México y presidenta nacional del PRD, Rosario Robles fue afectada por aquellos terribles videos en donde el perredista René Bejarano recibía grandes sumas de dinero por parte del empresario argentino Carlos Ahumada, ligado sentimentalmente a la ahora titular de Sedesol.
Robles se convirtió en la perredista incómoda y en la acérrima rival de Andrés Manuel López Obrador en el perredismo lo que provocó su renuncia y la expulsión de su partido en el año 2004.
Por su discutido historial además de su ideología de izquierda, su inclusión en el gabinete de Peña Nieto en diciembre del 2012 fue recibido con duras críticas en el país, particularmente en el PRD en donde la consideran todavía una traidora.
Pocos entendieron el porqué fue designada una ex perredista tan polémica en la Sedesol, una de las carteras más importantes por los recursos que maneja. ¿Por qué no se colocó ahí a un político del PRI con mejor imagen y trayectoria que Rosario Robles?
Analistas afirman que Peña Nieto desea recuperar el Distrito Federal y que para ello requería de una mujer audaz y experimentada como Robles. Como diría la voz popular "para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo".
Pero lo cierto es que la titular de Sedesol es un eslabón débil en esta cadena política y podría convertirse en el estorbo principal del gobierno de Peña Nieto. Ya los partidos opositores pidieron un juicio político en su contra además de su renuncia.
Rosario aparenta no acongojarse y asegura a los cuatro vientos que no es responsable de los disparates cometidos por sus subalternos en el estado de Veracruz y que no piensa renunciar.
Por lo pronto puso en jaque al Pacto por México, a la Cruzada Nacional contra el Hambre e incluso a la reforma financiera que fue aplazada por el escándalo de Veracruz. Sin duda se trata del primer tropiezo político de peso para el gobierno de Peña Nieto.
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