En una encuesta llevada a cabo hace dos años por IBM, se tomó la opinión de más de 1,500 directores generales de empresas privadas y 80% de los mismos dijeron que esperaban una complejidad mayor para los negocios en el futuro, pero solamente menos de la mitad de ellos se sentían confiados en poder enfrentar con éxito esa complejidad. El ambiente actual de negocios es, por cierto, alucinantemente complejo sobre todo porque la globalización continúa acentuándose de manera acelerada igual que los cambios tecnológicos.
La pura inteligencia no será suficiente para enfrentar la creciente complejidad, lo que los directores generales necesitan es sabiduría práctica -formada por un conjunto de nuevas habilidades- que les permita ver los beneficios potenciales de la complejidad convirtiendo de esta forma dicha complejidad en nuevas oportunidades de negocios que le den valor agregado a las empresas y por lo tanto, a la sociedad.
Estas nuevas habilidades de liderazgo incluyen la aptitud de cambiar y ampliar las propias perspectivas y decidir y actuar sistemáticamente de manera alineada con propósitos nobles -un propósito noble es aquel que trasciende las ganancias y el ego de uno mismo, para actuar auténtica y apropiadamente para el bien común-.
Cuando nos enteramos de acciones lejanas a la nobleza y al propósito del bien común de algunas empresas, se nos dificulta creer que existan empresas realmente motivadas por un propósito noble de bien común. Cuando a las empresas las mueven propósitos nobles, ello les proporciona resiliencia y fuerza para salir airosas de numerosos obstáculos que encuentran en su camino hacia la cima. Los negocios deben esforzarse por crear valor para sus accionistas y tienen la obligación moral con la sociedad para compartir parte de sus ganancias y respetar el medio ambiente. En la práctica, cuando se tienen estos propósitos, se convierten en sólidos valores como por ejemplo, el respeto a las personas y los altos estándares de calidad y sustentabilidad, así como el compromiso de los empleados hacia el servicio al cliente
En las dos últimas décadas, el capitalismo ha perdido su conexión con la ética y los escándalos corporativos evidencian esta tendencia. Este hecho provocó que en el año 2007, auspiciado por la Universidad Bentley , surgiera el movimiento llamado Capitalismo Consciente., cuya meta es formar comunidades de empresas socialmente responsables con un liderazgo orientado hacia nobles propósitos. Este movimiento ha crecido rápidamente y hoy incluye empresas como Whole Foods, Southwest Airlines, Google, Costco, Patagonia, UPS, Trader Joe's, Panera Bread, and The Container Store. La filosofía del Capitalismo Consciente está plasmada en un libro publicado recientemente y el cual salió a la venta el mes pasado en los Estados Unidos.
Cuando las empresas están orientadas hacia propósitos nobles, pueden ensanchar sus perspectivas y tener muy clara su ética empresarial guiándose por ella como una brújula para navegar en un ambiente de negocios muy volátil. Esta brújula alinea sistemáticamente todas las decisiones y las acciones hacia esos nobles propósitos y esta misma alineación provee el discernimiento, el coraje y el enfoque preciso para hacer las cosas más apropiadas, de la mejor manera.
A veces se confunde al capitalismo consciente con la responsabilidad social empresarial, las empresas que practican el capitalismo consciente, son conscientes de las consecuencias de sus acciones y se hacen cargo de esas consecuencias, invierten dinero en donde creen que harán una diferencia positiva para todos, el director general y los otros altos dirigentes, dan ejemplo del propósito superior de la organización en vez de buscar aumentar su propio poder y compensación, conectan a las personas con un propósito superior, atraen clientes para el éxito de la empresa y tienen una actividad económica saludable operando con el compromiso de promover el bienestar para todos. Probablemente el capitalismo consciente no salvará al mundo, pero hace que las empresas tengan propósitos más altos fomentando una cultura de creación de valor para todos los interesados, diferenciándose de esta forma, de aquellas empresas que operan bajo una filosofía diferente.
La sabiduría práctica que mencioné al principio, requiere cultivar perspectivas muy amplias, respondiendo a los retos del entorno con discernimiento y actuando lejos del puro interés personal propio.
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