En el mundo del servicio público mexicano, pocas personas tienen una carrera profesional tan rica y variada como la de Rosario Green Macías. Sin orden cronológico, Green ha sido académica en El Colegio de México, el Instituto Matías Romero y la Universidad de St Andrews; la primera Secretaria Ejecutiva de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH); la primera persona mexicana en ser Subsecretaria para Asuntos Políticos de la ONU y formar parte del gabinete de un Secretario General; la primera Secretaria de Relaciones Exteriores; Secretaria General del PRI; Embajadora de México en la extinta República Democrática Alemana, en Argentina y Embajadora Emérita de México; Senadora en dos ocasiones. Academia, diplomacia mexicana y multilateral y política, los ejes de una carrera profesional que son de un personaje de excelencia.
Sus memorias, tituladas "La Canciller", inician con un breve recuento de su vida personal en el que la autora nos narra cómo el origen no es destino, pues una niña que nació en una familia con recursos limitados pudo conseguir un título universitario en la UNAM, hecho meritorio cuando pocas mujeres en México tenían acceso a una carrera universitaria, y después titularse de dos maestrías, una de ella en la Universidad de Columbia.
Ninguna memoria vale la pena si no trae algunas confesiones personales. Green hace lo propio al contar su historia personal, sus vivencias del México del 68, su participación en una marcha estudiantil a la que la acompaña su amiga Olga Pellicer, su relación con sus progenitores, el fracaso de su matrimonio ante el abandono de su marido, sus diferencias personales con ex Cancilleres como Jorge Castañeda padre e hijo, Luis Ernesto Derbez y con la misma Patricia Espinosa. Sus coincidencias y desencuentros con su amiga Madeleine Albright, la canción que le dedicaba el finado Hugo Chávez, su narrativa de cómo presenció la caída del Muro de Berlín como Embajadora de México, su encuentro con Yasser Arafat, entre otros.
Hay quienes dicen que en el mundo de la diplomacia la forma es fondo y por ello esas anécdotas también sirven para entender algunos momentos difíciles de la relación entre México y EU o sirven como bitácora personal que transmiten la importancia de hechos históricos como la desaparición de la RDA o el colapso de Argentina en 2000.
Dejando las formas de lado y entrando al fondo, la diplomacia es tradicionalmente un mundo muy cerrado al escrutinio público por varias razones, pese a que cada vez más se mejoran las prácticas de transparencia gubernamental. Por esa opacidad, las memorias de embajadores y excancilleres sirven a los estudiosos de la diplomacia a contextualizar y a entender algunas decisiones importantes de política exterior y cómo se da el proceso de la formulación de la misma.
Green dedica la parte más importante de sus memorias a revivir su paso por la Secretaría de Relaciones Exteriores. Su narrativa es particularmente interesante porque como Canciller vivió la alternancia en el Ejecutivo y por ello me aventuro a decir que es ella la última Canciller del nacionalismo revolucionario.
Precisamente su labor como Canciller se escudó detrás de los principios establecidos por esa tradición diplomática mexicana, fundamentada en las doctrinas Carranza y Estrada, que tienen como eje una concepción cerrada de soberanía nacional y una no intervención en los asuntos de otros países. De ello dan cuenta las reacciones del gobierno mexicano ante la hoy extinta certificación unilateral de EU a México por la lucha contra el narcotráfico o las reacciones mexicanas ante la Operación Casablanca de 1998.
Sin embargo, en el libro también se muestra un primer quiebre en esa tradición de política exterior cuando la misma Green narra, con incomodidad, cómo el Presidente Zedillo la mandó a reunirse con disidentes cubanos en 1999. Un hecho que significó un primer reconocimiento de la necesidad de que Cuba se democratizara y que durante el sexenio de Fox se daría un mayor timonazo con los desencuentros del ex Canciller Castañeda con el régimen cubano y las críticas de México por los abusos a los derechos humanos en la isla.
De los demás períodos de su vida profesional es el de sus años en la ONU los que más pueden ser de interés para quienes se están formando como internacionalistas, pues Green destaca cómo EU sigue teniendo un peso desmedido al grado que puede bloquear por sí solo la reelección de un Secretario General, como le ocurrió a Boutros Boutros Ghali en 1996. Sin embargo, el libro no sólo es de interés para internacionalistas, sino para los interesados en la construcción de instituciones como la CNDH o para los interesados en la vida institucional de El Colegio de México o del Instituto Matías Romero, instituciones de las que Green también dejó huella.
El género de las memorias se hace siempre desde la primera persona y a la distancia. Las razones para escribirlas son variadas. Hay quienes lo hacen porque buscan "cuidar su legado", contestar a ataques durante sus gestiones, buscar un cargo posterior, despedirse anticipadamente del mundo o como un ejercicio que busque inspirar a otros. Las de Green tienen un poco de todo, pero son especialmente inspiradoras para las mujeres que siguen enfrentándose a los obstáculos que les ponen en el "Club de Toby".
Politólogo e Internacionalista
Twitter @genarolozano