EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Salud alimentaria, no sólo el derecho a comer

JULIO FAESLER

Hay muchas razones para estar de acuerdo con la aprobación en la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados los impuestos a los alimentos chatarra de alto contenido de carbohidratos y a los refrescos que contienen edulcorantes en exageradas proporciones.

De acuerdo a la OCDE, México es el segundo país con más adultos con obesidad y el primero en sobrepeso infantil. La Secretaría de Salud precisa que la diabetes es la principal causa de muerte en el país.
Contra lo que opinan los industriales que fabrican y promueven en el mercado nacional refrescos y alimentos con un alto contenido de azúcar, abundan los estudios nacionales e internacionales que señalan cómo tanto los pasteles, golosinas y dulces, consumidos en exceso provocan desórdenes difíciles de corregir.

Nuestro país está en los primeros rangos internacionales de peso excedido en todas las edades. De hecho, 7 de cada 10 mexicanos mayores de 20 años lo están. 9% de la población mexicana padece diabetes.

Cualquiera lo podrá observar en las calles, tiendas, o en los espectáculos donde la gente no deja de estar comiendo obsesivamente. Las entradas de cines se componen en muy alta proporción de las ventas en sus vestíbulos de tales artículos. No vale, como lo dijera en alguna ocasión uno de los directivos de la panificadora más grande del mundo, que la responsabilidad es los propios niños que no han aprendido a controlar sus caprichos y malos hábitos alimenticios. A la empresa no toca vigilar el bueno y sano destino de sus pasteles.

El otro asunto que ha sido atendido en la Cámara de Diputados es el de los refrescos azucarados. Las estadísticas internacionales hablan. En México el consumo individual de refrescos es el más alto per cápita con 163 litros al año.

Coca Cola, Danone y Pepsi Cola son los principales actores en el escenario mexicano. Las empresas que se sienten perjudicadas en sus intereses han desplegado recursos impresionantes en campañas publicitarias y cabildeo entre la población en general y los parlamentarios oponiéndose a las iniciativas que se están aprobando en el Congreso. Coca Cola, por ejemplo, alega que los refrescos pueden formar parte de una dieta balanceada y sana si se combina con un régimen de ejercicio físico. Dichas empresas, algunas de las cuales se ostentan como "socialmente responsables", demuestran que es más importante vender que cuidar la salud los mexicanos.

Un aspecto del crecimiento exponencial de la demanda y producción de los refrescos implica un consumo muy elevado si su materia principal, el agua que requiere una empresa refresquera, es tomada de los mantos freáticos de cada lugar con serio perjuicio para la agricultura. El agua, adquirida a mínimo costo es vendida, tras los procesos del caso, a precios que hacen de este negocio uno de los más lucrativos del mundo y tanto Pepsi con Coca Cola complementan sus ventas de refrescos, complementan sus famosos refrescos con aguas embotelladas.

Un elemento importante en el caso mexicano lo constituye el que el uso de azúcar natural es sustituido las más de las veces por fructosa importada lo que nulifica el argumento de que el productor mexicano de azúcar queda gravemente afectado con el impuesto a los refrescos embotellados de un peso por litro.

Otro factor que mucho se menciona es que los refrescos embotellados son una parte importante de las ventas de las miles de misceláneas que existen en el país característicamente en zonas rurales y que representan el 28% de la distribución de refrescos.

La preocupación de organismos internacionales es real ya que las consecuencias son graves tanto para el individuo en términos médicos como en la sociedad que debe destinar recursos crecientes a corregir el mal directamente o en campañas de sensibilización pública.

La comida chatarra es tan adictiva como las drogas, dice la revista The New Scientist añadiendo que su alto contenido de azúcar, grasas y sal tiene efectos simulares a los de la cocaína. Igual dice la Universidad Scripps: una dieta de comida chatarra desencadena los mismos efectos de cambios en el cerebro que los causados por la adicción a la drogas.

La Organización Panamericana de la Salud dice que 2000 había en el mundo 13 millones de diabéticos y que en 2030 habrá 32 millones. Esa institución, al igual que la ONU ya venían proponiendo a los países miembros aplicar impuestos al consumo, en el caso de refrescos 2 pesos por litro o cargar un mínimo de 20% al precio de su venta final.

Estos argumentos explican el porqué Francia acaba de imponer un impuesto a las bebidas azucaradas y Hungría a la comida chatarra.

Todo lo anterior nos lleva a confirmar el acierto de nuestros diputados en aprobar los impuestos a estos alimentos para frenar el uso inmoderado en que ha caído México. No sólo hay que proclamar el derecho a la alimentación sino asegurar que sea saludable. Los nuevos impuestos vienen en buen momento: es urgente dotar al gobierno de recursos. En efecto, el 5% a los alimentos chatarra puede representar ingresos nuevos del orden de 20,000 millones de pesos.

juliofelipefaesler@yahoo.com

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 924521

elsiglo.mx