Sabías que...

LOS OTROS HÉROES

Se dice que a menudo los héroes son las personas más comunes y la fotógrafa mexicana Dulce Pinzón no podría estar más de acuerdo; por ello, hace algunas semanas inauguró en el Centro para Estudios Étnicos y Raciales de la Universidad de Columbia, en Nueva York, la exposición Superheroes: latino inmigrants who make New York. La artista se propuso honrar con una serie de imágenes el aporte de los inmigrantes latinoamericanos a la economía neoyorquina y eligió como modelos a inmigrantes que desempeñan los más diversos oficios, vistiéndolos como el superhéroe más ad hoc a su trabajo. Así, Spiderman es un limpia vidrios de rascacielos, Hulk se gana la vida como cargador y Superman reparte comida rápida.

BOLETO AL ESPACIO

Se dice que un buen viaje comienza por la planeación y de ser así, este joven holandés ha dado un excelente primer paso para lo que seguramente serán unas vacaciones inolvidables. Tiene 18 años, se llama Rowin (su apellido no fue revelado por seguridad) y espera pasar sus vacaciones de 2014 literalmente fuera del mundo pues desembolsó 73,333 euros para convertirse en el primer poseedor de un pasaje con destino al espacio gracias a la empresa Space Expedition Corporation, que aún trabaja en la construcción de una nave y su propio puerto espacial en la isla de Curazao, pero promete tener todo a tiempo para despegar en enero del próximo año.

ARDE ARMSTRONG

En los últimos meses el nombre de Lance Armstrong pasó de ser sinónimo de heroísmo e inspiración, a polémica, decepción y fraude. Desposeído de sus siete títulos en el Tour de France y condenado a vivir con el estigma del dopaje, enfrenta también el desprecio del público en general. Prueba de ello es que en la reciente Bonfire Night o Noche de Guy Fawkes, celebración que se realiza cada noviembre en el Reino Unido y en la que además de prender fuegos artificiales se quema una efigie del personaje más odiado del año, construyeron una imagen suya de 10 metros de altura para luego incendiarla como parte de los festejos en la villa inglesa de Edenbridge, mientras la gente aplaudía al verla consumirse.