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Ruta del Pacto

Sobreaviso

René Delgado

La atmósfera política y social cobra tensión en estos días, tal circunstancia obliga a trazar con precisión y cuidado la ruta del Pacto por México para evitar que pierda el entusiasmo y el impulso suscitado por su firma pero, sobre todo, para que gane concreción. El carácter genérico de sus planteamientos y compromisos así como su vaga calendarización urgen precisar su plan de ruta para conjurar la posibilidad de verlo encallar en el arrecife del desencuentro político.

El sentido común recomienda abordar primero los asuntos donde hay consenso entre los partidos y el gobierno y luego aquellos otros que, por su historia, simbología y complejidad, tienden a radicalizar y confrontar sus posturas. A los poderes fácticos les viene como anillo al dedo proceder en contra del sentido común, es lógico: cuando más se dividan y confronten los partidos y el gobierno, más lejos estará la posibilidad de meterlos en cintura. Justamente el desencuentro y la discordia política han sido abono para preservar sus intereses y fortalecer su hegemonía.

Echar a andar el Pacto con las reformas hacendaria y energética es ponerlo en peligro sin ni siquiera avanzar por donde es posible. La respuesta a la pregunta ¿por dónde empezar?, cifra su posibilidad.

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Las presiones sobre el Pacto por México están a la orden del día. Lo presiona el calendario natural, el imprevisto, el legislativo, el partidista y el electoral.

El calendario natural avanza y consume los primeros 100 días de gobierno, período de gracia que por costumbre y uso político se concede a todo nuevo gobierno. El calendario imprevisto provoca sacudimientos no calculados; llámese resultado de la fiscalización de los gastos de los partidos durante la campaña, llámese afloramiento de la crisis en el Instituto Federal de Acceso a la Información, llámese resolución del caso Cassez, llámese explosión en la sede administrativa de Pemex, llámese violencia criminal incontenible, esos sucesos distraen el esfuerzo político y le meten ruido al Pacto.

A la par de esos calendarios, el arranque del período ordinario legislativo urge contar con las iniciativas para darle marco jurídico a la operación política del Pacto. Igualmente, el calendario partidista, significado por las respectivas asambleas nacionales del priismo (primeros días de marzo) y del panismo (mediados del mismo mes), obligará a esas agrupaciones a concentrar la atención hacia adentro y no hacia afuera de sus organizaciones. Por si ello no bastara, el domingo 7 de julio habrá elecciones en 14 entidades de la República, destacando la elección de gobernador en Baja California, que resultará fundamental para el priismo y el panismo.

Ese calendario tensa la atmósfera política y social, poniendo en peligro al Pacto por México. De ahí la urgencia de elaborar con precisión un plan de ruta. Parece que no, pero es en extremo reducido el tiempo para concretar algunos de los compromisos del Pacto y, sobre todo, para que la concreción de ellos genere la energía política necesaria para, en el período ordinario de septiembre, impulsar otros.

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Desde esa perspectiva llama la atención el acento que el presidente Enrique Peña y el secretario Luis Videgaray están poniendo, respectivamente, en la reforma petrolera y en la reforma hacendaria.

Con tino, durante los 62 primeros días del nuevo gobierno, se emprendieron acciones políticas y legislativas, sustantivas y accesorias, para sostener el impulso y el entusiasmo suscitado por el Pacto. La reforma al artículo 3 constitucional para recuperar la rectoría del Estado en materia educativa, el desistimiento de la controversia constitucional relativa a la Ley de Víctimas, el arranque de la Cruzada Nacional Contra el Hambre tuvieron ese mérito. Hay quienes le atribuyen un carácter meramente cosmético o formal a esas acciones, pero, aun suponiendo sin conceder que así fuere, su mérito estriba en haber cambiado la percepción de la imposibilidad de emprender acciones políticas.

De ahí la sorpresa de que, ahora, se ponga el acento en impulsar precisamente las dos reformas que, por todo cuanto suponen, en vez de consolidar, amenazan y vulneran el Pacto. Esos dos asuntos marcan el límite, no el horizonte del Pacto. ¿En verdad, se quiera arrancar el Pacto por aquello que terminará por dividir el acuerdo de los partidos y el gobierno, en vez de hacerlo por aquello que los une como lo es acotar a los poderes fácticos?

¿Se quiere llegar al límite del Pacto, sin ni siquiera haber explorado su horizonte?

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Los poderes fácticos han de estar de plácemes con la idea de poner, primero, el acento en las reformas hacendaria y petrolera. Se concreten o no, a ellos les dejará un beneficio: cuando se aborden, si se llegan a abordar, las reformas que podrían afectarlos, la fuerza multipartidista y gubernamental estará si no desvencijada, sí debilitada. Fácil les resultará remar en contra de ellas.

Si se quiere escapar del empantanamiento político registrado durante los últimos años y dejar de ser rehenes de los poderes fácticos, el gobierno y los partidos requieren construir una historia distinta a la protagonizada. Atacar la montaña de problemas políticos, económicos y sociales por la parte más escarpada y difícil, puede constituir una hazaña digna de asombro y elogio, pero puede también constituir un error que, en su caída, arrastre al gobierno y a los partidos a la parte más profunda del abismo donde se encuentran.

Ciertamente, gobierno y partidos deben andar de prisa, pero con pies de plomo. Precipitar el paso hasta perderlo y tropezar nada tiene que ver con el sentido común, tiene que ver con el desbocamiento que en su parafernalia hace creer que se puede llegar a la meta sin cubrir las etapas previas.

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Si el presidente Peña y el secretario Videgaray no tienen decidido presentar en este período ordinario las iniciativas legislativas relacionadas con las reformas petrolera y hacendaria, poco sentido tiene colocarlas en el centro del debate, cuando otras reformas igualmente importantes y necesarias gozan de mayor consenso entre los actores políticos.

El calendario presiona al Pacto de México y la circunstancia nacional es tan delicada que cualquier accidente, provocado o no, puede vulnerar la posibilidad de concretarlo. Ojalá se resuelva con precisión y corrección el plan de ruta del Pacto. Cualquier error podría vulnerarlo sin haberle sacado jugo.

sobreaviso12@gmail.com

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