Sabías que...

¿HAMBRE?: COMA CAVIAR

Seguramente en más de una ocasión ha aprovechado la cercanía de una máquina expendedora para saciar sed, hambre o un antojo. Pero no crea que estos artefactos sólo ofrecen golosinas. Al menos en Estados Unidos la marca Beverly Hills Caviar se ha propuesto poner lo más exclusivo de sus productos gourmet al alcance de quienes no puedan acudir a su tienda en la elegante zona californiana. Caviar, trufas, caracoles y más, se ofrecen en dispositivos como el de la imagen, con precios de cinco a 500 dólares. Cada exhibidor alberga mercancía estimada en 50 mil dólares y además de su fino diseño posee características que garantizan la frescura de los alimentos. Por ahora estas boutiques portátiles sólo se encuentran en Los Ángeles.

MEMORIAS DE UN GEISHA

Gracias al cine, hoy la mayoría tiene nociones acerca del papel que desempeñan las geishas en la cultura nipona y del misticismo que les rodea. Por eso a muchos les resultará sorprendente saber que en el distrito de Omori, en Tokio, hay una okiya en donde la geisha anfitriona es un hombre. Se trata de Eitaro, un joven de 26 años que desde niño ha estado inmerso en esta tradición, pues su madre no sólo era geisha sino que estaba empeñada en recuperar el esplendor que su profesión llegó a alcanzar en el pasado. Tras la muerte de su progenitora, Eitaro decidió continuar con tal labor y para ello actúa junto a su hermana y otras seis jóvenes, causando sensación en cada una de sus actuaciones.

¡BOLITA, POR FAVOR!

En términos ideales ningún deporte debería dañar el medio ambiente, y si pudiera protegerlo, sería mejor. Tal es la ideología de la empresa española Albusgolf, con sede en Barcelona, que recientemente introdujo al mercado estadounidense su Ecobioball. Se trata de una pelota ideada por el ingeniero Albert Buscató, especial para practicar golf en playas, cruceros y todo tipo de zona de juego instalada en un entorno acuático (lagos, ríos, mares), ya que está hecha de un material biodegradable y tiene como relleno comida para peces. Así, cuando las bolas caen al agua (algo común en este deporte) no sólo no contaminan, sino que sirven de banquete para la fauna local.